
El lapidario informe de la ONU sobre las sequías en el mundo: Fenómeno empuja a decenas de millones de personas hacia la hambruna
El estudio “Puntos calientes de la sequía en el mundo 2023-2025” describe de forma exhaustiva cómo las sequías agravan la pobreza, el hambre, la inseguridad energética y el colapso de los ecosistemas.

Desde 2023 el mundo está experimentando algunas de las sequías más extensas y dañinas de la historia, según un informe presentado este miércoles con el respaldo de la ONU, que apunta al cambio climático y la incesante presión sobre la tierra y los recursos hídricos como causas.
Elaborado por el Centro Nacional de Mitigación de Sequías (NDMC) de EE.UU. y la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) con el apoyo de la Alianza Internacional para la Resiliencia a la Sequía (IDRA), el informe “Puntos calientes de la sequía en el mundo 2023-2025” describe de forma exhaustiva cómo las sequías agravan la pobreza, el hambre, la inseguridad energética y el colapso de los ecosistemas.
Más de 90 millones de personas en África oriental y meridional padecen hambre aguda. Algunas zonas han sufrido la peor sequía jamás registrada. El sur de África, ya de por sí propenso a la sequía, ha quedado devastado, con aproximadamente un sexto de la población (68 millones) necesitando ayuda alimentaria en agosto de 2024, detalla el estudio.
En Etiopía, Zimbabue, Zambia y Malawi, las cosechas de maíz y trigo han fracasado repetidamente. Sólo en Zimbabue, la cosecha de maíz de 2024 se redujo un 70% interanual, y los precios del maíz se duplicaron mientras 9.000 cabezas de ganado morían de sed e inanición. En Somalia, el gobierno estimó que 43.000 personas murieron sólo en 2022 debido al hambre vinculada a la sequía. A principios de 2025, 4,4 millones de personas -una cuarta parte de la población- se enfrentan a una crisis de inseguridad alimentaria y 784.000 van camino de alcanzar niveles de emergencia.
El fenómeno no se limita a África. En el Mediterráneo, por ejemplo, la escasez de agua afecta a la agricultura, el turismo y el abastecimiento doméstico en España. En septiembre de 2023, dos años de sequía y un calor récord provocaron un desplome del 50% en la cosecha de aceitunas en el país ibérico, lo que hizo que los precios del aceite de oliva se duplicaran en todo el país. En Turquía, en tanto, la sequía aceleró el agotamiento de las aguas subterráneas, provocando socavones que suponen un peligro para las comunidades y sus infraestructuras, al tiempo que reducen de forma permanente la capacidad de almacenamiento de los acuíferos.
América Latina tampoco está exenta del impacto de la sequía. En la cuenca del Amazonas, los niveles récord de los ríos en 2023 y 2024 provocaron la muerte masiva de peces y delfines en peligro de extinción, e interrumpieron el suministro de agua potable y el transporte para cientos de miles de personas.
El Canal de Panamá también enfrenta problemas para el transporte de barcos producto de la sequía. El nivel del agua bajó tanto que los tránsitos se redujeron en más de un tercio (de 38 a 24 barcos diarios entre octubre de 2023 y enero de 2024), causando importantes interrupciones en el comercio mundial. Ante los retrasos de varias semanas, muchos buques fueron desviados a rutas más largas y costosas a través del Canal de Suez o el infame Cabo de Buena Esperanza sudafricano. Entre las repercusiones: las exportaciones de soja estadounidense se ralentizaron y las tiendas de comestibles de Reino Unido informaron de la escasez y el aumento de los precios de frutas y verduras.
En el Sudeste Asiático, por su parte, la sequía interrumpió la producción y las cadenas de suministro de cultivos clave como el arroz, el café y el azúcar. En 2023-2024, las condiciones de sequía en Tailandia e India, por ejemplo, provocaron una escasez que condujo a un aumento del 8,9% en el precio del azúcar y los dulces en Estados Unidos.
Ante este escenario, los expertos advierten sobre la gravedad del fenómeno y su impacto en la economía global. El Secretario Ejecutivo de la CNULD, Ibrahim Thiaw, señaló: “La sequía es un asesino silencioso. Penetra sigilosamente, agota los recursos y devasta vidas a cámara lenta. Sus cicatrices son profundas”.
