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China inicia un controvertido proyecto de megapresa en el Tíbet que preocupa a India y Bangladesh

El proyecto de 60 gigavatios de capacidad anual representa más del triple de la cantidad generada por la presa hidroeléctrica más grande del mundo actualmente, la de las Tres Gargantas en el río Yangtze, en el centro de China.

El "Gran Cañón" del río Yarlung Tsangpo en el Tíbet.

Hasta ahora era la más grande jamás construida. Ubicada en la provincia de Hubei, en China, la presa de las Tres Gargantas tiene más de 2 kilómetros de longitud y 180 metros de alto y fue concebida para regular inundaciones, facilitar la navegación y producir energía. El proceso comenzó en 1994 y duró una década, desplazando además a 1,4 millones de personas por el impacto social y ambiental del proyecto.

Pero su polémico reinado parece haber llegado a su fin. El primer ministro chino, Li Qiang, inauguró el sábado la construcción de un megaproyecto de represa en el curso bajo del río Yarlung Tsangpo en el Tíbet, con una inversión total planificada de 1,2 billones de yuanes (167.000 millones de dólares), según la agencia oficial de noticias Xinhua.

El sábado también se presentó oficialmente una nueva empresa, China Yajiang Group. Esta será responsable de la construcción del proyecto hidroeléctrico, compuesto por cinco presas en cascada y ubicado en la ciudad de Nyingchi, al sureste de la región autónoma del Tíbet.

Vista de la presa de las Tres Gargantas.

La energía generada se transferirá principalmente fuera del Tíbet, aunque también se utilizará para el consumo local, indicó Xinhua. La inversión total convertiría a la presa en uno de los proyectos de infraestructura más costosos de la historia y probablemente impulsaría los esfuerzos de Beijing por reactivar el crecimiento económico, agregó Bloomberg.

El 25 de diciembre de 2024, China aprobó oficialmente la construcción de la presa hidroeléctrica más grande del mundo: una “superpresa” de 60 gigavatios de capacidad anual o 300 mil millones de kilovatios-hora de electricidad una vez finalizada, lo que representa más del triple de la cantidad generada por la presa hidroeléctrica más grande del mundo actualmente, la de las Tres Gargantas en el río Yangtze, en el centro de China.

Ubicado en el curso inferior del río Yarlung Tsangpo en la Región Autónoma del Tíbet, en las estribaciones del Himalaya, se espera que el proyecto, que se hizo público por primera vez en noviembre de 2020, cueste más que la presa de las Tres Gargantas, cuyo costo original fue de 254.200 millones de yuanes (unos 34.000 millones de dólares), según Newsweek.

Los medios de comunicación estatales chinos han descrito el desarrollo como “un proyecto seguro que prioriza la protección ecológica”, afirmando que impulsará la prosperidad local y contribuirá a los objetivos de neutralidad climática de Beijing.

Sin embargo, el proyecto, cercano de la frontera con India, ha generado alarma en el sur de Asia, donde grupos de derechos humanos y expertos citan riesgos para la biodiversidad, la seguridad hídrica y la estabilidad regional. La iniciativa, apunta Times Now News, podría provocar una perturbación ecológica irreversible y un conflicto geopolítico.

El Yarlung Tsangpo se convierte en el río Brahmaputra al entrar en Arunachal Pradesh y Assam, convirtiéndolo en una vía fluvial vital para más de 130 millones de personas en India y Bangladesh (donde es conocido como río Jamuna). Según el medio indio, el plan de China de aprovechar su poder sin consultas regionales ni acuerdos de intercambio de datos ha suscitado duras críticas de ambientalistas y expertos en estrategia. Entre las preocupaciones se incluyen la alteración del caudal fluvial, la reducción de sedimentos y los impactos a largo plazo en los humedales, la agricultura y la migración de peces.

En ese sentido, la revista The Diplomat señala que India se ha opuesto firmemente al proyecto, principalmente porque el Tíbet suministra aproximadamente un tercio de su agua. Desde la perspectiva de Nueva Delhi, alterar los caudales río abajo podría afectar el ritmo del Yarlung Tsangpo-Brahmaputra, afectando los niveles de las aguas subterráneas y superficiales. Esto podría poner en peligro el acceso al agua para la agricultura, el consumo humano y otras necesidades esenciales. Además, el impacto de la presa en la calidad del agua genera preocupación. Estos cambios podrían tener consecuencias de gran alcance para las comunidades río abajo, incluyendo a los agropastores, agricultores y otras personas que dependen del río para beber, pescar y subsistir.

El proyecto hidroeléctrico podría afectar el caudal del río Brahmaputra, que se encuentra en el estado indio limítrofe de Arunachal Pradesh. Sin embargo, es improbable, al menos en teoría, que tenga un impacto significativo en la región por donde fluye el río Brahmaputra. Las investigaciones indican que, si bien el 50% de la cuenca del río Brahmaputra se encuentra en China, representa solo una pequeña minoría del caudal total de la cuenca.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que las aguas de China aportan el 30% del caudal del río Brahmaputra, mientras que otras fuentes sugieren que la cifra podría ser tan baja como el 7%. Estas cifras variables ilustran las diferentes perspectivas sobre el papel de China en el caudal del río y, por consiguiente, el impacto de la presa. Dado que la parte india de la cuenca registra una de las precipitaciones más altas del mundo, el impacto aguas abajo podría ser menor de lo previsto.

