Seis pilares de inspiración griega, sobre una plataforma con escaleras, recibieron en el escenario a Kidd Voodoo. Un diseño de aire heroico que se plantó para marcar un hito en el primero de los 7 shows del “sátiro” en el Movistar Arena.

Lo de Voodoo es un acontecimiento para la música chilena. Ningún artista ha vendido siete shows en el lugar, ni siquiera la Revuelta de Los Tres. Una muestra de que su apuesta por expandirse fuera del nicho de la música urbana, le pagó.

El público juvenil, que repletó el Arena (probablemente muchos se repitieron desde los dos shows de Easykid en el mismo lugar), clamaba por su ídolo. “David! David!’, le llamaban, por su nombre de pila. Y pasadas las 21.00 horas, David León, apareció en escena. La ovación fue ruidosa. El griterío intenso y entusiasta.

Kidd Voodoo se hizo esperar. Comenzó a cantar El final, sin estar presente en escena. Su voz bastaba para el misterio. Una luz blanca frontal le dio la bienvenida. El juvenil respetable bramó. Siguió con Dándole y Un día, temas de su disco Satirología vol.3, publicado este año. Ahí se desató la ambiciosa puesta en escena, de rayos láser, flamas y una máscara color plateada que le cubrió el rostro. La fanaticada comenzó a bailar sin más y coreó los temas pese a que se publicaron sólo hace unos meses. Un indicador más del arrastre del “sátiro”.

Con cuerpo de baile vestido de riguroso negro en el escenario, Voodoo comenzó a cantar High. Pero, mientras cantaba, bajó y caminó hasta un escenario más pequeño montado en el centro del Arena. Una sorpresa para el público que gatilló las cámaras de los celulares. Volvió al escenario central donde despachó temas como Satirología y Grabándote, sin pausas, directo, como en una discoteca.

“Empecé tocando en el patio de mi abuela y ahora estoy aquí”, comentó en el primer momento de pausa. Por momentos parece que David no lo pudiera creer. Pero Kidd Voodoo, sí.

Vestido de negro, con una brillante cadena que destacaba en el look, Voodoo tuvo banda en vivo. Pasaban algo más desapercibidos al notarse traslúcidos tras la pantalla central, pero son claves en potenciar el impacto del show. Debería destacarlos más.

El momento se aprovechó para anunciar una novedad; en la pantalla apareció el célebre reggaetonero Yandel, quien participará en el próximo sencillo de Kidd Voodoo, titulado Muñecota. Un guiño al perreo vieja escuela, que fue celebrado por el respetable.

Como era una noche larga, el show se articuló con un ritmo rápido. Young Cister fue el primer invitado de la noche, para hacer Fashion Girl.

Momentos después, el público bramó con la aparición en escena de Jere Klein, uno de los artistas urbanos más populares del momento y que también se volvió un fenómeno. Cantando cada uno en un pequeño escenario en el centro del Arena, hicieron su sencillo en conjunto Whisky a la roca. Un hit de pulso bailable que mantuvo el perreo en alto.

Un momento esperado era la aparición de Katteyes. Los temas juntos y su participación en el Festival de Viña, como invitada en el show de Voodoo, la hacían un nombre ineludible. Y así sucedió. La ovación atronó cuando la cantante entró por la parte central del escenario mientras cantaba Tas texteandome, la misma que hicieron en la Quinta Vergara.

Ella mostró un desplante natural y baila como si estuviera en la disco. Se reúne con Voodoo en el centro del escenario y arremete con Ponte lokita. El “sátiro” le cede protagonismo y ella no desentona. Despacha pasos de baile y poses como para un reel. “Chao Movistar”, se despide. Con eso le bastó.

Y tal como en Viña, hubo un momento para los 4F, el junte de Voodoo, Young Cister, Easykid y Drefquila. Una alianza que los potencia y les permite compartir en sus respectivos shows. Juntos interpretaron Enrolar remix, con un momento para cada uno que finaliza con los cuatro en el centro, como si fueran héroes de acción.

De sorpresa, la acción pasó al fondo del Arena. Kidd Voodoo se movió a otro escenario más pequeño junto a la mesa de sonido, cerca del acceso. Los jóvenes fans corrieron para ubicarse más cerca y tomar fotos. Ahí interpretó la tranquila Perdámonos, solo iluminado con una luz blanca.

Tras apenas un instante de pausa, el encore mostró a Voodoo en su faceta más indie. Fue el segmento en que pasaron temas de su banda Resonancia Etérea, quienes lo acompañaron en el escenario; La verdad y Frío, del disco Satirología vol.3, y el hit Confortas pero dañas. Todos coreados a rabiar por la gente. Este proyecto merece más atención.

Otro instante fue la interpretación de Ángel para un final, de Silvio Rodríguez, con una referencia en pantalla al fallecido Galee Galee. Un golpe de efecto que el respetable premió con el aplauso. En la pantalla se sucedieron fotos de personas fallecidas, incluyendo hasta a Felipe Camiroaga.

El final marcó un momento emotivo con la participación de Los Bunkers, al completo. Una vuelta de mano de la invitación que estos le hicieron a una fecha de su gira acústica en Viña del Mar. Juntos interpretaron Bailando solo, apropiada para el show y el público juvenil. A esta le siguió Debo aterrizar, la colaboración que el “sátiro” firmó con los penquistas en Satirología vol.3. El coreo fue masivo y marcó un emotivo cierre para un show intenso.

En un año en que recibió ovación en el Festival de Viña, donde era uno de los más aplaudidos en el palco de los jurados, y tuvo un destacado paso por Lollapalooza, Kidd Voodoo cumplió con las expectativas. Un momento que muestra la amplitud de su material y su potencial para volverse más transversal. Solo depende de él.