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Siri Hustvedt: “Perder a un cónyuge es una de las pérdidas más dramáticas que se puede experimentar”

Antes de su charla en Santiago en 100 Palabras, la escritora y Premio Princesa de Asturias conversa con Culto sobre el regreso de Donald Trump y el avance de un proyecto político que amenaza la democracia estadounidense. Desde Nueva York, aborda además la muerte de Paul Auster, el duelo, el valor terapéutico de la escritura y el modo en que las ciudades —incluida Santiago— moldean la conciencia literaria.

Siri Hustvedt: “Perder a un cónyuge es una de las pérdidas más dramáticas que se puede experimentar” Foto: Andrés Pérez / La Tercera

Uno de los grandes recuerdos que la reconocida escritora Siri Hustvedt atesora de sus visitas a Santiago tiene que ver con una pequeña escultura. Junto a su esposo, el fallecido escritor Paul Auster, visitó el Museo Chileno de Arte Precolombino, donde se toparon con una pieza que los conmovió profundamente.

“El museo tiene una obra absolutamente extraordinaria. Se quedó grabada en todo mi cuerpo”, cuenta Hustvedt a Culto vía Zoom. “Mi esposo y yo hicimos un recorrido juntos y una de las cosas más bellas que vi fue una escultura diminuta de una mujer dando a luz. Era absolutamente asombrosa. Paul y yo nos quedamos mirándola con inmenso placer. Es uno de mis grandes recuerdos”.

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Las ciudades y su pulso son parte esencial de la conciencia literaria de Hustvedt. Por ello, la Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 ofrecerá una conferencia remota en el marco de Santiago en 100 Palabras. Consultada por este medio, la autora profundiza en la conexión entre las urbes y la narrativa.

“Me he dado cuenta de que, con el tiempo, he empezado a pensar en las ciudades casi como organismos colectivos. Hay un pasaje famoso de Diderot en la Enciclopedia francesa donde habla de un enjambre de abejas como un organismo singular. ¿Son muchos seres distintos o es un solo ente que funciona mediante la coordinación? Creo que las ciudades son así. Nueva York es una ciudad particularmente ‘plástica’; es decir, está en continuo cambio. Eso es parte del placer de vivir allí. Al mismo tiempo, como residente de larga data —vivo en Nueva York hace 45 años— a veces siento que me están arrebatando cosas. Tengo una memoria larga de la primera ciudad a la que me mudé, y no es la ciudad en la que vivo ahora. Luego tienes ciudades como París, que he visitado muchas veces y que tiene una realidad más estable, probablemente porque el Estado la protege de una forma que no ocurre en Nueva York. Y, por supuesto, está Santiago, que es una ciudad que realmente amo, aunque no puedo decir que sea íntima con ella. Me gusta mucho su ‘sentir’. Hace poco estuve en una conferencia en Palermo, Italia; solo estuve cinco días, pero me encantó esa sensación de juventud y entusiasmo en sus calles. Las ciudades son criaturas vivas”.

Siri Hustvedt. Foto: Mario Téllez, La Tercera.

Hustvedt (Northfield, Minnesota, 70 años) es mucho más que una novelista de éxito; es una de las intelectuales más transversales de la actualidad. Su prestigio emana de ficciones icónicas como Los ojos vendados (1992) o El verano sin hombres (2011), y de una prolífica labor como ensayista en títulos como La mujer temblorosa (2009). Pero, además de ser una pensadora brillante, Hustvedt ha abierto su intimidad a los lectores en su obra más reciente.

Por estos días circula en Estados Unidos Ghost Stories (Historias de fantasmas), donde escribe sobre su relación con Paul Auster, quien falleció de cáncer en 2024 (por ahora, sin fecha de llegada a Chile en castellano). Para la autora, la escritura fue el canal para afrontar el duelo y rescatar la voz de su compañero, cuya obra también estuvo indisolublemente ligada a la “Gran Manzana”.

—Paul Auster escribió extensamente sobre Nueva York, especialmente en la Trilogía de Nueva York y en Brooklyn Follies.

—Sí, así es. De hecho, para ambos, situar algo en Nueva York es especial. Paul convirtió a la ciudad en la Trilogía en una especie de zona de misterio, una capa de lenguaje sobre la ciudad misma. Ese libro trata realmente sobre las palabras y las cosas. Varias de mis novelas también transcurren allí.

—¿Qué elementos cree que hacen de Nueva York un escenario literario tan único? Usted la llamó una ciudad “plástica”.

