
Un decisivo contraataque a la bayoneta: la historia de Huamachuco, la última batalla de la Guerra del Pacífico
El 10 de julio de 1883, las fuerzas chilenas se enfrentaron a las peruanas, al mando del general Andrés Avelino Cáceres en la ciudad de Huamachuco. Con la ventaja de la altura, parecía que el ejército chileno iba a ser derrotado, pero una mala decisión local acabó por costarle la victoria.

Hacia 1883, la Guerra del Pacífico había entrado en una fase final. Chile mantenía la ocupación de Lima, y poco a poco lograba mantener a raya a la ya agotada resistencia peruana. “La Guerra del Pacífico ya llevaba 5 años, había desgastado a Chile y de sobremanera al Perú, este último país estaba agotado y sin recursos”, señala a Culto el historiador Rafael Mellafe.
La resistencia peruana se había concentrado de las alturas de Los Andes, en la Sierra como le llaman en la nación hermana, y era liderada por un caudillo tan hábil como carismático, el general Andrés Avelino Cáceres, el “Brujo de Los Andes”. Hasta ahí fueron a parar dos expediciones chilenas para acabar con su capacidad de lucha. Fue la llamada Campaña de la Sierra.
“La Campaña de la Sierra consta de tres grandes fases -señala Mellafe-. La primera se inicia en abril de 1881 con la primera expedición, la expedición Letelier de tan triste recuerdo que baja a principios de julio de ese año. La segunda fase principia en enero de 1882 con una expedición que termina siendo comandada por el coronel Estanislao del Canto y que retorna a Lima en julio de ese mismo año luego de la heroica jornada de Concepción”.

Pero Cáceres resultó un hueso duro de roer, y Chile debió mandar una tercera expedición arriba en la Cordillera para batirlo. Así lo explica el historiador Mellafe. “La tercera expedición se inicia una vez que Miguel Iglesias fue proclamado como ‘Presidente Regenerador del Perú’ en enero de 1883. Se enviaron a fuerzas chilenas a proteger a Iglesias ya que se sabía que Andrés Cáceres iba en su búsqueda para derrotarlo ya que toda la sierra central del Perú, es decir, Valle del Mantaro y luego el Callejón de Huaylas estaban en manos de los montoneros. Entonces, la Campaña de la Sierra fueron una serie de expediciones que subieron a las alturas en forma espaciada, no fue una sola acción constante y permanente en el tiempo".
En el contexto de esta tercera expedición, las fuerzas chilenas se ocuparon de darle caza a Cáceres. Y en eso se ocupó el coronel Alejandro Gorostiaga quien llegó a enfrentar al peruano. Este había ubicado posiciones defensivas en el cerro Cuyulga, ubicado a un costado de la ciudad de Huamachuco, en la zona centro norte del Perú.
En teoría, en una batalla el bando que ocupa las alturas siempre tiene ventaja, pero como lo demostró Napoleón en Austeriltz, no necesariamente es así. Y en esta ocasión fueron las tropas de Gorostiaga quienes doblegaron esa ley no escrita del arte de la guerra, incluso estando en inferioridad numérica respecto de Cáceres. Los peruanos contaban 1.880 soldados y 200 milicianos, mientras que la fuerza chilena era de 1.736 soldados. Al amanecer del 10 de julio de 1883 comenzó la batalla.

“Al costado sur de Huamachuco se ubica el llano de Purrubamba que está rodeado por el oeste por el Cerro Sazón y por el este por el cerro Cuyulga -relata Mellafe-. Las fuerzas chilenas se encaramaron en el Sazón mientras que las fuerzas irregulares de Cáceres en el Cuyulga. En la mañana del 10 de julio de 1883, bajaron efectivos del Regimiento Zapadores al llano donde se enfrentan con montoneros de Cáceres”.
En un momento, con el impulso de la bajada, los peruanos comenzaron a empujar hacia atrás a los chilenos y empezaron a oler la victoria. Sin embargo, cometieron un error que terminó resultando crucial. “Impelidos estos [los peruanos] por la confianza del número bajaron a la pampa abandonando sus fuertes posiciones en la altura y extendieron sus líneas de frente a la contraria, rebalsándola por sus extremidades y amenazando flanquearla por las puntas”, relata el historiador Gonzalo Bulnes en su fundamental libro Guerra del Pacífico.
La situación era compleja, si resultaban flanqueados, los chilenos se verían envueltos y sin escapatoria. Sonaron unos gritos y alaridos “¡Viva el Perú!”, los tambores y clarines de su Ejército comenzaron a sonar atronadores. Era cosa de minutos que los peruanos obtuviesen una victoria aplastante que mantendría viva la resistencia de Cáceres.

Pero como decíamos, las fuerzas de Cáceres erraron medio a medio en un punto. “La artillería peruana bajó también de sus atrincheramientos a la llanura y los chilenos resistían en línea ondulada en el plan”, señala Bulnes. Sin embargo, el historiador agrega que las municiones comenzaron a agotarse en ambos lados, y la fuerza chilena sabía qué hacer, y no dudó en lanzar un contraataque. “Se tocó calacuerda en las filas chilenas. La infantería cargó a la bayoneta...la embestida fue terrible. La infantería atropelló la línea peruana".
Esa carga a toda carrera a la bayoneta fue decisiva. “Poco a poco la batalla cobra intensidad cuando cerca de las 13:00 se declara la victoria chilena”, indica Rafael Mellafe. La batalla de Huamachuco había terminado. Cáceres por fin había sido vencido.

¿Por qué triunfó el ejército chileno? Mellafe indica: “A mi entender fueron 3 los factores que lograron la victoria chilena. El primero fue la orden de Cáceres de bajar la artillería desde el cerro al llano, no sé si la orden fue mal dada o mal entendida, pero el hecho es que los cañones se silenciaron dando un respiro a los infantes chilenos mientras la caballería atacó a los artilleros peruanos mientras caminaban al llano. El segundo factor y sin dudas el más importante fue que los soldados peruanos se quedaron sin municiones, se les acabaron las balas. Lo terrible para ellos es que en la cumbre del Cuyulga había 100.000 tiros que nadie en el mando de Cáceres se tomó la molestia en bajarlos para el combate”.
“Tercero. Los soldados de Cáceres tenían rifles sin bayoneta lo que les daba una significativa desventaja a la hora del combate cuerpo a cuerpo. Una vez que se quedaron sin balas, tuvieron que utilizar sus fusiles como mazos contra los chilenos que sí contaban con la bayoneta de 58 cm de largo”.

¿Cuáles fueron las consecuencias de la batalla? Rafael Mellafe señala: “El gran Sun Tzu dijo que se obtiene la victoria cuando el enemigo ‘ha perdido la voluntad de combatir’ y creo que eso le pasó a Cáceres. Se dio cuenta que ya no tenía hombres, no tenía la energía, no tenía dinero y había perdido gran parte del apoyo político de la élite peruana. Simplemente no pudo más”.
Huamachuco fue la batalla final de la Guerra del Pacífico, la que impulsó el cese del conflicto. “La consecuencia más importante de la batalla es que Miguel Iglesias se afianza como primer mandatario, tanto así que 3 meses y 10 días después, el 20 de octubre de 1883 se firma el Tratado de Ancón que pone fina a la guerra con Perú y el 4 de abril de 1884 se firma la tregua con Bolivia que en la práctica pone fin a la Guerra del Pacífico”, señala Mellafe. Ya no habrían más trucos del “Brujo de Los Andes”.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
3.
4.