
Paula Gil, presidenta de Médicos Sin Fronteras: “Es una situación realmente más allá de catastrófica la que se vive en Gaza”
En conversación con La Tercera, Gil señaló que desde que empezó el trabajo de la Fundación Humanitaria de Gaza, han recibido personas heridas y otras que mueren apenas llegan a los centros de salud tras los ataques que se registran en los puntos de distribución de ayuda.

Paula Gil es la presidenta de Médicos sin Fronteras España desde 2021. Su primera misión con la ONG fue en Angola en 2003, como enfermera de campo en el proyecto de nutrición en Matala. Ha ocupado puestos en diferentes proyectos: desde la coordinación de operaciones en la República Centroafricana, la respuesta a la emergencia nutricional en Angola y la coordinación de recursos humanos en la emergencia del coronavirus en España.
En conversación con La Tercera, Gil analiza la situación humanitaria en la Franja de Gaza.
¿Cómo describe la situación humanitaria en Gaza?
Nosotros estamos trabajando en diferentes puntos de la Franja de Gaza. Estamos en la zona de Al Mawasi, que es muy al sur, muy cerquita de los puntos de distribución. Trabajamos en el Hospital Nasser y en el centro de salud, en un centro de salud que se llama Al Mawashi. Y desde que empezó la distribución de lo que yo me niego a llamar ayuda, de esta llamada Fundación Humanitaria de Gaza, que es todo menos una fundación humanitaria, saltándose todos los los principios de la ayuda humanitaria y que las organizaciones tenemos que respetar. Por ejemplo, el 11 de junio recibimos 32 víctimas, tres de las cuales fallecieron nada más llegar al hospital. Al mismo tiempo, en un hospital de campaña que tiene la Cruz Roja Internacional, recibieron 160 heridos, de los cuales cinco fallecieron a su llegada y estas personas fueron heridas durante las distribuciones de comida. Y esto está pasando cada día. Nosotros somos testigos directos, porque nos llegan los pacientes heridos y las personas muertas. Y estas eran personas que buscaban comida urgentemente en los puntos de distribución que el gobierno israelí, junto con el gobierno americano, han establecido. Lo que está haciendo (Israel) es imponer una serie de restricciones brutales para las personas, también para las organizaciones humanitarias. No entra comida en Gaza desde hace ya meses. Entonces la población no tiene acceso a comida en el mercado. Antes entraban camiones comerciales y aunque fuera extremadamente cara, tú podías encontrar comida en el mercado. Ahora esa comida es muy escasa. Esto está llevando a la gente a una situación de desesperación. Además, no todo el mundo puede ir a los centros de distribución de comida. Por ejemplo, una mujer con niños a su cargo que no tiene a nadie con quien pueda dejar a los niños, las personas heridas, las personas mayores, las personas que están lejos de los puntos de distribución. Además, ahora para ir a esos puntos de distribución tienes que tener realmente valor, porque se distribuyen balas a la par que se distribuye comida, con lo cual la situación es extremadamente complicada.

Ha habido reportes de prensa sobre disparos en los centros de ayuda, ¿qué puede relatar sobre eso?
Nosotros no estamos presentes en los puntos de distribución, porque no podemos estar ahí. Entonces no somos testigos directos de lo que sucede, pero sí somos testigos de las heridas que están causando y de las muertes que están causando. Lo que los pacientes relatan es que han sido disparados en los tumultos allí, pero no tenemos más detalles. En cualquier caso, esto es una situación desesperada. Nosotros hemos hecho llamados a todos los niveles que se puedan imaginar. Estamos prestando atención sanitaria en diferentes puntos de la Franja de Gaza, en el norte de Gaza, donde no nos dejan entrar combustible desde hace semanas. El centro de salud que hemos conseguido montar, en el que tenemos 20 camas de maternidad y unas pocas camas de pediatría y de neonatología, está amenazado porque no tenemos combustible para continuar. El hospital Nasser desde hace unos días también está bajo amenaza y tememos que vaya a ser objeto de bombardeos en cualquier momento, porque ya nos han dicho que tenemos que tener autorización para entrar. O sea, tenemos que pedir con 24 horas de antelación autorización al Ejército de Israel para entrar en el hospital. Es decir, no pueden entrar más pacientes. Están controlando la estructura de salud.