—Sí, es muy plástica porque no se queda quieta, lo cual es parte de su fascinación. Pero déjeme añadir un comentario político: ahora mismo estoy en mi estudio, y abajo tengo una habitación llena de libros donde hay una pequeña foto de los años 90 que dice: “USA out of NYC” (EE. UU. fuera de Nueva York). Eso fue durante los años de Gingrich, cuando la derecha atacaba a la ciudad. Ahora están atacando a Nueva York otra vez, pero de una manera mucho más peligrosa, porque la administración Trump está haciendo todo lo posible por consolidar un poder autoritario. Las ciudades que se consideran “azules” o demócratas están bajo una presión y un asedio particular. Ese eslogan de “EE. UU. fuera de Nueva York” adquiere un significado adicional en este momento.

—Hablemos sobre Paul Auster. ¿Cómo está lidiando con su ausencia?

—Es una pregunta que yo también me hago. Quiero recalcar que la mayoría de nosotros, si vivimos lo suficiente, perdemos a la gente que amamos. El proceso del duelo es algo que le toca a cualquiera que tenga la suerte de vivir lo necesario para empezar a perder amigos. Perder a un cónyuge es una de las pérdidas más dramáticas que se pueden experimentar. Hay dos lados en esto: justo después de que Paul murió, supe que tenía que escribir sobre él. Así que empecé un libro, Ghost Stories (Historias de fantasmas), que fue mi tabla de salvación. Lo terminé nueve meses después de empezar. Creo que esto testimonia cómo el trabajo creativo puede ayudar en el duelo. El libro fue, en parte, un intento de resurrección. Obviamente, no resucitas a nadie escribiendo, pero quería traer algo del hombre de vuelta a la página, no solo para mí, sino para los demás. Tras terminarlo, extrañé el proceso. Ahora voy a retomar una novela que tenía a medio terminar cuando Paul murió.

Siri Hustvedt, escritora estadounidense autora de Los ojos vendados. Foto: Andrés Pérez, La Tercera.

—¿Ghost Stories es un homenaje a Paul?

—Ciertamente lo es, pero no es una hagiografía; no es “la santidad de Paul Auster”. Yo estaba demasiado cerca de él para escribir algo así. Utilicé 35 páginas de cartas que él le escribió a nuestro nieto, Miles, que solo tenía cuatro meses cuando Paul murió. Las integré en el flujo del libro, por lo que la obra tiene dos voces. Mi voz es dominante, pero él tenía la intención de hacer este pequeño libro familiar para Miles y no pudo terminarlo. Ver esas dos voces distintivas juntas me hace muy feliz. No es precisamente un diálogo, pero tiene un carácter dialógico. Paul habla y yo también.

—¿Qué fue lo que más le sorprendió del proceso de escritura de este libro?

—Fue curioso. Tenía la idea de integrar las cartas y sentía el arco del libro. No quería que fuera excesivamente largo. Estuvimos juntos 43 años, podría haber escrito miles de páginas, pero mi objetivo era capturar su enfermedad, su muerte y mi duelo matizados con recuerdos del matrimonio, de nuestra larga historia de amor y amistad. Mientras trabajaba, pude sentir cómo el libro encontraba su propia forma.

—¿Escribir le ha ayudado a navegar por el proceso de duelo?

—Creo que sí. Durante cuatro años fui profesora voluntaria de escritura para pacientes psiquiátricos y ahora imparto un seminario para residentes de psiquiatría. Lo que entendí enseñando es que existe un valor terapéutico en la escritura, especialmente en la carga emocional. Hay estudios que muestran que 20 minutos de escritura emocional diaria pueden mejorar la función inmunológica, el estado de ánimo y otras funciones vitales. Cuando pones algo en la página y escribes “Yo”, ese “yo” queda fuera de ti en el papel. Crea una distancia. Además, hay un juicio involucrado: “¿Es esto lo que quería decir? ¿Es una oración emocionalmente correcta?”. Ese trabajo enfría el calor de la emoción. El libro tiene partes divertidas, incidentes cómicos que compartimos, y eso me dio placer al escribirlo. No fue solo duelo puro, aunque incluí pasajes de mi diario durante su enfermedad que son bastante crudos.

—¿Cómo era Paul Auster como persona?

