
Entre barberos y profesores: la increíble historia del Auckland City, el club semiprofesional goleado por Bayern Múnich
Pese a que el cuadro neozelandés ostenta 11 Champions de Oceanía y es el más ganador de dicha confederación, el equipo aún es amateur. Sus jugadores deben complementar la disciplina con otros trabajos para vivir.

“Mi hermano me estaba molestando con Harry Kane. Me dijo que iba a recibir unos ocho goles”, señaló Connor Tracey, el arquero del Auckland City, en la previa de su estreno en el Mundial de Clubes. La apuesta no estuvo lejos, incluso, fue superada. En su debut en el nuevo formato del certamen, el Bayern Múnich se impuso por 10-0 sobre el cuadro semiprofesional neozelandés. Las diferencias fueron notorias. Eso sí, le ganó el duelo al artillero inglés, que abandonó el terreno sin marcar.
El plantel del equipo oceánico no se dedica en su totalidad al fútbol. De hecho, los jugadores complementan el desarrollo de la profesión con sus otros trabajos y oficios. Están lejos de los contratos y sueldos millonarios de la gran mayoría del resto de los participantes, a pesar de ser el club más grande de la confederación del Pacífico. Es el actual campeón de 11 de las últimas 13 Champions League de Oceanía. Tiene 13 títulos en total, es el más ganador del certamen, por lejos (el siguiente tiene apenas dos). También enfrentará al Benfica y al Boca Juniors de Carlos Palacios y Williams Alarcón.
Los futbolistas incluso tuvieron que tomarse vacaciones en sus respectivos trabajos para participar en el Mundial de Clubes. La idea era que estuvieran todos presentes y no sucediese lo ocurrido, entre marzo y abril pasado. Muchos de los jugadores no pudieron viajar a las Islas Salomón para disputar la recientemente ganada Champions de la OFC.

“Despierto temprano y voy al trabajo. Empiezo el día poco a poco. Algunos días son mucho más difíciles que otros. Después voy a entrenar por dos o a veces tres horas. Voy a casa más tarde, ceno mucho y después es la hora de acostarme. La mayoría de mi trabajo es físico, pero el trabajo duro produce manos duras. Estas son bastante a prueba de balas”, aseguró en un reportaje de la FIFA Tracey, quien trabaja en una ferretería.
“El Mundial de Clubes será el pináculo de mi carrera. En cada gira recuerdo lo afortunado que soy de formar parte de un equipo que hace esto. De manera divertida, a veces siento que represento, probablemente no solo a mis colegas, sino que a la clase trabajadora que trata de perseguir un sueño futbolístico. Espero que esa gente se relacione con nosotros”, sentenció el portero.
Diferentes profesiones
Entre los futbolistas del Auckland hay dos divisiones: los que trabajan para el equipo y los que no. Gerard Garrica, Alfie Rogers, Jackson Manuel, Michael Den Heijer y David Yoo trabajan para el propio club. Dan clases de fútbol en diferentes escuelas con las que el equipo tiene convenios y por la tarde en las academias del club.
“Yo me levanto más o menos a las seis para poder llegar al gimnasio a las siete. Allí hago mi sesión de gimnasio y luego a las nueve voy a trabajar al colegio que toque por las mañanas. Luego vuelvo a casa, como, y voy a entrenar la academia por la tarde, con los niños del club. Y directo a nuestro entrenamiento. Muchas veces llegamos justo por el tráfico y no puedes hacer ni tratamiento de fisio. Así, a entrenar”, indicó Garrica a Olé. El español llegó a Nueva Zelanda hace ocho años para perfeccionar su inglés y se convirtió en futbolista semiprofesional.
Hay diferentes ocupaciones en el Auckland. Algunos incluso son estudiantes universitarios. Otros trabajan como chapista, profesores, en atención al cliente, como empleados en fábricas, asistente de ingeniero de obra, jefe de ventas, agente inmobiliario o barbero.
Dos sudamericanos
Justamente de barbero trabaja uno de los dos sudamericanos del equipo: Jerson Lagos. El colombiano llegó al país junto a su familia, a los ocho años, como refugiados. Hasta hace un año era mecánico de camiones, pero lo dejó. “A mí siempre me ha gustado cortar pelo, la satisfacción de cuando le cortan el pelo a uno y uno se ve bien y toda la vaina, ¿sí me entiendes? Entonces decidí cambiar mi carrera y estudiar para ser un barbero. Hoy estudio y trabajo, mitad y mitad. Ahora, el esfuerzo tiene su premio. Los clubes con los que vamos a jugar es muy loco. Mi objetivo es que se abra alguna puerta, alguna oportunidad”, aseguró a Olé.
El otro es el uruguayo Sebastián Ciganda, arquero reserva, quien llegó en 2016 a cosechar kiwis con una visa de trabajo. “Arranqué por una Visa working holiday que te permite viajar y trabajar en el país, apliqué, se me dio y el plan era ir por un año y volver, pero por diferentes temas de la vida me quedé y se me abrieron varias puertas, entre ellas la del fútbol”, indicó en una entrevista con El País de Uruguay.
“No hay grandes contratos de dinero, así que todos tenemos un trabajo parcial de medio tiempo y luego entrenar a la noche. Hay clubes que dan trabajos a través de academias como entrenador, pero sino hay muchos trabajos en diferentes áreas. En mi caso mucha jardinería, trabajé en una empresa de hidrolavadoras lavando casas y mi último trabajo fue mantenimiento de piscinas y jacuzzi, un trabajo lindo para el verano”, añadió.
También confesó que renunció para prepararse para el certamen. “Renuncié antes de venirme. Mi casa está en Waiheke, pero ahora en la preparación del Mundial me fui a Auckland tres semanas porque solo se cruza en ferry; ya lo hice cuando fui al otro Mundial durante seis meses. Terminaba de trabajar y me tenía que tomar el ferry enseguida con el bolsito listo porque salen cada una hora desde la isla y si pierdes uno es complicado. Esta vez entendí que tenía que focalizarme en entrenar bien y no perder mucho tiempo en viajes porque me quedaba lejos y por eso me mudé. Fue un aviso de que me voy por un mes y veremos qué pasa”, cerró.
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