
El Bueno, el Malo y el Feo: elogio a un extraordinario western que marcó época (y que vuelve)
Original de 1966, la cinta protagonizada por Clint Eastwood acaba de volver a la plataforma Mubi en su versión más extensa. Fue un filme donde Sergio Leone desarrolló su gran amor por el género western y contó con la ayuda invaluable de Ennio Morricone. Acá, revisamos aquellos elementos que le dieron distinción a la película.

Tras el fin de la serie Rawhide, que CBS había estado produciendo, Clint Eastwood quedó desocupado. En eso le llegó una interesante oferta. Nuevamente lo contactaba el cineasta italiano Sergio Leone, con quien había trabajado en los westerns Por un puñado de dólares (1964) y Por unos dólares más (1965). Las películas estaban ambientadas en el viejo oeste estadounidense, pero producidas en Europa. Tras pensarlo un poco, Eastwood aceptó volver a calzar el traje de cowboy sin nombre.
El nuevo filme tenía un nombre con tufillo a declaración: El bueno, el malo y el feo. Estrenado en 1966, pasaría derecho a la historia del cine, acaso como un ejemplo canónico de los westerns. Acaba de arribar a la plataforma Mubi, en su versión más extensa, de 179 minutos.

En el celuloide vemos la historia de dos pillastres: el “Bueno” -Eastwood-, de quien solo sabemos su apodo “Rubio”; junto con el “Feo”, Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez (Eli Wallach), conocen el secreto para llegar a un tesoro cuantioso de 20 mil dólares enterrados en la tumba de un cementerio. El problema es que cada uno conoce la mitad de la información: el “Bueno” conoce cuál es la tumba, y el “Feo”, el cementerio. Ambos la recibieron de boca del un moribundo soldado confederado. Detrás de ellos, el “Malo”, Ojo de ángel (Lee Van Cleef) también se interesa por el botín.
Los tres forjan sucesivas alianzas y traiciones dependiendo de cómo avanza la búsqueda del tesoro. Tan cambiantes como las condiciones del terreno y el lugar, marcados por la Guerra Civil de Secesión, que es el telón de fondo del celuloide. El conflicto entre Norte y Sur a los forajidos solo les sirve en la medida de que les ayude a llegar al oro.

El western era un género que Leone adoraba y defendía a ultranza. Así lo señaló en una entrevista para la revista American Film, de junio de 1984. “El western no ha muerto, ni ayer ni ahora. Es el cine —¡ay!— el que está muriendo. Quizás la película de gánsteres, a diferencia del western, disfrute del precario privilegio de no haber sido consumida hasta los huesos por los profesores de la verdad sociológica, por los maestros de la desmitificación hasta la saciedad".
Y en charla Toronto Film Magazine, de 1978, señaló: “Nunca había pensado en hacer un western, ni siquiera mientras lo hacía. Creo que mis películas son westerns solo en su aspecto exterior. En ellas se encuentran algunas de mis verdades, que, afortunadamente, veo, pertenecen a muchas partes del mundo. No solo a Estados Unidos. Mi discurso abarca desde “Por un puñado de dólares” hasta “Érase una vez en América”. Pero si observas con atención todas estas películas, encuentras en ellas los mismos significados, el mismo humor, el mismo punto de vista y, también, las mismas dificultades".
En el largometraje, la gracia es que todos los personajes tienen ambigüedades, nadie es completamente blanco o negro. Algo que Leone tomó siempre en cuenta. “Probablemente el mejor escritor de westerns fue Homero -dijo en 1987-. Sus personajes nunca fueron del todo buenos ni del todo malos. Son mitad y mitad, como todos los seres humanos. Y busco, como Diógenes con su linterna, a todos estos maravillosos seres humanos. Aún no los he encontrado”.

A Leone le gustaba trabajar con Eastwood, y no dudó en pedirle que volviera a calzarse el traje de cowboy. “Se cuenta que cuando le preguntaron a Miguel Ángel qué había visto en ese bloque de mármol en particular, que eligió entre cientos, respondió que vio a Moisés. Yo daría la misma respuesta a tu pregunta, solo que al revés. Cuando me preguntan qué vi en Clint Eastwood, quien interpretaba no sé qué clase de papel mediocre en una serie de televisión del Oeste en 1964, respondo que lo que vi, simplemente, fue un bloque de mármol”.
“Sergio fue fantástico para mí -declaró el mismo Eastwood, en 2017-. Yo era un jovencito, después de haber trabajado tres años en Rawhide con un director italiano que no hablaba inglés. Pensé que era una locura, y esa locura me intrigaba. Pensé que habría un enfoque completamente diferente, pero probablemente sería simplemente horrible”.

