Por Fernando FuentesThiago Ávila, el activista brasileño tras la flotilla de Gaza
De visita en Chile, Ávila comenta a La Tercera sobre su experiencia en las misiones al enclave palestino, en las que también ha participado la activista sueca Greta Thunberg. Asimismo, cuestiona el plan de paz de Trump para Gaza y el rol de Netanyahu en la crisis de la región.
A comienzos de octubre, cuando su embarcación fue abordada por la Marina israelí, Thiago Ávila dice que lo primero que hizo fue lanzar su celular a las aguas del Mediterráneo por seguridad. El activista brasileño de 39 años era uno de los integrantes de la Flotilla Global Sumud, que buscaba romper el cerco impuesto por Israel a la franja de Gaza y entregar ayuda humanitaria en el territorio palestino.
Ávila, uno de los principales organizadores de la flotilla internacional de ayuda a Gaza, está de visita en Chile -su primera vez en el país- invitado por la Asociación Latinoamericana para los Derechos Humanos (ALDHU) para recibir el premio Monseñor Leonidas Proaño, una ceremonia que finalmente se postergó. Por ello, ha aprovechado su estadía en el país para reunirse con distintas agrupaciones y dictar charlas para promover la labor humanitaria de la Flotilla Global Sumud.
“Yo venía acá esta vez con una misión desde el Movimiento de Solidaridad con Palestina”, comentó Ávila a La Tercera durante un recorrido por el barrio Patronato. “Después de la última edición de la flotilla hacia Gaza, comprendemos que Latinoamérica tiene la tarea de movilizarse más. Entonces, en Chile, que es el país que tiene la mayor comunidad palestina fuera de Medio Oriente, tenemos la tarea aquí de lograr una organización un poco más fuerte, de tener a más gente movilizada y que ese proceso de ir a romper el cerco ilegal de Israel sobre Gaza tenga también una reflexión política”, explica.
Nacido en Brasilia en 1986, Ávila es licenciado en comunicación. Con más de 800 mil seguidores en las redes sociales, moviliza apoyo para causas relacionadas con Palestina, la justicia social y la lucha contra el cambio climático.
Además de coordinar la misión a bordo del barco Madleen en junio pasado, también participó en la organización del barco Conscience, que fue atacado por drones israelíes el 1 de mayo, en vísperas de embarcar a decenas de activistas en Malta.
“Organicé muchas misiones, yo creo que más de 10, pero la verdad es que siempre ha sido muy difícil llegar cerca de allá. Solo logré salir con los botes y llegar cerca de Gaza y fui interceptado dos veces y ahora vamos por la tercera”, comenta Ávila. “Esas dos veces fuimos interceptados ilegalmente en aguas internacionales, fuimos secuestrados, llevados a una prisión israelí y fui condenado a una prohibición por 100 años cada vez. Entonces yo, (la activista sueca) Greta Thunberg y algunas otras personas estamos vetados de ir a la Palestina histórica por 200 años, pero en menos de 210 volveremos”, asegura.

Ávila dice que en el caso del barco Conscience, “Greta aceptó esa invitación (a embarcarse) y entonces la entrenamos. Fue muy buena, es una joven extremamente valiente, disciplinada”. “Pero esa misión fue atacada seis horas antes de que yo y Greta estuviéramos en el bote. Fue bombardeado con dos drones israelíes y ahí la misión fue interrumpida”, recuerda. “Menos de un mes después, salimos en el bote Madleen con 12 personas, entre ellas Greta, en una misión de altísimo riesgo, porque menos de un mes antes habíamos sido bombardeados. Pero Greta se comportó muy bien, fue extremadamente valiente”, destaca Ávila sobre la activista sueca de 22 años.
Tras la misión de la Flotilla Global Sumud en octubre, Thunberg y Ávila fueron detenidos por las autoridades israelíes y luego expulsados. “Con nosotros el tratamiento fue malo, pero es distinto, de otra calidad en comparación con el que tienen con los palestinos, porque saben que la visibilidad hace que el costo político sea muy grande. Si el costo político no fuera tan grande, nos bombardeaban en el mar”, asegura.

Con todo, comenta Ávila, “un sector del gobierno israelí liderado por Itamar Ben-Gvir, el ministro de Seguridad Nacional, quería hacer de nosotros un ejemplo e imponernos castigos muy severos. Desde el inicio nos amenazaba a Greta y a mí diciendo que enfrentaríamos acusaciones de terrorismo y que nos iban a dejar allá por años”.
“Entonces empezó un proceso de movilizar a su policía para golpear a las personas, aplicar procesos de tortura de baja intensidad, de privación de sueño. Llegaba un equipo táctico que ponía sus fusiles en la cara de las personas, con los perros entrando a las celdas, no entregaban las medicinas a las personas. Entonces luego de tres días pacientes diabéticos no obtenían su insulina y ahí tuvimos que hacer una rebelión y sólo cuando nos movilizamos logramos que las personas accedieran a los medicamentos”, relata.
Pese a esas experiencias, Ávila dice que continuarán con estas misiones. “Somos como las hormiguitas que siguen haciendo su trabajo a pesar de las condiciones difíciles”. “Tengo una hija que va a cumplir dos años de edad y en Palestina fueron asesinados más de 18 mil niños en estos dos años y varios de ellos eran como mi niña. Ningún niño debería saber reconocer el sonido de un caza F-35 o diferenciar un dron de vigilancia o un dron cuadricóptero que lo va a asesinar o saber el efecto del hambre en su organismo. Eso no debería existir. Entonces, conscientes de eso, sabemos que debemos seguir”, dice.

Más aún ante la actual situación en Gaza. A juicio del activista brasileño, “el de Donald Trump es un falso plan de paz que se basa en un falso cese al fuego”. “Entonces lo que ahora vemos es que Gaza vive con el 58% de su área ocupada en lo que ellos llaman la línea amarilla y el área verde. Los asesinatos ya suman cerca de 400 desde el cese del fuego. En cuanto a la ayuda humanitaria, la media de camiones que entra en Gaza es de cerca de 100, cuando la ONU decía que 500 a 600 era lo mínimo necesario para mantener la capacidad de vida en Gaza”, enfatiza.
Ávila denuncia que “los planes del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu son de avanzar, sea en Gaza, en la Cisjordania ocupada, en Líbano, en Siria y muy posiblemente va a atacar Irán otra vez. Entonces vivimos un cese al fuego frágil, que la verdad prácticamente no existe”. “Para mantener una coalición de extrema derecha, que vive bajo gravísimas denuncias de corrupción interna y procesos que hacen frágil su permanencia en el poder, la única manera es la crisis permanente, son los ataques permanentes”, asegura. Y concluye: “Entonces Netanyahu sabe bien que si la situación se estabiliza, él no solo va a tener que responder por sus crímenes de corrupción interna, sino también por sus crímenes de guerra internacionales. No podemos olvidar que es un fugitivo por la justicia en la Corte Penal Internacional”.
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