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Hugo Alconada Mon, periodista argentino: “Lo que está fomentando el gobierno (de Milei) es una retracción de la libertad de expresión”

Este galardonado profesional del diario La Nación plantea que "lo que estamos percibiendo es que el mileísmo cae en alguna de las mismas prácticas que ejercía el kirchnerismo". Además, aborda el intento de hackeo a sus cuentas en redes sociales tras revelar un plan de espionaje de Javier Milei.

El periodista Hugo Alconada Mon en su oficina del diario La Nación en Argentina. Foto: Fernando Massobrio/La Nación. Hernan Zenteno

Hugo Alconada Mon es abogado y uno de los más destacados periodistas investigativos de Argentina. Fue parte del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación que ganó un Premio Pulitzer por la investigación Panama Papers, y ha obtenido prestigiosos premios, como el Maria Moors Cabot, el de la SIP y el George Polk Award. Colaboró en The New York Times y The Washington Post y desde hace varios años se desempeña como prosecretario del diario argentino La Nación. Ha publicado varios libros, incluidos La piñata. El ABC de la corrupción, de la burguesía nacional kirchnerista y del “capitalismo de amigos” (2015) y La raíz (de todos los males). Cómo el poder montó un sistema para la corrupción y la impunidad en la Argentina (2018).

“Todos los últimos gobiernos han pedido mi cabeza”, dice por Zoom desde el escritorio de su casa en las afueras de La Plata. De hecho, una de sus investigaciones más notables ha sido destapar la trama de los llamados “Hoteles K”: descubrió, nada menos, que Lázaro Báez alquilaba las habitaciones vacías de los hoteles de la familia Kirchner en Santa Cruz.

Su última investigación gatilló una gran controversia con el gobierno del Presidente Javier Milei. Hugo Alconada descubrió un documento con los nuevos lineamientos del SIDE (Secretaría de Inteligencia de Estado​​), que implica que podría investigar a personas que “erosionaran” la confianza de las autoridades, lo que podría extenderse a periodistas y opositores. “El problema con esto es que el texto es tan ambiguo que puede ser aplicado bien o puede terminar en un desastre, porque dice que queda habilitada la SIDE para juntar información, investigar, actores que erosionan la confianza en el gobierno, en las autoridades económicas, en fin, o sea, es de una amplitud gigante… esa misma formulación podría ser aplicada de un modo que todo aquel economista que cuestione las ideas de Javier Milei, también pueda quedar incluido, según como lo aplique", dice Alconada. Después de la publicación de su reportaje, hubo intentos de hackeo a sus cuentas de redes sociales, de WhatsApp y de su mail del diario, además de amenazas varias contra él.

Otra arista se refiere a todos los actores que puedan afectar la percepción de la opinión pública en procesos electorales ¿no?

Claro y, otra vez, desde una perspectiva positiva, podríamos estar hablando de potencias extranjeras como Rusia, que así como ha intentado influir en las elecciones de Estados Unidos, o Francia, o Rumania, entonces nosotros tenemos que prepararnos para eso. Sí, bueno, eso es válido. Pero así como se ha escrito, puede ser que algún periodista profesional, o un analista, o un estratega electoral también queden subsumidos bajo el paraguas de la investigación de los agentes de inteligencia.

Hugo Alconada Mon. Foto: Infobae

¿Cómo fue el episodio del hackeo, posterior a la publicación?

Todo pasó de manera muy coordinada: después de ingresar a mi WhatsApp, empecé a recibir uno tras otro de estos códigos de verificación, que era como si yo estuviera tratando de entrar desde otro aparato a mi WhatsApp. Como no pudieron entrar a mi WhatsApp, luego fueron a mi correo electrónico del diario La Nación, que para poder entrar tienes que ingresar tres claves distintas, con lo cual no pudieron. Y como tampoco pudieron después, fueron por mi cuenta de X. Dos intentos más, como no pudieron, después fueron a la siguiente fase.

¿Qué pasó después?

La siguiente fase fue el empezar a inscribirme en páginas comerciales y financieras, de estas como de trading financiero, que te permiten hacer compras o ventas. Y después, además, comenzaron a inscribirme en páginas pornográficas. Me parece algo irrisorio, pero el problema es que han abierto cuentas en distintas páginas pornográficas a mi nombre. Entonces yo no puedo descartar que alguien suba un video de un pedófilo con mi nombre. Y termino yo en un desastre. Radiqué una denuncia penal ante la unidad fiscal especializada en ciberdelincuencia, que a su vez lo remitió a un juzgado federal y a una fiscalía federal para que lo investiguen. Luego yo publico el segundo tramo de la investigación, en la cual revelo la existencia, ya no de un plan nacional de inteligencia, sino que hay directivas de inteligencia, que son documentos secretos, que ya empiezan a plasmar en concreto esos grandes postulados generales.

