
Las razones de por qué el ataque de EE.UU. contra Irán puede hacer escalar el conflicto en lugar de terminarlo
Pese a que Washington señaló que el bombardeo a las instalaciones nucleares iraníes era limitado, Teherán respondería de diversas formas, como el ataque a intereses estadounidenses en la región, como lo hizo este lunes contra bases militares en Qatar e Irak, o por medio de ciberataques, entre otros.

La ultrasecreta operación liderada por la Fuerza Aérea estadounidense -llamada Operación Martillo de Medianoche-, que involucró a 125 aviones de combate y misiles de crucero lanzados desde submarinos contra tres sitios nucleares en el centro de Irán, podría escalar el conflicto en Medio Oriente en lugar de desescalar la tensión.
Los expertos coinciden en que los efectos de la acción estadounidense siguen siendo inciertos, al igual que sus consecuencias. En declaraciones realizadas horas después del ataque, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmaron que la operación había “destruido” el programa nuclear iraní. Al declarar la misión un éxito y sugerir que la principal amenaza del programa nuclear iraní había sido neutralizada, los expertos piensan que la administración republicana podría estar intentando poner fin a la participación militar estadounidense.
Sin embargo, las instalaciones militares estadounidenses en la región se encuentran en alerta máxima, esto luego de que Irán atacara el lunes la base estadounidense Al Udeid en Qatar, la más grande en Medio Oriente. Y se señalara que habría enviado un misil a otra en Irak. Al tiempo que países como Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Kuwait se encontraban en alerta.

La semana previa al ataque estadounidense, líderes iraníes, comandantes del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) y medios de comunicación amenazaron con atacar bases en los Estados árabes del Golfo, donde más de 40.000 militares estadounidenses han estado desplegados de forma continua desde la guerra liderada por Estados Unidos en 1991 para expulsar a las fuerzas iraquíes de Kuwait.
Según el centro de estudios The Soufan Center, “Irán probablemente buscará consolidar el apoyo en todo el mundo árabe y musulmán presentándose como víctima de una agresión, en particular ante la creciente indignación por las acciones militares israelíes”.
Teherán también declaró el lunes que el ataque estadounidense había ampliado el alcance de sus objetivos legítimos. Sin embargo, los analistas estiman que la mitad de los lanzadores de misiles iraníes han sido destruidos y que se ha reducido significativamente su arsenal de aproximadamente 2.000 a 3.000 misiles.
En este contexto ha surgido la interrogante si el ataque arrastrará a Estados Unidos a un conflicto prolongado e indefinido con Irán. En su discurso a la nación, horas después del ataque, Trump intentó disuadir a Teherán de implementar sus amenazas previas al ataque de tomar represalias contra las instalaciones militares estadounidenses en el Golfo Pérsico y la región en general. Amenazó con contraataques estadounidenses, afirmando: “Irán, el acosador de Medio Oriente, debe ahora hacer la paz. Si no lo hacen, los futuros ataques serán mucho mayores y mucho más fáciles”.

Al mismo tiempo, altos funcionarios estadounidenses enfatizaron a los líderes iraníes que el ataque se concibió como único y limitado para abordar una amenaza percibida a la seguridad nacional de Estados Unidos, y no como un objetivo para atacar al régimen iraní ni a su pueblo. Sin embargo, el domingo Trump planteó la posibilidad de un cambio de régimen en Teherán, socavando el mensaje de sus altos funcionarios.
En cuanto al programa nuclear, declaraciones posteriores de Estados Unidos indicaron que la magnitud del daño a la capacidad nuclear iraní requiere una evaluación de daños adicional. El resultado de dichas evaluaciones podría determinar si Estados Unidos vuelve a atacar los objetivos para asegurar su destrucción.
Expertos en no proliferación nuclear han manifestado su preocupación por el desconocimiento del destino de las 400 kilos de uranio enriquecido al 60% de Irán, almacenadas en la planta de conversión de uranio de Isfahán. Si dichas reservas permanecen intactas o (como sugieren algunos informes) Teherán logró reubicarlas antes del ataque estadounidense, la República Islámica podría intentar enriquecer aun más el material, en secreto, hasta obtener uranio apto para armas (enriquecido al 90%).
Irán también necesitaría desarrollar el mecanismo de detonación de una explosión nuclear para un arma nuclear. Rusia y China siguen expresando su apoyo al derecho soberano de Teherán a enriquecer uranio, y crece la especulación sobre la posibilidad de que el Parlamento iraní presione para retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), lo que podría reactivar un programa encubierto de armas nucleares similar al de Corea del Norte. Dicha medida tendría importantes consecuencias estratégicas y globalizaría aun más el conflicto.
Por otro lado, los expertos creen que es probable que Irán utilice los comentarios de Trump para sumar a la opinión pública regional e internacional, presentando a Estados Unidos como un agresor influenciado por Israel. Los líderes iraníes intentarán obtener apoyo diplomático y estratégico adicional de sus aliados en Rusia y China, quienes ven a Irán como un socio contra la “hegemonía” global de Estados Unidos.
Los expertos, asimismo, señalan que es probable que los líderes iraníes también se tomen en serio las amenazas de Trump y eviten medidas drásticas, como intentar cerrar el Estrecho de Ormuz. Esto pese a que se anunció que el Parlamento iraní había aprobado el cierre.
Llevar adelante esta medida no solo provocaría ciertas represalias estadounidenses, sino que también le costaría a Teherán el apoyo que espera recibir de los países del Golfo, todos los cuales han mejorado sus relaciones con Irán en los últimos años y temen las consecuencias de una guerra más amplia de la República Islámica con Estados Unidos e Israel. Además, cerrar al Estrecho de Ormuz también podría distanciarse de China, que depende de la ruta marítima global para su seguridad energética.