Mientras la BBC recuerda que China ha construido múltiples centrales hidroeléctricas a lo largo del curso del Yarlung Tsangpo durante la última década con el objetivo de aprovechar la energía del río como fuente de energía renovable, un informe de 2020 publicado por el Instituto Lowy, un think tank con sede en Australia, señala que “el control sobre estos ríos (en la meseta tibetana) otorga efectivamente a China un control absoluto sobre la economía de India”. Un estudio de 2024 publicado en el Journal of Indo-Pacific Affairs advirtió que China podría manipular las liberaciones de agua, lo que podría afectar los intereses económicos y estratégicos de India.

Por ello, India se mantiene cautelosa y sigue adelante con sus propios planes para garantizar su seguridad hídrica. A finales de 2020, India anunció planes para construir una presa hidroeléctrica de 10 a 12 gigavatios en Arunachal Pradesh como contramedida a la propuesta de China de construir una “superpresa”.

Según el South China Morning Post, la presa se construirá cerca de la “Gran Curva”, una curva pronunciada donde el río se adentra en el noreste de India. Expertos indios advierten que, si la estructura se utiliza como arma durante un conflicto o una crisis, podría provocar inundaciones masivas o bloquear el Brahmaputra durante las estaciones secas. Con las fluctuaciones del monzón ya afectando a Assam, el control chino sobre el caudal río arriba podría ser catastrófico.

La vulnerabilidad sísmica de la región intensifica aún más estos riesgos. El Gran Cañón de Yarlung Tsangpo se encuentra entre las zonas más propensas a terremotos del planeta. Una falla estructural causada por actividad sísmica podría desencadenar inundaciones capaces de destruir comunidades a través de las fronteras. Los críticos argumentan que el historial ambiental y de ingeniería de China ofrece pocas garantías de una ejecución segura.

Un informe de la agencia de noticias ANI sugirió que la presa de la Gran Curva requeriría una extensa excavación de túneles (de hasta 420 km) a través de la cordillera Namcha Barwa para desviar el caudal del río. Esta región se encuentra en un límite tectónico propenso a terremotos, lo que aumenta los riesgos del proyecto, detalla el diario Hindustan Times.

“Si yo fuera un planificador chino, lo que más me preocuparía sería un gran terremoto” que pudiera romper la presa, afirma Robert Wasson, geomorfólogo de la Universidad James Cook, en Australia, en declaraciones a Yale Environment 360. El terremoto más fuerte jamás registrado en tierra, el terremoto de Assam-Tíbet de magnitud 8,6, ocurrió en 1950 a solo 480 kilómetros de distancia.

Los propios expertos chinos han advertido sobre posibles deslizamientos de tierra y temblores. La BBC citó a un ingeniero superior de la oficina geológica provincial de Sichuan en 2022: “Los deslizamientos de tierra y los flujos de lodo y roca provocados por terremotos suelen ser incontrolables y también representan una gran amenaza para el proyecto”.

El proyecto también ha desatado cuestionamientos en China. Según Bloomberg, los ambientalistas chinos llevan mucho tiempo preocupados por el impacto irreversible de la construcción de la presa en el desfiladero de Yarlung Tsangpo, donde el río desciende 2.000 metros a lo largo de 50 kilómetros. La zona alberga una reserva natural nacional y es uno de los principales focos de biodiversidad del país.

En un reciente en The Interpreter, la revista internacional del Instituto Lowy, Neeraj Singh Manhas sostiene que los riesgos potenciales para la presa propuesta, que abarcan desde la escasez de agua y las pérdidas agrícolas hasta la degradación ambiental y las tensiones geopolíticas, exigen un diálogo y una cooperación regionales urgentes. “India y Bangladesh deben impulsar acuerdos jurídicamente vinculantes de reparto de agua con China para garantizar la transparencia y una distribución equitativa del agua”, afirma. Además, la mediación internacional, posiblemente en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Agua de 1997, podría proporcionar un marco para la resolución de disputas, agrega.

“Dado que el cambio climático ya agrava los problemas de seguridad hídrica, el sur de Asia debe priorizar la gestión sostenible de los ríos y la cooperación regional para prevenir futuros conflictos por uno de los recursos más críticos”, concluye.

En un artículo escrito en el sitio ThinkChina de Singapur, los investigadores Amit Ranjan y Genevieve Donnellon-May destacan que, tras la audaz declaración del presidente chino, Xi Jinping, de que China alcanzaría el peak de emisiones de carbono para 2030 y alcanzaría la neutralidad de carbono antes de 2060, la reducción de las emisiones de carbono y la transición a energías limpias surgieron como claras prioridades políticas centrales del XIV Plan Quinquenal (2021-2025).

Cabe destacar, indican, que el Plan establece un objetivo de reducción del 18% en la intensidad de CO2 y del 13,5% en la intensidad energética (emisiones por unidad de PIB) para 2025. A medida que China abandona el carbón -que suministra casi el 70% de su consumo energético- y opta por fuentes de energía limpia como la hidroelectricidad, se prevé la construcción de más presas.

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