“La sequía ya no es una amenaza lejana”, añade Thiaw. “Está aquí, va en aumento y exige una cooperación mundial urgente. Cuando la energía, los alimentos y el agua desaparecen a la vez, las sociedades empiezan a desmoronarse. Esa es la nueva normalidad para la que tenemos que estar preparados”.
Igual de preocupado se muestra el coautor del informe y director del NDMC, Mark Svoboda, quien enfatizó que no estamos en un período puntual de sequía: “Se trata de una catástrofe mundial de evolución lenta, la peor que he visto nunca. Este informe subraya la necesidad de un seguimiento sistemático de cómo la sequía afecta a las vidas, los medios de subsistencia y la salud de los ecosistemas de los que todos dependemos”.
“Los países mediterráneos son señales de alerta para todas las economías modernas”, comentó Svoboda. “La lucha de España, Marruecos y Turquía para asegurar el agua, la producción de alimentos y la energía frente a una sequía persistente augura el futuro del agua ante un calentamiento global descontrolado. Ningún país, con independencia de su riqueza o capacidad, puede permitirse ser complaciente”, agregó.
El Niño y el cambio climático: una tormenta perfecta
El fenómeno de El Niño de 2023-2024 amplificó los ya de por sí duros efectos del cambio climático, desencadenando condiciones de sequía en importantes zonas agrícolas y ecológicas del planeta. Los efectos de la sequía se dejaron sentir con más fuerza en los puntos calientes climáticos; o sea, regiones que ya venían sufriendo los efectos combinados del calentamiento global, la presión demográfica e infraestructuras frágiles, señala el estudio.
“Ha sido una tormenta perfecta”, afirmó la Dra. Kelly Helm Smith, coautora del informe, Subdirectora del NDMC e investigadora de los efectos de la sequía. “El Niño echó leña al fuego del cambio climático, agravando los efectos para muchas sociedades y ecosistemas vulnerables más allá de sus límites”.
El Dr. Cody Knutson, coautor y encargado de supervisar la investigación sobre planificación de sequías del NDMC, señaló que un episodio actual de sequía cuesta por lo menos el doble que en el año 2000, lo que está previsto que aumente entre el 35% y el 110% para 2035, según una reciente estimación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
“El efecto dominó puede convertir las sequías regionales en crisis económicas mundiales”, añadió Knutson. “Ningún país es inmune cuando empiezan a colapsarse sistemas críticos dependientes del agua”.
“Las sequías no son sólo un fenómeno meteorológico: pueden ser una emergencia social, económica y medioambiental”, indicó Smith. “La cuestión no es si volverán a ocurrir, sino si estaremos mejor preparados la próxima vez”. “Las naciones del mundo tienen los recursos y los conocimientos para evitar mucho sufrimiento”, concluyó la coautora del informe e investigadora de los efectos de la sequía. “La cuestión es si tenemos la voluntad necesaria”.

El informe del miércoles surge tras una serie de advertencias recientes sobre la crisis mundial del agua. La demanda de agua dulce es mayor que nunca, pero la combinación del calentamiento global, que está alterando los patrones de lluvia, provocando que las zonas áridas sean aún más secas y, en otras, sustituyendo las lluvias constantes por aguaceros más extremos, y la mala gestión generalizada y la contaminación de los recursos hídricos han dejado al mundo al borde del abismo, advierte el diario británico The Guardian.
La demanda de agua dulce superará la oferta en un 40% para finales de esta década, y más de la mitad de la producción mundial de alimentos estará en riesgo de desaparecer en los próximos 25 años, según el mayor informe hasta la fecha sobre el estado de los recursos hídricos mundiales, publicado en octubre pasado por la Comisión Global sobre la Economía del Agua.
Por otra parte, un informe de marzo del Organismo de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) destacó la pérdida sin precedentes de hielo glaciar, que amenaza el suministro de alimentos y agua de 2.000 millones de personas en todo el mundo. El mes pasado, la OCDE afirmó que la superficie terrestre mundial afectada por la sequía se había duplicado en los últimos 120 años, y que el costo de las sequías también estaba aumentando drásticamente. Se proyecta que una sequía promedio en 2035 costará al menos un 35% más de lo que costaría hoy.
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