
Daniela Catrileo: “Que Dua Lipa recomendara uno de mis libros me lo tomé como un meme que había llegado muy lejos”
Por estos días, el sello Seix Barral reedita Piñen, el debut en la narrativa de la destacada escritora nacional con un libro de cuentos. En sus páginas retrató la marginalidad de los mapuche en el contexto de una gran ciudad. En charla con Culto, conversó sobre el libro, cómo incidió en su carrera literaria, y cómo vivió el momento en que Dua Lipa recomendó un libro suyo en su club de lectura.

Hacia el 2019, Daniela Catrileo Cordero era poeta y una joven estudiante de Pedagogía en Filosofía. Entre libros y plaquettes, ya llevaba 5 publicaciones en el género lírico con los que había obtenido cierto reconocimiento: había sido becaria de la Fundación Pablo Neruda, en 2011 y recibió el Premio Municipal de Literatura de Santiago 2019 por su poemario Guerra florida. Pero tal como lo hizo Bolaño, cruzó al otro lado del charco e incursionó en la narrativa. Ese año, con la editorial Pez Espiral, publicó su libro Piñen, un volumen que reunía tres relatos en los que contaba cómo era ser mapuche en el contexto de una gran ciudad como Santiago.
El libro recibió críticas entusiastas, no muchos autores habían tocado el tema mapuche de la forma en que lo hizo ella, y eso la posicionó dentro de los nombres a tener en cuenta en la narrativa chilena. Incluso, en 2020 recibió el Premio Mejores Obras Literarias Publicadas, Categoría Cuento, por Piñen.
Luego, Catrileo publicó otros volúmenes de poesía y debutó en la novela con Chilco (2023), lo que le significó su llegada a una editorial grande, Seix Barral, y por ende, su confirmación en las ligas mayores. Ahora, Seix Barral acaba de reeditar Piñen, en una edición ampliada con un prólogo de la académica Claudia Zapata, además de incorporar un nuevo relato. Sobre eso, Catrileo conversó con Culto.