Los líderes iraníes, incluidos los elegidos como el presidente Masoud Pezeshkian, han advertido en las últimas semanas al líder supremo, Alí Jamenei, que un conflicto importante con Estados Unidos podría amenazar la estabilidad del régimen. The Soufan Center señaló que se espera que Teherán adopte una respuesta gradual, guiada por una estrategia regional a largo plazo para intensificar la confrontación -que podría incluir a sus representantes regionales- con Estados Unidos e Israel.
“Es probable que la represalia iraní sea mesurada, calibrada y no necesariamente una acción militar. Muchos consideran que Irán volverá a las negociaciones diplomáticas con Estados Unidos, aunque sigue descartando la exigencia de Trump de que Irán ponga fin a todo enriquecimiento de uranio como una capitulación inaceptable”, indicó el centro de estudios.
Sin embargo, el regreso de Irán a las conversaciones no impediría una eventual represalia iraní contra Estados Unidos, que podría posponerse durante meses o más. Es probable que Teherán continúe monitoreando la respuesta internacional, en particular la de Rusia y China, antes de determinar sus próximos pasos.
Irán también podría usar su gran capacidad de ciberataque contra objetivos en el territorio estadounidense. Una actualización del Boletín del Sistema Nacional de Asesoramiento sobre Terrorismo del Departamento de Seguridad Nacional, publicada el 22 de junio, advirtió sobre un “entorno de amenaza intensificado” en Estados Unidos, incluidos ciberataques contra redes estadounidenses y extremistas violentos que se movilizan hacia la violencia.
Algunos temen que Irán active a sus aliados regionales, como los hutíes en Yemen, que siguen bien armados a pesar de los ataques estadounidenses e israelíes a su arsenal de misiles en los últimos meses. Si Teherán decide tomar represalias directas, podría repetir una acción como el bombardeo de misiles contra una base en Irak donde hay desplegadas fuerzas estadounidenses, como hizo tras la decisión de Trump en enero de 2020 de asesinar al venerado comandante de la Fuerza Quds del CGRI, Qasem Soleimani, en Bagdad.
La represalia iraní prevista puede seguir un marco similar a su respuesta tras el asesinato de Soleimani: calibrada y simbólica, diseñada para demostrar determinación y al mismo tiempo evitar un nivel de escalada que pudiera desencadenar una respuesta militar estadounidense a gran escala.
“A corto plazo, como lo ha hecho desde el ataque, Irán ha limitado su respuesta a Israel, continuando los ataques con misiles y drones que ha llevado a cabo desde que comenzó la campaña israelí. Esto podría ofrecerle a Irán un mayor margen estratégico para intensificar su campaña contra Israel -militar, diplomática y en el ámbito informativo-, sobre todo a medida que aumentan las críticas internacionales a las acciones de Israel”, sostuvo el centro de estudios.
“Al evitar represalias significativas contra las fuerzas estadounidenses, al menos por ahora, Irán podría buscar, en cambio, mantener o incluso fortalecer el apoyo internacional y regional, especialmente en el mundo musulmán, manteniendo el conflicto centrado exclusivamente en Israel. Sin embargo, los continuos ataques contra Israel, sumados a las respuestas israelíes, solo aumentan, en lugar de minimizar, la posibilidad de que la campaña de Israel y Estados Unidos contra el programa nuclear iraní se convierta en un conflicto a largo plazo con consecuencias devastadoras para la región”, concluyó.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
3.
4.