¿Han tenido restricciones para la llegada de insumos a Gaza que son fundamentales para su trabajo?
Hace aproximadamente tres semanas, eran 18 los camiones que estaban esperando para entrar. A lo mejor ahora la cifra ha cambiado un poquito, pero estos camiones están sujetos a un control súper estricto. Y, por ejemplo, cosas tan sencillas como estos aparatos para medir la glucosa, no los podemos entrar. Cualquier material que les parezca que pueda ser un potencial peligro, como por ejemplo, pastillas de cloración de agua, eso tampoco lo podemos entrar, determinados medicamentos tampoco. Piezas mecánicas que nos hacen falta para arreglar máquinas que tenemos, no se pueden entrar. Es decir, los suministros que conseguimos entrar dentro de la Franja es lo más básico. Es decir, gasas, algunos sueros, algunos medicamentos para el dolor, muy pocas cosas, con lo cual nosotros mismos ya estamos teniendo roturas de stock de medicamentos esenciales que nos hacen falta para poder seguir trabajando. Es como que nos están poniendo a todos, a toda la comunidad humanitaria, una especie de soga al cuello para que no podamos trabajar.
¿Cómo han resuelto el tema de la seguridad?
Tenemos cerca de mil trabajadores que son gazatíes, que evidentemente no tienen ninguna garantía de seguridad, porque viven en tiendas de campaña o donde pueden. Y ellos mismos han tenido que desplazarse infinidad de veces en función de las órdenes de evacuación. Muchas veces no consiguen llegar al lugar de trabajo y no los localizamos, porque están refugiados en algún lugar mientras hay un bombardeo al lado del sitio donde están viviendo. Pero luego tenemos el staff internacional y tenemos una restricción en cuanto al número de personas que pueden entrar dentro de Gaza y hacemos una rotación. Ellos no pueden estar más de entre seis y ocho semanas máximo. El nivel de inseguridad es altísimo. O sea, en toda Gaza, en cualquier momento puede haber un bombardeo. Nos han bombardeado estructuras, han matado a 11 compañeros. Y los equipos son muy conscientes de esto. Yo estuve en Gaza en diciembre, justo antes del alto el fuego, y todas las noches había bombardeos. Imagínate lo mismo viviendo bajo un plástico sin la bandera de una organización como Médicos sin Fronteras que te proteja. Nuestros compañeros palestinos nos dicen: “solo cuando voy a trabajar y estoy en el hospital con ustedes, cerca de ustedes, del personal internacional, me siento seguro”. Y eso es relativo, porque se ha destruido el sistema de salud. Al principio el conflicto había 36 hospitales y hoy en día todos los hospitales de la Franja de Gaza o han sido destruidos o están dañados de alguna manera, porque han sido parcialmente bombardeados, porque no funcionan partes del hospital, porque no tienen combustible. Han desmantelado el sistema de salud.

¿Y cuántos hospitales quedan operativos?
Es muy relativo, porque están operativos parcialmente. No hay un hospital que esté funcionando al 100%. Además, recibe decenas de heridos diariamente. La capacidad para poder prestar atención a esa población está completamente sobrepasada. En Gaza hay cerca de 12.000 personas esperando evacuación médica. Gente con problemas de salud más allá de los heridos, que necesitaba un tratamiento para el cáncer, una intervención quirúrgica, una diálisis. Todas estas personas están atrapadas porque el número de evacuaciones es ridículo.
¿Qué ocurre con los insumos para que ustedes trabajen?
Lo más doloroso es no poder dar respuesta a cosas que tú sabes que con determinados medicamentos podrías dar respuesta. Por ejemplo, tener pacientes diabéticos a los que no puedes tratar o tener pacientes que necesitan una intervención quirúrgica y no puedes hacer esta intervención quirúrgica porque tienes que dosificar los medicamentos para usarlos en otros casos más graves, pero eso no significa que la persona no esté sufriendo, no esté hospitalizada, no esté mal. Eso es muy duro para el personal, las heridas psicológicas que esto les deja son difíciles.

¿Cuál es la situación sanitaria?
Tenemos casos de malnutrición. Por ejemplo, nosotros tenemos un programa nutricional en varios puntos en los que recibimos a niños y niñas y mujeres embarazadas o lactantes. Nos está sucediendo mucho que tenemos cada vez más mujeres embarazadas malnutridas, porque ante la la decisión de comer ellas o dar de comer a otros hijos que tengan, pues le van a dar de comer a sus hijos. Vienen pacientes, vienen padres y madres con niños pequeños a pedirnos que los pongamos en el programa nutricional y para ingresar a un niño en el programa nutricional tiene que tener unas medidas y un peso según la edad. Y muchos están en el límite de tener que ingresar y les tenemos que decir que no, porque no tenemos suficiente material ni capacidad para responder a esa cantidad de peticiones de padres y madres que no tienen nada que darles de comer a sus hijos y nos dicen: “Bueno, si no lo pueden ingresar ahora, no pasa nada, porque dentro de una semana, si no consigo nada para comer lo tendrán aquí”. Hay otro tipo de problemas, por ejemplo, las mujeres embarazadas que consiguen dar a luz en una estructura de salud y a veces son tiendas y a las pocas horas se tienen que ir porque no hay capacidad para mantenerlas hospitalizadas. Nosotros hemos extendido la maternidad de Nasser con unas tiendas para conseguir retener por lo menos un poquito a las mujeres a las que se les hace una cesárea para no mandarlas a un lugar insalubre.
Y qué ocurre con los cadáveres que no se pueden recoger…
Entre las ruinas de Gaza hay un número que circula estimado, yo diría que son más 10.000 cadáveres entre las ruinas. El Ejército de Israel está bombardeando deliberadamente excavadoras, camiones, camiones de distribución de agua, camiones de recoger la basura. Vehículos esenciales para poder retirar las ruinas y recuperar los cadáveres.El riesgo de infecciones es altísimo. No te puedes imaginar la cantidad de gente con infecciones de la piel, porque los que viven cerca de la costa son los únicos con posibilidades de lavarse y con agua del mar, porque no tienen agua. La poca agua que tienen es para beber. Han bombardeado las plantas de desalinización de agua. Es una situación realmente más allá de catastrófica la que se vive en Gaza.
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