¿Cómo son en concreto?

Cuando lo ves en concreto, ordenan (al SIDE) a desarrollar tareas de inteligencia sobre movimientos sociales vulnerables. Otra vez, ¿cómo interpretas eso? ¿Es que estás hablando de, por ejemplo, grupos que pueden estar entrando en una espiral de violencia y agresión, y que ya han registrado episodios de violencia, como los mapuches en el sur, que ya han quemado distintos locales y restaurantes?, ¿o estás hablando de, por ejemplo, la señora que tiene un comedor popular para gente necesitada en el conurbano de la ciudad de Buenos Aires? Así como está escrito, permite cualquier cosa. Y ahí vino la siguiente fase de agresiones, que fueron a mi WhatsApp: me mandaron mensajes y amenazas desde cuatro números distintos que no tengo registrados, dos eran de la ciudad de Buenos Aires, uno del interior de la provincia de Buenos Aires, y el último del interior de la provincia del Chaco, además todos en un espacio de 15 minutos.

¿Todavía no se sabe quién está detrás de estos amedrentamientos?

Yo quiero ser cauto, porque ¿puedo afirmar que esto fue el gobierno? No. Tenemos que ser muy cuidadosos. No puedo descartar que esto sea obra de gente que es más papista que el Papa, que crea que está haciendo un favor al gobierno cuando le está generando un enorme dolor de cabeza. Lo que sí te puedo decir es que esto fue coordinado.. Era como oleadas.

El Presidente Milei ha dicho que todavía “no se odia lo suficiente a los periodistas”. ¿Cómo describiría la relación entre el gobierno libertario y la prensa hoy día?

Como una relación tensa, porque creo que hay una estrategia deliberada de cuestionarnos de un modo que lleve a nuestra deslegitimación. Y creo que eso, al mismo tiempo, se inscribe en un periodo en el cual nosotros los periodistas merecemos muchos cuestionamientos, porque cometemos muchos errores, porque hay mucha corrupción en este oficio. Pero acá esto no va por el lado de “queremos lo mejor para el periodismo argentino”, sino al revés, queremos correrlos a un costado y que ustedes dejen de cumplir con su función, que es un servicio público, informar, y encontrar aquellos materiales que la gente no quiere que se sepan. De hecho, lo que es notable es que Javier Milei lo que se ha centrado es en aquellos periodistas y líderes de opinión que pueden poner algún requisito de duda, o de cuestionar al menos un poco su mensaje a su electorado.

El periodista Hugo Alconada Mon. Foto: Fernando Massobrio/La Nación Hernan Zenteno

¿Qué quiere decir?

Él no ha criticado al kirchnerismo, no ha criticado a los medios y a los periodistas afines a este. Sino que ha concentrado sus dardos y sus críticas en aquellos medios de comunicación que habitualmente suelen escribir para un electorado que podría eventualmente votar por Milei. Y entonces, por ejemplo, él ha concentrado sus críticas en cuatro periodistas del diario La Nación: Carlos Pagni, Joaquín Morales Solás, Jorge Fernández Díaz y yo. Y ha hecho lo mismo no solamente en el periodismo, sino también, por ejemplo, entre los economistas.

Él no critica a los economistas keynesianos, los de izquierda, sino al contrario, a aquellos con los que él debería ser más cercano, que debería compartir ideas (Carlos Melconian, Domingo Cavallo, Ricardo López Murphy, Miguel Ángel Broda, Fausto Spotorno), porque son los de ese sector los que están planteando algunos matices. Y esos matices llegan al empresariado y eso es lo que él no quiere. Y lo mismo ha hecho con líderes de opinión, incluso de las artes y los espectáculos, como son la cantante Lali Espósito y el actor Ricardo Darín. No va por el cantante de izquierda adscrito al Partido Comunista que estuvo exiliado en París durante la dictadura. No, no, no, no. Va uno que tiene llegada a la clase media y que entonces puede llegar a ponerle un matiz o una mácula en su pintura. Y eso, porque lo que quieren es callarlos.

Como pasó con la polémica de Darín y el precio de las empanadas, ¿no?

