Prueba mayor

SEÑOR DIRECTOR:
Este domingo, el sistema electoral chileno enfrentará una prueba inédita: deberá gestionar, en una sola jornada, un padrón de 15,7 millones de personas en el marco del voto obligatorio. Se proyecta una participación cercana a los 13 millones de electores, una cifra sin precedentes para una primera vuelta presidencial, que históricamente ha convocado en promedio a poco más de 7 millones de votantes desde 1989.
En un país donde la desconfianza hacia las instituciones se ha vuelto estructural, el sistema electoral —y en particular el Servicio Electoral (Servel)— representa una robusta excepción. Chile ha desarrollado un estándar ejemplar: el voto es secreto, el proceso es limpio y los resultados se conocen con celeridad y certeza. En cada elección, sea cual sea el desenlace, se acepta sin cuestionamientos lo que el recuento determina. Estamos tan habituados a que eso ocurra sin tensiones ni sospechas que olvidamos que un proceso de esas características es un logro democrático de primer nivel.
No es menor que, en tiempos de polarización y sospecha, podamos confiar en que el acto más elemental de la democracia sea administrado con eficiencia, transparencia y legitimidad, sobre todo ante una prueba mayor como la de este domingo. Cuidar esa confianza no solo es tarea del Servel, sino también de quienes compiten, opinan, informan y participan. La política nos puede dividir, pero el proceso electoral sigue siendo un momento de encontrarnos.
Gustavo Campos
Investigador CDOP, U.Central
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