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​Quiénes son los latinos que dejaron su huella en los muros de Doha

En el marco del festival World Wide Walls, los trabajos de Graciela Goncalves y Joel Gamín no sólo desafiaron el calor, sino que lograron un sincretismo entre la cultura sudamericana y la tradición árabe, buscando ese punto en común entre ambas culturas.

DOHA.- Su sueño era viajar por el mundo, pero Doha no estaba entre sus planes. Son cerca de las 11:30 de la mañana y Graciela Goncalves da Silva —conocida artísticamente como Animalito Land— ya lleva un par de días en la capital de Qatar, participando en el World Wide Walls, en el marco del proyecto Years of Culture 2025, que durante este año unió a Chile, Argentina y Qatar en un intercambio cultural.

Bajo el sol intenso del mediodía en el distrito de Al Aziziyah, la artista argentina trabaja sobre un muro que refleja la fauna local, en el que decidió retratar a uno de los animales más comunes de la zona, pero invirtió los roles.

“Nosotros nunca vamos a ver a este ratoncito desde abajo; siempre lo vemos, al revés, desde arriba”, comenta Graciela frente a la obra, en la que se puede ver a un jerbo gigante, montado por un niño. Su obra destaca por sus colores vivos, frente a la paleta de colores casi monocromática de Al Aziziyah.

Su propuesta, plantea, busca justamente invertir las jerarquías y por eso decidió tomar un animal pequeño y llevarlo a una escala monumental, donde el humano se encoge y toma su lugar. Para ella, este juego visual es una invitación para cuestionar la realidad, afirma.

“Sin cambiar la materialidad de las cosas, sí tenemos el poder de cambiar el peso y la escala según cómo nosotros nos posicionamos a mirarlo”, reflexiona, aludiendo a cómo los problemas gigantes pueden volverse pequeños si se cambia la forma de ver las cosas.

Sus trazos ​se encuentran en el punto medio entre la nostalgia infantil y la técnica avanzada. “En realidad, soy una piba que creció mirando anime y leyendo manga, pero que me copa​n las cosas de pintura más adultas, de dar luz​ y profundidad”, explica. Su misión, dice, es reconciliar esos dos mundos, fusionando la sofisticación técnica con “los dibujitos” que a veces son mirados en menos, para rescatar a ese niño interior que muchos adultos mantienen “castigado​ y guardado en el sótano”.

La conexión con Doha no fue sólo estética, asegura, sino también narrativa. Aunque la base del mural estaba ​ya definida, el fondo abstracto original cambió tras una visita a un museo local. Al escuchar a una guía qatarí hablar sobre sus recuerdos de ​pequeña durmiendo en​ una tienda en el desierto​ y transformó el fondo en ​un grupo de jaima —la​s carpa​s tradicional​es que usan para pasar el calor o la noche los pueblos nómades—, agregando telas y almohadones para que su propuesta no fuera solo una imposición externa, sino un reflejo ​en donde la población local pudiera reconocer un recuerdo familiar​, sea con ellos o con la cultura.

Esa sensibilidad, sumada a una “actitud argentina” cálida, logró ​ir más allá de la privacidad qatarí. ​Goncalves cuenta con entusiasmo cómo los conductores tocan la bocina haciendo gestos de corazón y cómo los vecinos, rompiendo la distancia, la invitan a tomar el té​ y conocer sus espacios privados. “Podemos hablar otro idioma, comer otra comida... pero los sentimientos son universales”, asegura, ​y luego plantea que el arte urbano ​funciona como un conector emocional.

Lejos de considerar su trabajo como algo decorativo, defiende la utilidad vital de su obra. “Para mí el arte tiene una función muy importante​ y es como ese ratito de medicina”, concluye. “No es ‘ay, qué lindo que quedó, qué bien pintado que está’, no​... Es ‘che, esto me hace sentir algo lindo’​, y justamente la sonrisa es ​algo universal”, reflexiona sobre la reacción que espera provocar, priorizando la conexión humana por sobre la perfección técnica.​

Lanchas, teteras y papel de diario

En un inicio, le pareció una broma. Fue a fines de mayo que, a través de un correo electrónico, la organización se interesó en su trabajo y le hizo llegar un documento con imágenes de su obra. “Esto es lo que queremos”, cuenta Joel Gamín —artista chileno de 36 años conocido como PoshDelFuturo—​. Uno de sus trabajos más recientes,​ y que diseñó para esta versión de World Wide Walls, ahora reposa en uno de los muros de Doha. Originario de Puerto Montt, el artista miró la bahía qatarí y encontró un parentesco inesperado​, aunque cercano, entre las embarcaciones tradicionales locales y las naves del sur de Chile.

Su mural es el resultado de un sincretismo marítimo: una nave híbrida que combina la proa curva del dhow —​e​l barco de vela tradicional árabe— con la cabina cerrada de una lancha chilota. Para ​potenciar la idea, Gamín reemplazó la clásica tetera sureña que suele pintar para evocar el calor del hogar en el frío chileno por una dallah, la cafetera tradicional árabe. “Mi idea es representar cómo la cultura qatarí avanza hacia un fondo de colores muy cálidos, que ​yo considero es el futuro​... esa era dorada que están viviendo​ y progresando, pero manteniendo sus tradiciones”, explica sobre ​el barco que navega en su muro.

La adaptación no fue sólo temática, sino cromática. Acostumbrado a la paleta fría y nublada del sur de Chile, Gamín tuvo que negociar con la luz del desierto. “Trabajo con colores fríos y a veces le pongo un poquito de colores cálidos... ​En Qatar tuve que cambiar un poco​, pero para bien”, comenta. Mientras en el sur se busca el calor, en Doha, al entrar a cualquier lugar, el aire acondicionado golpea con frío, invirtiendo la lógica de la temperatura a la que estaba habituado.​ Y lo mismo trata de hacer con su pintura.

Lo que​ vuelve tan especial la obra de Posh en el World Wide Walls es su textura, que recién comenzó a aplicar durante estos días. Usando una técnica de pegado de papel de diario sobre el muro, busca que la obra tenga una cualidad táctil y orgánica. “El papel se empieza a desprender... los colores también comienzan a perder su vitalidad y brillo, y así también empieza a tener vida propia”, dice el creativo. Para ​el artista, esta capa ​adicional permite que el mural respire y envejezca, diferenciándose de l​o plano que puede resultar el graffiti tradicional y conectarse con el espectador que camina por ​esas calles.

A los pies de la embarcación, en vez de navegar por un océano tradicional, pintó una Tetraena qatarensis, una planta nativa del Golfo capaz de crecer en la salinidad extrema, muy similar a la suculenta chilena. Posh también conecta su trabajo con la resiliencia de la flora local con la permanencia de su obra en un entorno extraño.

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