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Ehad Abu Jazar, entrenador de Palestina: “La guerra no diferencia entre jugador o civil”

El DT del seleccionado palestino, de visita en Chile, se desempeñó como jugador en un equipo en Gaza, donde actualmente se encuentran su madre y su hermano. La selección que dirige aspira a obtener un cupo para el Mundial de 2030, aunque toda la actividad futbolística ha quedado en suspenso por la guerra con Israel. “La situación es imposible de describir”, se lamenta.

Ehad Abu Jazar muestra la camiseta de Palestino con su nombre.

Ehab Abu Jazar, de 44 años y actual entrenador de la selección de fútbol de Palestina, se encuentra embarcado en una “misión imposible”: clasificar a su equipo para la Copa del Mundo 2030, en medio de condiciones extremadamente adversas. “Esta visita a Chile forma parte de eso. Queremos fortalecer las relaciones con el club Palestino, al que sentimos como nuestro, porque es nuestra gente”, dice en conversación con La Tercera, y añade que “tanto el club como la Comunidad Palestina tienen un rol muy importante en la relación entre Palestina y Chile”.

“Una de las tareas que tenemos es poder generar un centro para la selección general de Palestina, algo que queremos trabajar directamente con el club Palestino. Sobre todo con los jugadores más jóvenes”, indica.

La misión futbolística de Abu Jazar no es de extrañar. Palestina tiene tradición de fútbol. La Federación Deportiva Árabe Palestina fue fundada en 1931 y restablecida en 1944. Tanto en Cisjordania como en Gaza existe un gran fanatismo por el fútbol: no solo es común ver en sus calles a jóvenes practicando este deporte, sino que también funciona una liga local con 12 equipos, que suspendió su actividad tras los ataques de Hamas contra Israel el 7 de octubre de 2023.

Tras los Acuerdos de Oslo de 1993, la Federación Palestina de Fútbol se afilió a diversas federaciones deportivas internacionales, incluida la FIFA en 1998, a través de la ruta de clasificación de la Confederación Asiática de Fútbol. A tal punto llega el fanatismo, que el club Palestino es muy popular también.

Esto se ve reflejado en los estadios: Cisjordania cuenta con cinco, tres de estos en Hebrón, uno en Jericó y otro en Al Ram, al noreste de Jerusalén. En Gaza, por su parte, hay siete estadios, a los que se suma uno de la ONU en Rafah y otro de baseball en el campamento Al Shati. Por la guerra estos recintos no están operativos.

Palestina estaba a punto de embarcarse en su campaña de clasificación para la Copa del Mundo de 2026 cuando estalló la guerra entre Israel y Hamas, lo que hizo que el estadio nacional de Al Ram fuera potencialmente inseguro para los partidos, reportó el portal The Conversation.

“Ahora todo es diferente”

Como entrenador de la selección palestina, Ehab Abu Jazar está a cargo de un grupo de futbolistas que abarca una diversidad de orígenes, que van desde los nacidos en Palestina hasta hijos de refugiados palestinos en Siria y Líbano, como también descendientes palestinos en Chile. “La selección está compuesta por jugadores de Ramallah, Naplusa, Hebrón y algunos pocos (tres) de Gaza. Lamentablemente, desde hace tiempo que estos últimos no pueden salir de allí”, indica.

Las dificultades para conformar la selección no son nuevas, pero se han intensificado luego de los ataques de Hamas.

“Siempre ha sido todo muy difícil, pero igualmente se podían hacer algunas cosas. Por ejemplo, teníamos una liga en Cisjordania y una liga en Gaza con fechas establecidas. Todos los equipos sabían cuándo se iban a jugar los partidos, había estadios, porque a nosotros nos gusta el fútbol, para nosotros el fútbol representa algo muy importante”, cuenta.

“Ahora es todo diferente, porque es complicado juntarse en Palestina. Hay muchos desafíos, porque hay generaciones completas que no han podido participar en partidos o campeonatos como ocurría en el pasado. Ante esto, el presidente de la selección llamó a los países árabes para que el jugador palestino sea un jugador local y estamos agradecidos de que algunos países los recibieron”, indica.

Todo el deporte en Palestina se encuentra detenido. De hecho, Abu Jazar ahora se dedica a buscar talentos para la selección. “No tenemos ninguna actividad deportiva en nuestro país. Esta paralización afecta principalmente a nuestras selecciones menores, que no pueden desarrollar su potencial. El torneo local era vital para generar nuevos talentos en la selección nacional. Ahora, incluso moverse entre aldeas es muy complicado, porque hay muchos controles”, explica.

