Culto

¡Viva Toto y Christopher Cross!: carta de amor al cancionero FM

Ambos artistas vienen el 11 de diciembre al Claro Arena, lo que revive el amor en Chile por un catálogo de buen sonido incubado en los 70 y 80. Porque esa generación no sólo fue criada por la radio AM.

¡Viva Toto y Christopher Cross!: carta de amor al cancionero FM

Durante años, el cancionero desprendido del dial AM pareció eternizarse como la única banda sonora que formó a una generación. Niños de la década de los 70 y 80 que escuchaban desde una vieja radio mal sintonizada canciones de Camilo Sesto, Paloma San Basilio o Julio Iglesias, mientras su madre o abuela cocinaba, enceraba o planchada.

Ha sido el reinado posterior de un catálogo evocativo e irrepetible, tan presente en nuestros días en las fiestas kitsch o en los mundos de Mon Laferte o el Bloque Depresivo.

Pero, ¿hubo adolescentes que crecieron expuestos al otro costado del dial? Claro: existe también una generación completa educada en la programación FM en esa misma era, banda sonora a la que no se le ha hecho suficiente justicia.

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En parte porque se trata de universos distintos, partiendo por su origen: los insignes de la Frecuencia Modulada eran casi todos artistas anglo, a diferencia de la cuna hispanohablante -y más cercana, más latina, más del barrio- de su contraparte.

Escuchar FM muchas veces también representaba un acto menos colectivo. Ahí donde una casa completa coreaba a Raphael a la hora de almuerzo, es posible que un adolescente prefiriera refugiarse bajo sus audífonos y girar el dial del naciente walkman para escuchar a solas en su habitación a A-ha o The Police.

A los mismos integrantes de Los Prisioneros les cambió la vida una práctica como esa. En 1981, sintonizaron en sus piezas un programa nocturno de precisamente una FM -La hora cero, de radio Concierto- para oír Sandinista!, de The Clash, el álbum que definiría sus destinos y que serviría de émbolo en la posterior formación del trío sanmiguelino. Muchos jóvenes se acercaban por primera vez a esa música desconocida -que literalmente venía de otro mundo- a partir de la FM, para grabar canciones o especiales completos en sus casetes y luego desplegar el gesto comunitario de compartirlo con sus pares; o sea, un ejercicio individual precipitaba un beneficio masivo.

A diferencia de la AM, la FM por supuesto que tenía otra textura: “sonaba mejor”. Se difundía en estéreo y su cuerpo era más nítido, más limpio, menos brumoso.

Quizás por lo mismo, las bandas y los músicos de todo el planeta se esforzaron por ejecutar con excelencia durante la segunda mitad de los 70 y gran parte de los 80. Para brillar en la FM, las canciones debían complacer tres aspectos fundamentales: contar con grandes instrumentistas, ostentar melodías gloriosas y lucir vocalistas virtuosos. Lo que valía era la música, más allá del mensaje y la imagen. Es posible que todo el mundo pueda entonar el coro épico de More than feeling, un clásico del dial; pero también es muy posible que nadie se acuerde de cómo lucían los miembros de Boston.

O sea, esa generación fue alimentada con composiciones dotadas de grandes instrumentistas, agudos artesanos de la melodía y artistas inventivos para inscribir su obra por delante de cualquier otra consideración. En rigor, CANCIONES con mayúscula.

Eso explica que casi todos los integrantes de Toto fueran llamados a colaborar en el disco Thriller (1982) de la mayor estrella de esos días, un astro telegénico que se situaba casi en las antípodas, Michael Jackson. En ese entonces, el grupo ya había despachado tres hits que formaban la quintaesencia de cualquier parrilla FM: Hold the line, Rosanna y, sobre todo, Africa.

A propósito de Toto, es cierto que muchos íconos de la FM no tenían el mejor nombre. Ello derivó en burlas durante décadas y a que a un trozo importante de ellos se los agrupara con los años en el irónico concepto de Yacht rock, o sea, “rock de yate”, la etiqueta que imaginaba a un playboy bronceado, con lentes oscuros, mocasines y sin calcetas, sintonizando conjuntos de melodías pulcras y descafeinadas.

Con el tiempo, la vida dio un giro. Nirvana o Weezer, epítomes de ese rock alternativo que le mostraba los dientes al sistema al que pertenecían las FM corporativas, versionaron y homenajearon a Toto y Boston, así como producciones como Los Soprano o Stranger things revivieron hits de Journey, The Romantics o Kate Bush. Ahí no sólo había un rescate; también una reivindicación.

O ya está dicho: vueltas de la vida. Porque a la FM chilena -nacida en 1962, pero que estalló a partir de 1972 con radio Concierto- le costaba ir más allá de lo que dictaba el ranking Billboard o los premios Grammy. Parte de su programación se aferraba al estandarizado pop rock estadounidense, pasando por alto géneros como el post punk, la electrónica, la new wave o el rock alternativo (aunque hubo excepciones, como las aventuras en el dial de Carlos Fonseca y “Pirincho” Cárcamo, o el espacio El pop británico que emitía la misma Concierto).

A la hora de programar, preferían Patience de Guns N’ Roses para la mañana o la tarde, mientras que el salvajismo de Welcome to the jungle muchas veces se guardaba para la noche, en algo así como el horario de protección al menor.

Los mismos grupos entendían la dinámica. Cheap Trick en los 80 puso freno de mano a su power pop acelerado y chillón, y confeccionó una balada pensada para las masas radiales como The flame.

Todo ello en Chile lo dieron a conocer señales desaparecidas y que suenan como un eco tan distinto a los tiempos actuales. La antigua Concierto del 101.7, la del “camino de la paz”, Lalo Mir, Julián García-Reyes y Soda Stereo; la vieja Carolina antes del reggaetón; la Tiempo de Jorge Aedo; la Galaxia que tuvo hasta en un minuto a Felipe Camiroaga; la Manquehue, La Ciudad.

Marcas de un planeta extinto. Nombres que parecen haberse ido para siempre. Aunque ni tanto. En la memoria asociada al dial todavía se escuchan esas canciones fenomenales de Hall & Oates, Men at Work, REO Speedwagon, Foreigner, Electric Light Orchestra, Steve Miller Band, Survivor, Pat Benatar, Kim Carnes, Cindy Lauper, Michael Sembello, Air Supply, Sade, Bronski Beat, Huey Lewis and the News, Howard Jones, Chris Rea, Dire Straits, Berlin, Billy Ocean, Crowed House, Starship, Belinda Carlisle, Bananarama, Simple Minds, Styx, Chicago, Robert Palmer, Corey Hart, Cutting Crew, Madonna, Phil Collins y tantos otros.

Ahora viene Toto y Christopher Cross a Chile en noviembre. El cancionero FM no ha muerto. También es símbolo de una época en el dial tan evocativa como irrepetible.

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