
Suelos sin absorción y lluvias fueras de temporada: los factores del aluvión que dejó más de 250 damnificados en el norte
El deslizamiento de tierra ocurrió en el poblado de Huatacondo, a 100 kilómetros al sureste de Pozo Almonte. La calidad del suelo y las precipitaciones inesperadas fueron clave para que se desatara este evento natural.

Alrededor de 250 personas damnificadas dejó un aluvión ocurrido este jueves en la región de Tarapacá, específicamente en el poblado de Huatacondo, ubicado en la comuna de Pozo Almonte. Las inesperadas precipitaciones en el norte del país provocaron un alud que alcanzó los sectores poblados, dejando gran parte del sector sin acceso a servicios básicos.
El hecho ocurrió durante la madrugada del jueves debido a las fuertes lluvias. Ante esto, el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) confirmó que el aluvión alcanzó la altura de un metro de barro y otros sedimentos.
El alcalde de Pozo Almonte, Richard Godoy, convocó un Cogrid comunal, junto con la división regional de Senapred, la delegación regional y distintos organismos como Carabineros y el MOP, “donde hemos tomado las medidas para remediar todo lo que ha sucedido”, según dijo. Las prioridades de este Comité para la Gestión del Riesgo de Desastres fue organizar un operativo para restablecer los servicios de energía eléctrica, agua potable, y el despeje de caminos.
La directora regional de Senapred Tarapacá, Patricia Montenegro, informó que de momento se encuentran suspendidas algunas rutas internas del sector. “Manejamos la información de afectación de una vivienda donde vivía una persona mayor, la cual ya ha sido derivada donde un vecino”, agregó.

Por su parte, el teniente de Carabineros de la subcomisaría Huara, David Correa, detalló que a causa de este alud, al menos 250 personas resultaron damnificadas, “afectando gravemente a varias viviendas y a la infraestructura local. El evento ha generado un corte total de los suministros eléctricos de agua potable y alcantarillado, lo que ha dificultado aún más las labores de la emergencia”.
Además, el Ejército de Chile dispuso 81 militares para colaborar en las labores de recuperación y se evalúa la posibilidad de entregar equipos de respaldo energético para restablecer el servicio en la zona. La comunidad cuenta con maquinaria local para mantener despejados los accesos y calles internas, a la espera de la llegada de equipos y maquinaria pesada.
Las causas
¿Qué tan común es que ocurran aluviones en el norte? El reciente deslizamiento de sedimento dejó en evidencia la fragilidad de los suelos del norte de Chile frente a precipitaciones inusuales, además de alertar sobre posibles efectos del cambio climático en zonas tradicionalmente áridas.
Según explica Pablo Salucci, geógrafo y académico de Duoc UC, este tipo de eventos no se pueden atribuir únicamente a una alta cantidad de lluvia, sino a la naturaleza del terreno en la zona. “Son suelos que no tienen capacidad de absorción, resistencia, ni cubierta vegetal, que de alguna manera son elementos que mitigan la posibilidad de aluvión”, señala. Por esta razón, incluso lluvias de baja intensidad pueden provocar deslizamientos peligrosos.
Además, advierte que la ubicación de muchas viviendas también contribuye a la exposición al riesgo. “Estos asentamientos están muy cerca de cerros, de quebradas, porque son zonas donde prácticamente no llueve nada”.
A diferencia de los aluviones que ocurren en la zona central del país, estos no necesariamente tienen influencia directa con la isoterma. Esto se conoce al nivel de altura donde se registra 0 °C en contexto de precipitaciones. “Puede llover con una isoterma baja y sigue siendo un peligro. El factor más complejo es el tipo de suelo”, explica el especialista.

Otro elemento relevante que influye en este tipo de aludes en el norte de Chile es la estacionalidad. Aunque las lluvias en dicha zona son más comunes en verano, este fenómeno ocurrió en temporada invernal. Salucci recuerda que existen antecedentes históricos de aluviones en esta época del año, como el de Antofagasta el 18 de junio de 1991: “Es un dato no menor, uno empieza a ver ciertas fechas donde se repiten los fenómenos”, apunta el geógrafo.
Finalmente, el profesional hace un llamado a observar estos eventos en un contexto más amplio, y a entender que podrían ocurrir con mayor frecuencia en el futuro. “Hay una predicción de que la humedad podría ir aumentando en el norte de Chile. Entonces, tal vez estos fenómenos pudieran apuntar en esa proyección”, indica aludiendo a los efectos del cambio climático.
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