Muayyad Shaaban, jefe de la Comisión Palestina de Colonización y Resistencia al Muro, dijo al portal The Arab Weekly en junio pasado que el número de puestos de control, puertas y otras barreras militares en Cisjordania ahora supera los 898, y casi todos están cerrados al tráfico palestino.

Se han reforzado los controles militares en las entradas de varias ciudades, algunos están completamente sellados con puertas de hierro, mientras que otros permiten el paso limitado entre largas filas de vehículos e inspecciones exhaustivas. En la entrada principal de Qalqilya, en el norte, por ejemplo, los autos forman dobles filas a lo largo de cientos de metros.

“Un viaje que normalmente dura dos horas puede durar ocho a 10 horas. A ello hay que agregarle que los colonos en las calles atacan a la gente. Si uno quiere llevar a cabo actividades deportivas existe un peligro. El fútbol se tiene que jugar en condiciones normales, entonces en condiciones como esta es muy difícil poder hacerla”, indica.

Abu Jazar señala que las restricciones de desplazamiento hicieron más difícil su viaje hacia Chile, ya que los caminos estaban cerrados, lo que se suma a la crisis económica que vive Cisjordania. “El mercado cada día funciona menos. Los funcionarios de gobierno prácticamente no reciben salario, no hay oportunidades de trabajo. Cisjordania pasa por momentos muy difíciles”.

Un joven de Rafah

Para muchos palestinos, la historia de Abu Jazar simboliza drama y resiliencia. Aunque el entrenador vive en Ramala junto a su esposa y sus tres hijos, sufre una incertidumbre a diario, ya que su madre de 63 años y su hermano de 35 viven en una carpa en Rafah, al sur de Gaza.

Abu Jazar nació precisamente en esa ciudad, actualmente devastada producto de los bombardeos y la incursión terrestre israelí.

A pesar de la contingencia actual, el entrenador recuerda con nostalgia sus días en Shabab Rafah (“Joven de Rafah”), el tercer club más importante de Palestina. “Cuando viví en Gaza eran mis mejores días. Jugué en el equipo más popular, nuestra vida era fútbol. Me enorgullece haber sido parte de eso”, recordó.

“La gente en Rafah vive el fútbol de forma casi loca, y haber jugado en uno de los mejores equipos de Gaza es uno de mis mejores recuerdos”, añade.

Su buen desempeño en la cancha, como lateral izquierdo, hizo que lo nominaran a la selección nacional de Palestina a los 18 años. Su último partido en Gaza fue en el Al Hilal, de Ciudad de Gaza. Luego de retirarse como futbolista en 2017 -tras jugar por última vez por Markaz Shabab, equipo del campo de refugiados Am’ari en Cisjordania- hizo los cursos de entrenador ante la Asociación Asiática de Fútbol, graduándose como instructor FIFA y entrenador PRO. Fue director técnico de equipos en Palestina, como Markaz Shabab, hasta convertirse en entrenador de la selección olímpica en 2021. Ese año se hizo cargo de la selección adulta de Palestina de forma interina, puesto en el que fue ratificado.

Aunque se fue de Gaza en 2009, su vida se encuentra dividida entre Cisjordania y Gaza. “La situación es imposible de describir: vivir en una carpa en verano es morir de calor, en invierno es de frío”, señala respecto de su familia en Rafah, y añade que producto de los bombardeos ha perdido a más de 200 familiares.

“Lo único que puedo decir en estos momentos es que hay una gran matanza en Gaza. Mi hermano sale en las mañanas para recoger tres kilos de harina, los puede comprar por 100 dólares si es que encuentra. Por mucho tiempo llevan comiendo pan, si es que logran encontrar”, relata.

“Es muy difícil hablar de Gaza, porque en todo este tiempo la gran preocupación ha sido cómo no morirse, como alejarse un poco del peligro. Y un día se salvan de la muerte y después no tienen comida”, advierte.

“En Gaza tenemos un genocidio con todo lo que esto significa. No existen condiciones para tener actividad deportiva, todos los estadios han sido demolidos, tenemos un alto número de jugadores que han sido asesinados. Muchos jugadores heridos. En Gaza se ha destruido el deporte en forma completa y no sabemos cuándo podría volver el deporte”, sostiene, y advierte que al menos 700 deportistas han muerto.

“La guerra no hace diferencia entre jugador o civil. Todos son objetivos de asesinato. Somos de los pueblos o de los países donde el fútbol para nosotros es muy importante”, señala.

“Los mensajes que siempre hemos recibido desde la gente que está en Gaza es que los partidos deben ganarse para darles un poco de felicidad. Somos destacados en eso y nuestro sobrenombre es Al Fida’i o el luchador. El Fida’i siempre tiene ese espíritu”, concluye.

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