—Tendrá que leer el libro para conocer al hombre detrás del escritor (ríe). Pero puedo decirle que era una persona compleja y profunda. Un aspecto que a menudo no se reconoce es que era realmente divertido; tenía un gran sentido del humor. En el libro hablo de la fama y de cómo su reputación creó una distancia con su verdadero carácter. Él no vivía dentro de sí mismo como una “persona famosa”. Hay gente que empieza a hablar de sí misma en tercera persona —Donald Trump es uno de ellos— porque han perdido la conexión con su ser interno. Eso nunca le pasó a Paul.

“Estamos ante un régimen violento y antidemocrático”

—Cambiando de tema, ¿cómo analiza la situación actual en los Estados Unidos con Donald Trump?

—Le diré lo que pienso: creo que Estados Unidos se está consolidando rápidamente como un estado autoritario con rasgos neofascistas muy fuertes. He estado diciendo esto por mucho tiempo. Lo más inquietante es cómo los grandes medios corporativos han distorsionado la realidad pretendiendo que todo sigue igual, como si fuera posible informar con normalidad sobre acciones que son abiertamente ilegales. Muchos ignoran las decisiones judiciales o la rapidez de la Corte Suprema para favorecer ciertas agendas. La República no solo está en peligro; a menos que se recupere pronto, ya se ha perdido. Esta es mi opinión del fascismo y la de muchos académicos.

—¿Cree que lo que menciona de los grandes medios explica por qué la gente votó por Trump?

—Me asombra que 77 millones de personas escuchen una retórica de odio, xenófoba, misógina y racista, y voten por ella de todos modos. Recuerdo que escribí un artículo para un periódico alemán sobre cómo algunos votantes de Trump aparentemente pensaban que él estaba bromeando; simplemente no creían que hablaba en serio. También recuerdo un artículo del New York Times, titulado algo así como “Los votantes de Trump no le creen a Trump”. En él aparecían varios empresarios de Detroit que habían escuchado sus discursos. Cuando el periodista les preguntaba: “¿Y qué hay de las deportaciones masivas?”, ellos respondían: “Oh, él nunca va a hacer eso”. Bueno, lo está haciendo ahora. Y lo está haciendo en la ciudad de Nueva York. Están sacando a personas de la calle, se las llevan en autos sin identificación, agentes con máscaras y sin identificación. Estas son tácticas de las tropas de asalto. De hecho, aunque hay muchísima gente hablando de Hungría como el modelo para Trump, en Hungría las cosas tardaron mucho tiempo en suceder. Estados Unidos ahora se parece mucho más a la Alemania nazi que al modelo de Hungría.

Siri Hustvedt, en la charla Literatura y feminismo de la UDP. Foto: Mario Téllez, La Tercera.

—¿Cuál cree que es el mayor riesgo para la democracia estadounidense en este momento?

—Estamos ante un régimen violento y antidemocrático. Estados Unidos siempre ha tenido una xenofobia y un racismo virulentos; esto no es ajeno al país. La batalla real es sobre el preámbulo de la Constitución: “Nosotros, el pueblo”. En 1787, eso significaba hombres blancos con propiedades. Pero tras las enmiendas posteriores a la Guerra Civil, comenzó una nueva era sobre quiénes forman “el pueblo”. Las fuerzas de extrema derecha actuales no son “conservadoras”, llamarlas así es estúpido.

—¿Por qué?

—Porque los verdaderos conservadores ahora son los demócratas y liberales, porque queremos conservar los avances de la era post-Guerra Civil. Queremos conservar una definición inclusiva del pueblo. Queremos preservar la idea de que la ciudadanía se otorga a todos los nacidos en el país. Nosotros, en la izquierda, intentamos preservar una definición inclusiva frente a una guerra de ideas que ha existido desde la fundación del país.

—La última pregunta, ¿es pesimista u optimista sobre el futuro de su país?

—Diré la parte triste primero: sí, tengo algo de pesimismo porque el poder está en manos de republicanos que se han doblegado totalmente ante el autoritarismo. Al mismo tiempo, creo que las grietas están empezando a aparecer. Hay una resistencia masiva en Estados Unidos, como se vio en las marchas de “No Kings” (Sin Reyes). Los países autoritarios necesitan mantener a una parte de la población a su favor para no debilitarse. Si esa insatisfacción crece, incluso entre quienes votaron por él, se podrían abrir vías para alterar esta trayectoria. No he perdido la esperanza, la sigo teniendo.

Siri Hustvedt tendrá una charla vía Zoom en el marco de Santiago en 100 Palabras -que acaba de abrir su convocatoria XXV- el jueves 23 de abril del 2026. Más detalles pronto en www.santiagoen100palabras.cl.

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