
Alamedas, 20 años después: la historia y el regreso de un disco clave
El grupo que impulsaron Alejandro Gómez y Ricardo Contesse, tras el fin de Solar, publicó su primer disco en 2005. Esta temporada se reedita en vinilo y lo tocarán en un show en la Sala Master, aunque no hay planes de grabar nueva música. Acá la historia de un álbum que leyó en rock de alto voltaje el Chile de los 2000.

Fue una conversación de pasillo. En los encuentros informales que ocurrían entre los músicos Ismael Oddó Arrarás -no confundir con el músico de Quilapayún del mismo nombre- y Ricardo Contesse, era inevitable que saliera el tema. “Le decía al Ricardo, oye en dos años más, se cumplen 10 años de Alamedas -apunta Oddó-. Ahí se empezó a concretar”.
Luego, cuando Solar empezó a trabajar en su nuevo disco, Mirage, Oddó se sumó al proceso como una mano más para apoyarlos. Ahí la conversación se terminó de cerrar. “Ismael nos ayudó un montón a terminarlo -recuerda Contesse-. En un momento no iba para ningún lado, aterrizó y se convirtió en un disco de Solar. Y obviamente, que el mismo hecho también de que montáramos desde agosto pasado el show de Solar, con Emiliano e Ismael, dio pie para que empezáramos a planear esta celebración".
La celebración se concretará con un concierto que celebra los 20 años del disco debut de Alamedas, el próximo 21 de agosto en Sala Master, con su formación más clásica. El álbum también será relanzado en una versión remasterizada para vinilo por Gonzalo “Chalo” González, con un tiraje limitado de 100 copias. No tiene temas adicionales. “Estaban solo los 11 temas que hicimos, no había nada más”, detalla Contesse.

Alamedas, fue el proyecto que mantuvo en la carretera a Alejandro Gómez Sepúlveda y a Ricardo Contesse, tras la disolución de Solar en febrero de 2004. Ahí Gómez comenzó a trabajar en un nuevo material. “Estaba muy engrupido con el Never mind the Bollocks de los Sex Pistols, pero no por la cuestión punk, sino que por el disco mismo; con pocos recursos, lograr hacer 10 canciones que tuvieran esa sensación de unidad".
Así, comenzaron a ensayar en noviembre de ese mismo año. Gómez aclara que trabajaron en material nuevo, no rescataron nada de los días de Solar. De hecho, la idea era diferenciarse de ese sonido. “No me gustaba como se me veía en ese momento; se asumía que venía de una banda shoegaze, media blandengue, sin ñeque, algo que se da mucho acá. Me acuerdo de algún periodista que escribiría en algún lado, refiriéndose a mí como el flacucho Alejandro Gómez. Entonces, ahí dije: hagamos un disco para que quede claro, que acá no hay ningún flacucho”.
Hasta ese punto, el disco ni siquiera tenía nombre. Contaban solo con ideas de canciones y una formación que cuajó en el camino. Además de Contesse, Gómez sumó a su hermano Emiliano en la batería. “Estuvimos ensayando estas ideas que fuimos montando entre Richie y Emiliano, yo y otros bajistas, porque en el proceso pasaron otros bajistas, uno que no recuerdo su nombre, que duró como una semana. Luego se uniría Leo Quinteros, y con él armamos todo en un tramo de un mes y medio”.
Quinteros, quien ya despuntaba con sus discos solistas Fallando (2002) y 1A (2004), aportó con algunas ideas, como la traducción de la letra de La luz se fue de mi, original del grupo Magazine (cuyo título en inglés es The Light Pours Out Of Me). Otro aporte, vino de Barry Sage, quien escribió -y cantó- la letra de Happy.
La música del disco fue grabada en apenas una semana de marzo de 2005, en estudio Mutante, con Gonzalo “Chalo” González en las perillas. “Chalo arrendó una casa, o sea, un espacio en una mansarda, como en un segundo piso de una gran casa en Sánchez Fontecilla. Era un estudio que tenía una sala muy pequeña. Se nota cuando escucho el remaster, se escucha la sala y estábamos apretados en una sala que era bien pequeña”, detalla Alejandro Gómez.