“Si bien desde adolescente tenía el deseo de escribir sobre el barrio en el que crecí, retratar ese escenario particular donde aparecen los blocks, las viviendas sociales y la comunidad de la periferia, el verdadero impulso fue un relato que me contó mi mamá sobre un chico joven asesinado en esa población. Mientras ella hablaba, yo me imaginaba que podía haber sido un excompañero del colegio. Nunca supe si fue así, pero su palabra movilizó una imagen, y esa imagen fue la puerta de entrada para escribir. Al principio pensé que sería un poema o un fragmento del Diario, pero el texto se fue ficcionando y ramificando”.
¿Cuál era tu contexto de vida cuando escribiste Piñen?
Vivía en el centro de Santiago, había publicado poesía y repartía el tiempo entre los estudios de filosofía, la práctica en el Liceo Confederación Suiza y un trabajo de medio tiempo en un sex-shop famoso.
Venías de la poesía, ¿cómo fue ese paso a la narrativa?
Personalmente, me interesa pensar la escritura como un trabajo de impurezas y derivas. No hago una separación tajante entre géneros, principalmente porque no planifico lo que escribo. Más bien son ciertos impulsos, obsesiones y recolecciones los que van dando forma a una obra. A partir de la investigación, las lecturas y el material reunido, recién empiezo a tantear un ritmo, ciertas imágenes. En ese sentido, defiendo la lentitud que requiere la creación: trato de macerar los textos, abandonarlos y luego retomarlos. Quizás el verdadero paso hacia la narrativa fue más bien exterior, porque implicó una transformación en términos de visibilidad.
Para esta edición agregaste un cuento más, ¿por qué?
Fue una invitación de Rohan Kamicheril, editor de Farrar, Straus and Giroux en Estados Unidos. Cuando empezamos a conversar sobre la posibilidad de publicar con ellos, surgió la propuesta de robustecer el libro con un ensayo de entrada y un nuevo relato, como una forma de introducir Piñen a un mundo editorial más amplio. Al principio pensé en sumar un cuento que ya tenía escrito, pero decidí asumir el desafío de retomar el tono y la voz de la protagonista, para sostener esa ambigüedad que tiene el libro: algunas personas lo leen como una novela, otras como un conjunto de relatos. Así nació Y si la tierra debe regarse con sangre. Estuve un buen rato pensando cómo continuar con esa voz. Y bueno, esa conversación-invitación en torno al nuevo relato se extendió también a la nueva edición de Seix Barral, como parte del contrato. Aunque en este caso no se incluyó el ensayo, sumamos un texto de la historiadora Claudia Zapata, quien fue una de las presentadoras de la primera versión del libro.
¿Qué es lo que te gusta del género cuento en relación a la novela?
La posibilidad de habitar intensamente un mundo pequeño por un instante de tiempo, ese breve paso por un territorio imaginario.
Temas como la violencia, la desigualdad, la marginalidad y la discriminación hacia los mapuche que viven en Santiago ocupan lugares importantes en este libro, ¿qué te motivó a incursionar ahí?
Quise evidenciar que somos un pueblo heterogéneo, que habita diversos territorios, y que una parte importante de nuestra población, tras procesos de migración forzada, ha crecido en distintas ciudades, mapuchizando esos lugares. Ahí nos hemos encontrado con un mundo chileno de componente popular, cuyos antepasados también cargan con una memoria de migración campo-ciudad. Me interesan esas mixturas, los puntos de encuentro, las colisiones, las estrategias de sobrevivencia. No rehúyo la violencia, al contrario, pero también me importa retratar las posibilidades de perseverar con un tejido comunitario, de impulsar la ternura, el amor, el humor, pese a todo.
El tema de los cuerpos ocupa al menos 2 de los relatos (los dos primeros), ¿qué es lo que te interesa de esa dimensión?
Todo. El cuerpo escribe, piensa, siente. El cuerpo se afecta y aprende, el cuerpo es parte del tejido del mundo. Me interesa cómo el cuerpo se vincula con otros elementos que son parte de ese tejido, lo sensible como formas de conocimiento, de memoria, de deseo.
El relato Warriache narra las vivencias de dos amigas en la ciudad. ¿Cuánto crees que esa experiencia de ciudad se ha mantenido o cambiado?
Considero que hay elementos que se mantienen: los viajes desde la periferia hacia el centro, la falsa clase media, el mito del sueño de la casa propia, las poblaciones periféricas con una amplia población mapuche que lucha por mantener su cultura en esos espacios. Los warriache resisten y celebran, como todos. Creo que hay muchas historias similares a las de Yajaira Manque y Caro Calfuqueo, su historia de amor y amistad es inagotable. Me las imagino perfectamente caminando en este momento por diversas ciudades, preguntándose por su identidad, debatiendo sobre el aborto, recordando sus infancias, pensando si retornar o no al Wallmapu.
¿Qué significó Piñen para tu carrera literaria?
El reconocimiento de Piñen en los Mejores Obras Literarias del Ministerio de las Culturas marcó un giro en el recorrido de mi trabajo. A partir de ese premio y de su publicación, el libro comenzó a circular en otros espacios, alcanzando a lectoras y lectores que no venían necesariamente de la poesía ni conocían mi escritura. Esa apertura generó un movimiento inesperado: la narrativa se volvió un canal de expansión, llegando a otros territorios, otras lenguas y contextos. Con el tiempo, surgieron traducciones, publicaciones en el extranjero, entrevistas, invitaciones a ferias y colaboraciones con revistas literarias, lo que amplificó el diálogo y la crítica. Para mí ha sido un tránsito sorpresivo y muy sensible, que me ha permitido conversar con personas diversas sobre historias marcadas por el despojo: experiencias migratorias, familiares, racializadas, que aunque vienen de lugares distintos, encuentran resonancia en el relato compartido.
¿En qué estás trabajando?, ¿proyectos futuros?
Por ahora revisando y editando poesía y ensayo.
En otro ámbito, Dua Lipa recomendó tu novela Chilco en el marco de su club de lectura, ¿cómo lo viviste?, ¿qué te pareció el hecho?
Me lo tomé como un meme que había llegado muy lejos, con el humor que requiere una noticia de ese estilo. Cuando supe que era real, me puse a investigar el Club de Lectura Service95 y la curatoría que realizan. Desde esa perspectiva, me parece significativo que alguien con ese nivel de fama tenga un vínculo con la literatura, especialmente desde el diálogo colectivo: leer con otras. Además, me llamó la atención que varios de los libros y autoras que han escogido son personas que también leo y admiro.

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