“La música es más expresiva que el diálogo”
A quien Leone tampoco le dio tantas indicaciones fue al compositor Ennio Morricone, quien le dio forma a la música incidental de la película y sin querer, creó la banda sonora más copiada de la historia. Aquel silbido muy melódico y recordaba que de inmediato lleva al oyente a imaginarse unos cowboys en duelo, un bar, un deserto. Curiosamente, Morricone no necesitó ver ninguna escena para crear esos sonidos.
“Le pido a Ennio temas que incorporen fácilmente a mis personajes. Nunca ha leído un guion mío para componer la música, porque muchas veces la compone antes de escribir el guion -contó Leone en 1978-. Lo que hago es darle sugerencias y describirle mis personajes, y luego, con frecuencia, escribe cinco temas para un personaje. Y cinco temas para otro. Y luego tomo un fragmento de uno de ellos y lo combino con un fragmento de otro para ese personaje, o tomo otro tema de otro personaje y lo incorporo a este... Y cuando finalmente tengo a mis personajes vestidos, entonces compone. Y graba con una pequeña orquesta —12 músicos— y luego lo escuchamos. Y luego pasamos al guion".

“No entro en detalles con él. Le transmito la sensación y las sugerencias de los personajes. Esto casi causó un escándalo en un momento dado, con algunos actores, cuando se encontraron por primera vez frente a una grabadora para ensayar una escena que estaba a punto de rodarse. Pero debo decir que, al final, algunos actores incluso prefieren doblarse más tarde en la película para no perder la música que suena mientras actúan. Prefieren que la música arruine la banda sonora y doblarse después. Durante el rodaje, es muy importante y útil para un actor sumergirse en una atmósfera creada y sostenida por la música”.
Leone siempre fue consciente que gran parte del carácter de la cinta pasó por la música de Morricone. “Siempre he creído que la música es más expresiva que el diálogo. Siempre he dicho que mi mejor diálogo y guionista es Ennio Morricone. Porque, a menudo, es más importante una nota o una orquestación que una línea dicha. Cuando logras expresar algo con la mirada y la música, en lugar de decirlo con palabras o que el personaje hable, creo que es una obra más completa".
Para el crítico de Cine de La Tercera, Rodrigo González, este es el mejor filme de la llamada “Trilogía del dólar”. “Es la más espectacular por su puesta en escena, incorpora el tema de la Guerra Civil, incluye a un actor del llamado ‘método’ como Eli Wallach en el rol del mexicano Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez y además contiene que puso a Ennio Morricone en el mapa mundial de grandes compositores de bandas sonoras”.
“Algunos prefieren Por unos Dólares Más, pero para mí la más completa y ambiciosa de la trilogía es El Bueno, el Malo y el Feo, que también presagia algo de la nostalgia por un mundo perdido que se repetirá en Érase una Vez en el Oeste (1969)”.

González destaca el trabajo del rudo Eastwood. “Aunque tanto Clint Eastwood como Morricone ya habían estado en las dos cintas anteriores, acá se produce algo sí como la cristalización máxima de sus capacidades. Hay que reconocer que Eastwood nunca fue un gran actor, pero el realizador Sergio Leone sabía utilizar perfectamente sus atributos y en el rol del ‘bueno’ está perfecto. Sólo le basta masticar el cigarro que se pone en la boca, apuntar con el rifle y subirse al caballo”.
Además, comenta sobre los otros personajes: “Wallach como el ‘feo’ es el costado cómico de la historia y eso hace que la película se emparente más con la comedia a la italiana que los dos westerns anteriores. En fin, Lee Van Cleef tiene una mirada perturbadora y una presencia que ya había mostrado en Por unos Dólares Más y que acá es ideal en la escena inicial, que luego fue homenajeada en el comienzo de Bastardos sin Gloria, de Quentin Tarantino”.
A modo de coda, González remata: “Por supuesto que los amantes del western clásico desprecian esta película, pues la consideran un subproducto de un realizador sobrevalorado. Por el contrario, yo creo que es extraordinaria, influyente como pocas y parte del gran cine italiano de la posguerra, el mejor de Europa con el permiso de la Nueva Ola francesa”.
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