El trabajo en el estudio fue provechoso. “A Chalo le gustaba mucho lo que que estaba pasando. Él se había cambiado recién a ese estudio en Bilbao, creo que éramos la primera banda que lo usaba. Teníamos toda la energía del Emiliano, que tocaba un montón y estábamos todos entusiasmados”, recuerda Contesse.
Aunque el grupo se mostró eficiente al trabajar la música, todavía faltaba resolver dos puntos. El primero, las letras. “El Chalo no entendía cómo estábamos haciendo un disco sin letras -recuerda Gómez-. Así que para variar, bajo presión, cuando iba rumbo al estudio, en el metro, en la micro, trataba de encontrar algo para escribir letras. Y así me empecé a aferrar a los titulares de los diarios, a los encabezados de los matinales”.
Ahí comenzó a cuajar la propuesta de Alamedas. Un cancionero con observaciones sociales, sostenido sobre un rock directo y sin aspavientos. “Oiga señor director/sus titulares no dicen nada”, canta Gómez en Apáguenlo. También hay apuntes sobre la situación global. “Los lacayos de Norteamérica/hablan castellano como todos los demás”, canta en Este país, la lectura sobre el imperialismo. Algo así como Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos, pero en lenguaje rock.
“Es mejor moverse de vez en cuando”
Con el tiempo corriendo, Gómez debía terminar las letras. Una tarde se encontró en el estudio con una pista aún incompleta. No tenía nada en su libreta de apuntes. Entonces, simplemente, se lanzó a cantar. Como si fuera un MC junto a un DJ. Ahí nació Chileno, el tema que aborda los prejuicios de la sociedad ante la migración en esa época.
Para Gómez, ese tema fue todo un desafío. “Estaban todos al otro lado del estudio, yo frente al micrófono, balbuceando ideas, como improvisando, con una libreta y un lápiz en la mano y verse ahí en la cornisa de la nada ¿cómo solucionamos esto ahora? eso también hace que uno responda a ese tipo de situaciones y empezó a salir de a poco. Así que en vez de tomarnos muy en serio, dijimos: hagamos que esto sea fluido. Así empezamos a tontear con lo de chileno. Estábamos tentados de la risa".
“¡Chileno!/¿qué pasa con el peruano?/¡Latino!¿qué pasa con tu vecino?/Chileno. Peruano/Chilenos/Es mejor moverse de vez en cuando", dice en la letra. “Igual era un leseo, lo que pasa es que ahora en perspectiva, cuando la escucho, tiene un montón de códigos que atañen al momento aquí en Chile”.
El videoclip también salió de un chispazo. Fue una propuesta del diseñador Javier Pañella, quien había sido integrante de Solar y también participó en el disco grabando teclados en Apáguenlo. El grupo no sabía muy bien qué hacer, pero Pañella sí. “Y nos dice ‘hagamos un asado´-apunta Contesse-. Agarramos el presupuesto, fuimos a comprar cosas para el asado. Un asado grande, con harta gente. El Javier nos dijo que invitáramos a muchos amigos".
Esa mañana, mientras prendían el carbón, armaban los choripanes y se helaban las cervezas, Pañella llegó con un paquete. Traía consigo unas máscaras de personajes pop; de Cecilia Bolocco a Carlos Caszely, de Jaime Guzmán a Alberto Fujimori.
“Había como 50 personas en el asado. Javier llega con una bolsa llena de estos personajes -recuerda Contesse-. Eso permitía ponerse la máscara y hacer piruetas, bailar y todo eso. O sea, sale Jaime Guzmán bailando con Gladys Marín, eso hablaba mucho de nosotros”.
Pero además había que resolver otro asunto. Una mañana “Chalo” González le preguntó al grupo qué nombre le ponía a las grabaciones. Porque hasta ese momento no lo tenía. Fue entonces que Gómez le respondió: “ponle Alameda”.
En realidad, Gómez no había mirado muy lejos. Solo a los tracks finales del álbum, Alameda IV y Alameda III. “Eran dos piezas musicales, instrumentales, que durante esos meses después de terminado Solar, trabajé a distancia con Barry Sage. Había que prepararlas para que una orquesta sinfónica las ejecutara. Era una oportunidad que se había abierto porque Barry trabajaba en un estudio que tenía un acuerdo con una orquesta sinfónica de Berlín”.
Gómez, aplicado, se juntó a trabajar con el músico Sergio Cornejo, de cara a llevar a una sinfónica esas dos piezas. Le gustaron tanto, que les quiso adaptar para la nueva banda. “Cuando estábamos grabando el disco, se me ocurrió la idea de hacer esas dos piezas en formato eléctrico con nosotros y sumarle extractos de la grabación de la Orquesta Sinfónica”.

