El Deportivo

Las confesiones de Anastasiia Velozo: “Fui al Mundial con el presentimiento de que volvería con una medalla”

La karateca ucraniana naturalizada chilena entró en la historia de la disciplina en el país por ser la primera mujer nacional en obtener una presea en la máxima cita. Días antes había quedado eliminada en el clasificatorio, pero pudo acceder por cupo continental.

Anastasiia Velozo Miastkovska entró en la historia del karate femenino chileno.

Anastasiia Velozo Miastkovska (29 años) entró en la historia del karate femenino chileno al convertirse en la primera mujer nacional en alcanzar una medalla en un Mundial, en la cita de hace tres semanas en El Cairo, un logro que poco antes era inimaginable para ella.

“Diría que lo que pasó fue que un mes antes de competencia ni siquiera estaba clasificada. Perdí mi clasificación en el campeonato clasificatorio en París y volví a la casa en verdad muy bajoneada y triste. Incluso, no quería ir a entrenar, tenía unas sensaciones muy encontradas con el karate, porque hice un esfuerzo increíble por estar y no había clasificado”, confiesa la medallista en la categoría -68 kilos.

Pero todo tuvo un increíble giro pocos días después. “Resulta que había dos cupos extra que se dan como cupos continentales y una semana después de que volvimos, a mí y a Bárbara (Huaiquimán) nos confirman la clasificación. Ni yo ni ella esperábamos esto, ya habíamos dado vuelta la página”, relata.

De ahí la gran emoción que sintió al conseguir el bronce en la capital de Egipto. “No me lo creí. En verdad, son unas emociones que no se pueden describir. ¿Felicidad? No sé si sea suficiente para describirlo. No he encontrado hasta el día de hoy el nombre para esas emociones", afirma.

Para ella esa combinación perfecta que la hizo entrar al certamen tiene otro significado: “Me dije, esto no es suerte, porque para mí la suerte no existe. Y si se me estaba dando la chance, tenía que ir a dejarlo todo y ganar mi medalla para tener un final feliz de temporada”.

Hasta ese momento, el 2025 de Anastasiia había sido muy duro. “Fue bastante triste para mí en términos deportivos. Además, sufrimos el robo en nuestra escuela, se llevaron mis medallas y las de Camilo (Velozo, su marido hace seis años). De todas maneras, no pierdo la esperanza de que aparezcan. Era un año complicado en muchos términos”, revela.

“Fui al Mundial con el presentimiento de que volvería con una medalla. Aunque partí la competencia perdiendo mi primer combate, tenía que modificar de una. No sé de dónde se prendió un modo guerra en el segundo combate, pero de ahí no lo solté en ningún momento”, añade.

En medio del campeonato, tuvo severos problemas para conciliar el sueño. “No podía dormir, con suerte cuatro o cinco horas, pero era porque no lo quería soltar. Sabía que esa medalla iba a ser mía”, comenta.

Ella misma se sorprendió al ser la primera chilena en lograr una medalla, aunque también pide recordar a los otros ganadores como David Dubó, Fabián Huaquimán y su esposo. “Para no confundir a la gente”, aclara.

Alegría a la distancia

Anastasiia es oriunda de Lviv (Leópolis, en español), una localidad ucraniana que está a bastante distancia de la frontera con Rusia. Llegó a Chile en 2020 tras casarse con Camilo Velozo. Tres años más tarde obtuvo la nacionalidad.

Su familia permanece en Ucrania y desde ahí siguieron con emoción su éxito. “Mi hermano, que es una de las personas más cerradas emocionalmente que conozco, me apoyó mucho en estos momentos difíciles que pasé y lloraba. Lloramos juntos y, cuando llamé a mi mamá, ella también lloraba. Lo mismo mi papá”, narra.

También destaca el apoyo del técnico Ahmed Solyman y del exkarateca ucraniano Stanislav Horuna. “Él ha sido muy importante y los dos estuvimos abrazados como tres o cuatro minutos llorando”, recuerda.

La invasión rusa sigue latente, más allá de la distancia de su ciudad con el foco del conflicto. “Estoy muy agradecida de que estén ahí. No digo que no pasa nada ni que es seguro, pero mucho más tranquilo en comparación a las ciudades que están al este de Ucrania y cercanas a la frontera con Rusia”, reconoce.

“Es más difícil para los rusos porque mi ciudad está más lejos y necesitan otras herramientas para poder bombardear. Son bombas más caras y más difíciles de enviar”, explica.

De todos modos, expresa su admiración hacia sus compatriotas que aún compiten. “No entiendo de dónde sacan tanta voluntad para seguir adelante, porque solo para llegar a las competencias se demoran dos días, lo mismo que nos demoramos nosotros de acá. Claro, allá los bombardeos son diarios”, reflexiona.

También cuenta que ha enfrentado a rivales rusas, pero es un tema que no le agrada tocar. “No quiero hablar mucho de eso”, se disculpa. “Yo creo que es algo que los chiquillos de Ucrania manejan mejor que yo”, confiesa.

En cosas más alegres, se ilusiona con su futuro deportivo tras descansar más mentalmente que físicamente, según se propone: “Viene un año muy bonito con los Juegos Sudamericanos y una buena meta sería romperla ahí. También están las ligas mundiales. Nunca he tenido una medalla ahí, así que esa también sería otra meta”.

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