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Estilo Chevesich: el exigente método de trabajo de la futura presidenta de la Suprema

El próximo 6 de enero, Gloria Ana Chevesich, será la primera mujer en asumir la presidencia del máximo tribunal. Así es como se mueve la magistrada conocida por ser estricta y dura con sus pares. Su mayor desafío ahora será ceder en su liderazgo para conseguir consensos en un rudo pleno marcado por divisiones internas y pugnas de poder.

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Para la pandemia del Covid-19, el Poder Judicial se enfrentó a una misión titánica. La obligación de darle continuidad al servicio judicial, en medio de la peor pandemia en siglos, forzó a que la judicatura rápidamente tuviera que preocuparse de cuidar la salud de sus funcionarios y jueces -varios adultos mayores-, pero sobre todo garantizar que todos los tribunales del país siguieran funcionando sin parar.

Para ese desafío, el pleno nombró a la ministra Gloria Ana Chevesich como la magistrada encargada de coordinar la respuesta judicial a la emergencia sanitaria. Quienes la conocen comentan que su desempeño en esa función la retrata por completo.

Chevesich es una jueza de trato duro, estricta, perfeccionista y exigente con sus equipos. Todo eso se vio durante la pandemia. Pero fuentes judiciales comentan que si bien su rudeza es parte de su forma de enfrentar su trabajo como ministra de la Corte Suprema, su despliegue en la pandemia también dejó en evidencia otra de sus cualidades: su calidez y preocupación por los funcionarios.

Dragomir Yankovic/Aton Chile DRAGOMIR YANKOVIC/ATON CHILE

En esos años Chevesich le pedía personalmente a su equipo que llevara el catastro nacional de todos los funcionarios judiciales que se contagiaban de Covid-19. En medio de toda esa vorágine, Chevesich se daba el tiempo de llamar personalmente a cada uno de los funcionarios que caían enfermos.

Su desempeño con el Covid-19 es solo uno de los encargos que ha tenido. Además, ha sido representante de la judicatura en varias instancias internacionales, pero también ha liderado en temas como la ley de tramitación electrónica, el pago de pensiones de alimentos tras los retiros del 10% de las AFP y la ley de monitoreo telemático, más conocida como tobilleras electrónicas.

El ascenso

Quienes han trabajado con Chevesich comentan que es una ministra que parte su día muy temprano, que le gusta pasar tiempo en el Teatro Municipal viendo ballet, conciertos u óperas y que disfruta escaparse al Cajón del Maipo, donde tiene una casa. Es de pilates diario y una magistrada que a las siete de la mañana ya está instalada en la Corte Suprema.

Pese a que no quería el cargo y aceptó por lealtad al exministro Guillermo Silva, en 2019 la magistrada se transformó en la primera vocera mujer del máximo tribunal. En ese rol dejó en evidencia su cuidado estilo de trabajo.

Chevesich es de exigir a sus equipos minutas y resúmenes técnicos para todo. Le gusta el dato preciso, la exactitud, no las aproximaciones. Esos documentos, que guarda en carpetas que lleva siempre bajo el brazo, son su mecanismo de seguridad para evitar errores o pasos en falso.

En sus vocerías solía leer documentos y cada palabra de sus intervenciones era cuidadosamente elegida. A diferencia de otros voceros, como el exministro Lamberto Cisternas o la exministra Ángela Vivanco, la futura presidenta del máximo tribunal no improvisaba, no respondía preguntas sobre otros temas ajenos al propósito de sus vocerías y le costaba la espontaneidad para enfrentar a la prensa.

Toda su carrera judicial la ha construido en el Palacio de Tribunales, razón por la cual algunos jueces la critican por tener poca calle y ser apegada a los planteamientos y la realidad de la Corporación Administrativa del Poder Judicial (CAPJ).

Juan Eduardo Lopez/Aton Chile JUAN EDUARDO LOPEZ/ATON CHILE

Fue en 1986 que llegó como relatora a la Corte de Santiago y en menos de 10 años -cuando solo tenía 37- ascendió a ser relatora de la Suprema. En la Suprema la designaron como redactora de la sentencia por el desafuero del dictador Augusto Pinochet. Luego de eso, en 2002, llegó a ser ministra del tribunal de alzada capitalino. Y lo hizo de forma especial: sin concurso, ya que la Suprema aprobó su traslado por razones de mejor servicio.

Su destino cambió para siempre al ser jueza de la Corte de Santiago. Al año siguiente, en 2003, el pleno la designó como la investigadora del caso MOP-Gate, la emblemática indagatoria por corrupción que golpeó al gobierno del expresidente Ricardo Lagos. Como investigadora de ese caso vivió en carne propia la soledad del poder: aprendió a desconfiar por temor a las filtraciones, se peleó con el expresidente de la Suprema Marcos Libedinsky, enfrentó un duro sumario en su contra, convivió con intentos por controlar su indagatoria, agresiones físicas, la exposición de su vida privada y el ninguneo de autoridades de la época, como el exministro de Justicia Luis Bates.

ANDRES DIAZ ANDRES DIAZ

Ahí se ganó el apodo de “jueza de hierro”, un apelativo que la identifica bien. Tanto así, que en plena crisis del Poder Judicial, que explotó por los chats de Luis Hermosilla, ese estilo implacable lo desplegó sin importar los costos. Fue de las primeras que quiso enviar a la exministra Vivanco a la Comisión de Ética, fue ella quien también propuso pasar a esa misma instancia a la ministra María Teresa Letelier, protagonizó duros interrogatorios indagando los hechos de Vivanco y además fue de los siete votos que quisieron remover, sin éxito, al exministro Antonio Ulloa.

Esa misma rigidez y apego a las normas del Código Orgánico de Tribunales también la convierten en una magistrada obtusa y que le cuesta escuchar. Ella lo sabe porque, entre otras cosas, se lo reprocharon con rudeza los ministros más disidentes a su figura en el pleno cuando se votó su nombre.

La ministra de la Corte Suprema Gloria Ana Chevesich camina antes de la voceria que entregó en Tribunales donde se refierió a la manifestación en las afueras del hogar de la jueza Andrea Acevedo

El 6 de enero asumirá la presidencia. Fuentes de la Suprema cuentan que su núcleo más cercano lo integran el actual presidente Ricardo Blanco y la ministra Andrea Muñoz. Los tres afianzaron su poder en la Cuarta Sala, una instancia que pasó de ser pro empresa bajo el mando del exministro Patricio Valdés a ser una sala pro trabajadores.

Chevesich tiene la difícil misión de “recuperar la confianza” de la ciudadanía en el Poder Judicial. Para eso uno de sus principales desafíos será moderar su carácter y ceder en la forma de dirigir para lograr unir al pleno -una instancia colegiada con fuertes posiciones- y conseguir amplios consensos.

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