Por eso, cuando Chalo González le preguntó, a Gómez le salió la palabra Alameda. Después mutó hasta volverse plural. “En la cháchara entre todos, ese crédito también se lo lleva el Chalo, algunos empezaron a decir que el nombre debiera ser en plural. Y entonces nos hizo sentido a todos que se titulara Alamedas”.
Como la presencia de Leo Quinteros en el grupo tenía una fecha acotada, pues él deseaba enfocarse en su carrera solista, había que encontrar un bajista. Ahí Gómez contactó a uno de sus estudiantes de guitarra, Ismael Oddó.
“Él me empezó a hacer clases cuando estaba en primero medio -recuerda Oddó, quien ha hecho carrera solista con ese nombre y también estuvo en la banda de Francisca Valenzuela-. Entonces ya era mi maestro. Me llevaba a la grabación de los videoclips, incluso yo estuve presente en la grabación del último disco de Solar”.
Por ello, a Gómez le fue natural invitarlo para sumarse al trabajo en ciernes de Alamedas. “Me invitó a hacer una audición de guitarra para Alamedas y yo no tocaba nada, claramente. Entonces, fue un ensayo bastante peculiar”.
Aunque no grabó en el disco, Oddó estuvo muy cerca de todo el proceso. “Yo estuve en las grabaciones, estuve afuera. Tenía todos los mixes y me acuerdo de escucharlos harto en el colegio, cuando no tenían los nombres finales. Alucinaba con esa música. Me interioricé ese disco en la escucha”.
Un poco tiempo tras la salida del disco, Gómez se reunió con Oddó y lo invitó de manera formal a una audición para integrarse a la banda, como bajista. El joven músico no lo dudó. “Le dije, ya pos, bacán. Me conseguí un bajo prestado, un amplificador prestado, que finalmente usé durante todo ese año”.
-¿Cómo fue para ti, siendo tan joven, integrarte a una banda con músicos mucho más experimentados?
Fue bastante cómodo porque siempre estaba este apoyo de personas a las que yo confiaba y siempre me tiraban para arriba, me trataron muy bien, pero a la vez siempre estaba con esa situación de estoy chico, no sé hacer mucho esto. Entonces, siempre estaba muy, muy concentrado. De hecho, cuando quedé, en los chiquillos me hicieron una prueba en un ensayo, yo toqué, me fui y estaban todos súper felices, pero me acuerdo haber estado como toda esa tarde con la inquietud de: chuta, ¿cómo lo habré hecho? Y después como al rato me dijeron: pero hueón, celebra, si quedaste, está todo bien. Habían muchos códigos, por la diferencia de edad, por la experiencia musical que yo a veces no entendía. Tampoco preguntaba mucho. Siento que siempre estuve ahí como observando y tratando de ser un aporte más, que molestar o de generar inseguridades. Para mí fue el motor más importante de mi vida y también ha sido muy bonito este reencuentro por eso.
Aunque el regreso de Alamedas tiene como primera estación el show en Sala Master, proyectan algunas presentaciones más. Eso sí, no hay planes, hasta ahora, de nueva música.
“Después se van a hacer unas presentaciones en el sur -apunta Contesse-. Estamos viendo Chillán, Valdivia, Concepción, ojalá Valparaíso. Y la idea es que podamos seguir tocando. No sé si producir música nueva, porque hay un catálogo gigantesco de discos de Alamedas, hay muchas canciones. Entonces, tal vez nos gustaría mostrar el show y que haya un show de Alamedas en vivo”.

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