
Miguel Conejeros, músico chileno: “Hoy la electrónica está más etiquetada. No es mejor ni peor, simplemente diferente”
Uno de los artistas emblemáticos de la escena underground chilena de los 80 publica un disco y un libro que recoge el material de sus años en solitario, posterior a Pinochet Boys y Los Parkinson. Además, ahí sintetiza su mirada de los primeros días de la electrónica en el país: "Éramos, de manera sana, un poco más ingenuos", rememora.

“Acomodo el espejo retrovisor antes de seguir”. En el caso de Miguel Conejeros, la metáfora automotriz que plantea es adecuada: Fiat 600 se llama el alter ego con que en los últimos años se ha vinculado a diversos lenguajes de la música electrónica, en una apuesta que propone presente, pero que también abraza el despertar del género en el país, en una escena en la que fue militante activo.
Un legendario Fiat 600 fue, por lo demás, el auto que su hermano vendió en los años 80 para facilitar el origen de su banda, Pinochet Boys, emblemas del circuito underground de esos días en oposición a la dictadura de Augusto Pinochet. “Ese fue el inicio de Pinochet Boys. En vez de estudiar partituras o conceptos musicales, lo que estudiaba era el catálogo de la Roland SH101 para ver cómo funcionaba, entender qué eran las frecuencias y conocer los circuitos”, retoma el músico al evocar ese conjunto que significó un fenomenal cruce de discurso político, punk, synth pop y new wave.
Por tanto, las ruedas son un elemento medular en el credo creativo de Conejeros. Pero para moverse en ambas direcciones: como un rescate del pasado que propulsa lo que anhela conseguir a futuro. “A veces, para avanzar, necesitamos mirar atrás. Como subirme al Fiat 600 y acomodar el retrovisor antes de seguir; no para volver al pasado, sino para entender dónde estamos y seguir hacia adelante. Revisar la historia personal y el contexto nos da perspectiva, dirección y claridad para el camino y las curvas que vienen”, dice el artista en conversación con Culto.
En ese contexto se entiende su actual anuncio: Prototipo, un disco y un libro editado por el sello Grieta label y donde el también productor y DJ desempolva demos y rarezas acumuladas entre 1994 y 1998, en una colección de 30 piezas sonoras rescatadas meticulosamente de viejos casetes, DATS y Mini Disc, todos hallados en una maleta olvidada. Es la era donde Fiat 600 empezó a dejar atrás sus capítulos colectivos -de Pinochet Boys a Los Parkinson- para empujar una vida en solitario, metamorfosis que se mantiene hasta hoy.

Casi 30 años después, el material revela exploraciones que transitan entre el IDM, el techno, el dub, el ambient y, por supuesto, su criollo y patentado luma & bass. Esta travesía pretérita viene acompañada de un libro en el que Conejeros reflexiona sobre la música electrónica y sus procesos creativos, además de hacer un viaje testimonial de la vibrante escena underground chilena, evocando nombres formativos y lugares fundamentales.
“La disquería Background de Chávez y Umaña; Felipe Raurich y Marcos Vergara, alguna vez los grandes proveedores de música; Jorge González y Disco G, la Ballenera y las primeras raves; la Casa Club, Federico Froebel, Microman; el Eclipse, los Bucci y Panam, Pirata Records, Blabla Records, Mente-0, en fin; muchas otras personas y lugares viven detrás de estos sonidos que -claro está- no se hicieron solos y mucho menos de un día para otro”, enumera el artista.
Después, agrega: “Hoy, 30 años después, los materiales me preguntan cuánto del futuro que busqué se encuentra en lo que se construyó en el pasado”. Eso sí, nuevamente pone a raya cualquier ejercicio evocativo: “En ningún caso es un ejercicio de nostalgia, si no más bien algo que tiene que ver con mi obsesión de cerrar etapas, etiquetarlas y guardarlas. El proceso creativo no es solo producción; es el recorrido que va trazando la identidad artística. Revisitarlo es reconocer lo que nos formó, con todos sus errores y carencias; y guardarlo es como cerrar un libro y colocarlo en la biblioteca; no se pierde, se conserva como parte de lo que somos”.