¡Eso es una pavada! Ahora, la señal que está mandando es la siguiente, y fíjate cómo coincide en el caso conmigo. Olvídate de mí, pero si yo hoy, siendo quien soy, que trabajo para La Nación, para el diario El País de España, que trabajé para el New York Times, que trabajé para el Washington Post, que integró el Consejo de Investigación y la Fundación Gabo, y que salieron a acompañarme (por este episodio) FOPEA, ADEPA, la CIP, el Center for Protection of Journalists… Yo tengo, si quieres, redes de contención y escudos protectores que me acompañaron y solidarizaron. Pero yo soy una excepción, soy un privilegiado. Ahora, periodistas que trabajan para el diario más pequeño, periodistas que trabajan en soledad, que trabajan a 20 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, esos hombres y mujeres dicen: yo no tengo los mismos escudos protectores que Alconada, yo no estoy en condición de aguantar esos embates, yo no tengo los aparatos electrónicos para protegerme como sí se pudo proteger Alconada. Y ahí el riesgo que tienes es que digan: yo no me puedo meter en estas aguas, yo me tiro para atrás. Y eso es la autocensura. Es decir, yo no quiero problemas. Los entiendo, no es crítica, al revés. Están en una situación de indefensión que los lleva a eso.

¿Y en el caso de los actores?

El resto, economistas, actores como Ricardo Darín y demás, politólogos, es lo siguiente. Que la gente piense: si Ricardo Darín, siendo quien es, uno de los hombres más reconocidos en Argentina, más queridos en Argentina, ganador del premio Oscar, le dan así, bueno qué me queda a mí, que yo soy 10 veces más chico que Darín… Y entonces puede que también retrocedan y digan: yo no quiero opinar, yo no quiero hablar. Lo que está fomentando el gobierno es una retracción de la libertad de prensa y una retracción de la libertad de expresión.

Con el kirchnerismo se vivió también una relación muy tensa con la prensa. ¿Esto es distinto?

Lo que estamos percibiendo sí es que el mileísmo cae en alguna de las mismas prácticas que ejercía el kirchnerismo, con lo cual es como si fuera un populismo de izquierda y un populismo de derecha que al final, entre ellos, hay muchas veces en las cuales no hay diferencias. Porque como son dos sectores que ni siquiera conectan, no tienen disputas, salvo obviamente las elecciones. Y las disputas son con el periodismo profesional.

El panorama general es complejo para la libertad de prensa y expresión, y en lugares donde antes había una protección muy fuerte, como Estados Unidos, algunos países de Europa, como Hungría. ¿Cómo lo ve?

El problema con las retracciones que estamos viendo en Europa y en Estados Unidos es que a menudo han sido como las estrellas que te marcan el camino. Es como la estrella polar o en nuestro caso la cruz del sur. Tú sabes dónde están, sabes cuáles son las prácticas. Para nosotros siempre fue una referencia el Washington Post con “Marty” Baron al frente, decía: esto es lo que hay que hacer, este es el camino. Y entonces a nosotros era casi como si fuera un manual con instrucciones, de decir el know-how. Y ahora ver esto es un impacto. Y un impacto que no solamente lo percibimos nosotros, sino que lo perciben muchos políticos, empresarios, que se sienten empoderados y que entonces hoy se animan a hacer comentarios o a tomar decisiones que antes no se animaban.

¿Cómo quiénes?

Donald Trump corrió el umbral de lo que es admisible, lo mismo que están haciendo otros como Orban, o Bolsonaro antes, pero también Bukele: van corriendo los límites de lo que es aceptable de un modo inquietante. Inquietante o erróneo, mal. Te voy a dar un ejemplo. Javier Milei te puede decir hoy, porque lo ha dicho: eres un mogólico. ¿Te das cuenta la gravedad de eso? Es algo que todos aprendimos que eso no era aceptable, aprendimos a evitar ese tipo de barbaridades. Con el dolor que eso genera a decenas de miles de familias, y aún así lo dice. Y de hecho, si tú o yo como periodistas profesionales dijéramos esa frase, correctamente nos costaría la carrera en el acto. Y si dos personas tan distintas como Cristina Fernández de Kirchner o Mauricio Macri lo dijeran, automáticamente se terminaría la carrera política de ambos esa misma noche. Pero en el caso de Milei, no: “Javier es así”, dicen. ¿Cómo que Javier es así? No, no es admisible. Ese es un ejemplo de cómo se han ido corriendo los límites de una manera que es inaceptable.

¿Cuál es la postura que debe tomar el periodismo frente a todos estos ataques?

Es lo que dijo “Marty” Baron: We are at work, not at war. La respuesta tiene que ser el periodismo, que le demuestre y le recuerde a la sociedad por qué el periodismo es importante, por qué es relevante, por qué tiene protección, en el caso de Argentina, protección constitucional, de la libertad de prensa. Que no es para que tú o yo o cualquiera pueda decir una pavada, sino para poder informar sobre lo que es relevante, de interés público, y que seamos un servicio público. Ahí es donde vamos a hacer la diferencia.

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