
Crítica de discos: Cris MJ, Kesha y Hammuravi lanzan sus apuestas
Las novedades discográficas de los últimos días tienen a Kesha con su pop de alto sabor, mientras Cris MJ se remite a la fórmula de lo urbano sin lucir. Hammuravi despliega una descarga eléctrica contundente.

*Kesha - Period
Existe un infierno en la industria musical de contratos como matrimonio sin posibilidad de divorcio inmediato. Lo sabe Taylor Swift y también Kesha (38), atada por años a Kemosabe records, la discográfica de Dr. Luke, a quien la artista denunció por violación. El productor rechazó las acusaciones con una contrademanda, hasta un acuerdo extrajudicial coincidente con el finiquito del sello, tras los pobres resultados de Gag order (2023).
Este sexto título regresa a sus primeros pasos musicales en 2009, a la manera de un colibrí que bebe del dance y de algunas manifestaciones criollas estadounidenses, con link a los últimos movimientos de Beyoncé, de pop pegajoso con bordes tejanos. El arranque es algo manido con una pieza instrumental y coral de aires celestiales, presumiendo una ascensión a un nuevo estado de giro bailable, mientras canta “solo bebo cuando estoy feliz y estoy borracha ahora mismo”.
Joyride subraya una ventaja competitiva de Kesha, la misma de Charli XCX: compone y produce su material -no de manera exclusiva-, pero tiene ideas para un pop bailable construido con herramientas poco ortodoxas como la polka. Yippee-ki-yay bate hip hop, percusión como palmas y un chicloso estribillo country, como Delusional reinterpreta la emotividad del synth pop en la agonía de los 80. Quizás todavía cuesta definir una línea exclusiva en Kesha, pero definitivamente garantiza pop súper masticable de intenso sabor.
*Cris MJ - Apocalipsis
Un París medieval inspira este tercer álbum del astro pop urbano de 23 años, oriundo de La Serena. Definido como conceptual, Apocalipsis sugiere que tras saborear el éxito global con singles como Una noche en Medellín y Gata only (junto a FloyyMenor), Cris MJ enfrenta la madurez gracias a una “travesía emocional”. El rastro de la capital francesa en el medioevo, un faro intelectual y comercial insalubre, no se encuentra en ningún lado, más allá de algún decorado gótico.
Espiritualmente reside más cerca de Miami que de La Ciudad de la Luz, con las alusiones habituales a marcas que suponen más gasto que gusto, y una medida del éxito de estricto contorno monetario.
Si de conceptos se trata, Apocalipsis resume una oda al capitalismo y el arribismo -”que ya no soy un pobre, ahora soy un rico joven, estoy viviendo mi moment” (Vamo a bailotear)-, en tanto el hedonismo se reduce al sexo explícito. Son los rincones habituales del género, tal como el thrash proclama horrores. Pero Cris MJ también reflexiona -”'toy en mi mejor momento y mi salud la tengo que cuidar”, canta en Jet, donde también caben alcances a drogas y armas -“con la code y la’ .10”-, en otra parada obligatoria del urbano. Cortes como Fashion week, RocknRoll, Una flor y Tercer cielo son excepcionales, en la medida que Cris MJ, con sus modestas cualidades interpretativas -esas que no se compran-, sale airoso de su zona de confort.
*Hammuravi - El ocaso de la bestia
Residente del devastado Barrio Puerto de Valparaíso, la música y escritora Naty Lane (ex Fatiga de Material y Adelaida) resiste en medio de una zona moribunda y nostálgica de la bohemia y la juerga. Desde un espacio fantasmal y en deterioro, su banda Hammuravi (2015) regresa con un segundo álbum grabado entre la ciudad puerto y Santiago.
El ocaso de la bestia se desarrolla dentro del linaje de los grupos donde militó la cantante, guitarrista y bajista, desatando indie, grunge y dream pop con determinación, personalidad y factura. El mundo se puede estar cayendo a pedazos pero no pierden detalle entre dinámicas fluidas y giros temperamentales, las sutilezas como el aire, la pausa y la resolución fundidos en el arranque de Cristales, y su tensión instrumental hasta el ingreso de las voces.
Líneas espartanas y dolientes -”el atardecer trajo brisas de recuerdos, yo esperaba que me amaras igual que yo”- subrayan la melancolía de Decir adiós. El imprevisto giro folclórico entre fúnebre y épico de Tres bestias junto a Veró, encaja de manera impensada en un disco de alta tensión eléctrica. Francis’ song se desbanda rumbo a Nirvana, El tesoro reverbera como si enfrentara esos temporales que otrora azotaban la costanera porteña, hasta que el ruido del mar prologa el pop onírico y romántico de Baby. Hammuravi ofrece fortalezas y brillos de rock afilado que se yergue en medio del óxido.
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