-¿Qué proceso creativo de su historia representa este proyecto?
Fue el momento en que comencé a hacer música en solitario. Atrás habían quedado los Pinochet Boys, Carlos Calor, Los Parkinson, Los Artistas y otros experimentos colectivos. Ahora tocaba hacerme cargo de todas las piezas de mi propio discurso estético y creativo; como siempre, lanzándome al vacío, de puro subido por el chorro. Era apenas el prototipo de un viaje que continúa hasta hoy. Los inicios, el primer computador para hacer música, las primeras incursiones 100% digitales, los primeros intentos por saltarme las estructuras tradicionales del pop, la búsqueda de sonidos diferentes, y como siempre, la necesidad de sorprenderme con los nuevos lenguajes que iba descubriendo.
-Los 90 en general son un proceso bastante prolífico para la música chilena, del pop al rock, de la fusión a la electrónica. En ese instante, ¿se sentía parte de ese contexto?
La verdad nunca me he sentido parte de nada, solo he sentido, al igual que hoy, una pulsión por explorar los límites de la creatividad con los recursos que he tenido a mano, a veces con más, otras con menos. Para mi agudizar el ingenio, desde siempre ha sido una honrada manera de pasar los días. Encuentro un estímulo vital en representar y cuestionar el entorno de una manera creativa. Da lo mismo la técnica, me interesa más la gestualidad de los procesos. Por ejemplo, en una época como esta, de optimización emocional, en la que hasta la soledad es un modelo de negocio, para mí el error es un acto de resistencia.

-¿Cómo definiría y qué características tenía la escena chilena electrónica de la primera parte de los 90?
Me parece que en ese tiempo la escena era más ecléctica: la mezcla de estilos y formas resultaba muy enriquecedora para tomar referentes de distintas fuentes. Además, era más pequeña, y quienes participábamos nos conocíamos todos. Nunca sentí algo parecido a la competencia; al contrario, predominaba un espíritu colaborativo. Existían lugares como la disquería Background, que funcionaban como polos de encuentro a los que todos acudíamos. Hoy, en cambio, todo está más segmentado y etiquetado, como pequeños guetos. No es mejor ni peor, simplemente diferente. Quizás también éramos, de manera sana, un poco más ingenuos.
Conejeros acota que “creo que Dandy Jack fue un personaje clave para que las cosas comenzaran a moverse. No solo hizo muy buena música en esa época, sino que además fue quien ató los cables que faltaban. Armó puentes con la comunidad alemana, entre ellos, Uwe Schmidt, más conocido como ATOM TM; Tobias Freund, o simplemente Tobias; o Ricardo Villalobos, entre otros. En ese intercambio abundaron los casetes de música de la época, los cuales eran copias que Dandy Jack traía a Chile: Cabaret Voltaire, Telex, Liasons Dangerous, Honey Moon Killers, Front 242, Esplendor Geométrico, Einzetender Neubaten, Nitzer Ebb, YMO, y un montón más. Todos estos casetes, grabados de forma pirata, contenían además material de sus amigos”.
-¿Cuál diría que es su huella en la escena electrónica chilena durante los 90?
Esto no es una publicación ni póstuma ni definitiva, entiendo esta carrera como una carrera de fondo en el que cada paso anterior va dejando algo, sobre todo a nivel personal. Lo que sí puedo decir, y que me enorgullece, es que siempre con todos los trabajos que he realizado desde los Pinochet Boys, los Parkinson, etc. y hasta ahora, siempre se me ha acercado gente joven a decirme que se atrevieron a hacer música o una banda después de ver las cabezas de pescado que yo hacía. Y eso para mí ya es mucho.

-Usted es muy cercano a Jorge González. ¿Cuál diría que es la contribución que él realizó a la escena electrónica nacional en esos años?
La alargada sombra de Jorge atraviesa toda nuestra cultura musical contemporánea. Es omnipresente; lo encontramos en el pop, el punk, el hip hop, la balada, la música de baile y en la electrónica más avanzada. Resulta impresionante la cantidad de material que sigue entregando hasta hoy. En el ámbito de la música electrónica, Jorge alcanzó hitos de talla mundial, como lo fue Gonzalo Martínez, entre otros. Su obra en el campo de la música electrónica es inmensa, aunque en Chile ha quedado, en parte, eclipsada por su otra gran creación, Los Prisioneros. No hay que olvidar que Pateando Piedras, es un disco esencialmente de música electrónica.
*El libro y el disco Prototipo se lanzará este jueves 21 de agosto, a las 19.00 horas, en la disquería Club de Fans (Torres de Tajamar, Av. Providencia 1100, local 21). El lanzamiento contará con la participación de la periodista Marisol García, el musicólogo Marco Vergara y el escritor y traductor Rodrigo Olavarría, además de una performance en vivo de Fiat600.
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