
19,2%, la cifra invisible que sostiene a Chile

Hacer las compras, cocinar, cuidar, dar medicamentos, ordenar, lavar, dar de comer, aspirar, sacar al perro, limpiar, regar las plantas… ¿has hecho algo de esto hoy? Eso es trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Y si lo has hecho, formas parte del 97,2% de las personas en edad de trabajar que realizan estas tareas en Chile.
Pero estas labores cotidianas están lejos de ser una responsabilidad compartida. En ellas se esconde la infraestructura invisible que sostiene nuestra economía, y casi dos tercios de ese trabajo recaen sobre las mujeres. Ellas dedican, en promedio, dos horas diarias más que los hombres a estas tareas.
Esta brecha explica buena parte de las diferencias de género en ingresos, empleo formal, participación y tiempo libre, y tiene efectos directos en la salud mental y el bienestar de las mujeres. Todo eso, además, sin salario ni reconocimiento.
Por eso, desde ComunidadMujer hemos vuelto a valorar económicamente este trabajo. Junto al Ministerio de Hacienda y con el apoyo de CAF –banco de desarrollo de América Latina y el Caribe–, lanzamos esta semana nuestro segundo estudio, que revela que el valor económico del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en Chile alcanza 66.857 miles de millones de pesos en 2023, equivalentes al 19,2% del PIB ampliado del país.
Este porcentaje supera el aporte de cualquier sector productivo formal. Y el valor específico del trabajo realizado por mujeres asciende a 43.577 miles de millones de pesos, es decir, un 12,5% del PIB ampliado, lo que confirma su papel central -aunque invisibilizado- en la economía nacional.
Esto, por supuesto, no es novedad para millones de mujeres en Chile. Es una realidad que ven y viven cada día. Para ellas, no hay descubrimiento, hay evidencia.
Reconocer y valorar el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado no es solo un acto de justicia; es una necesidad impostergable para el desarrollo del país. Implica avanzar en políticas que reconozcan su aporte real y que redistribuyan las responsabilidades de cuidado y promuevan la corresponsabilidad, para que este trabajo no siga recayendo desproporcionadamente sobre las mujeres ni limitando su autonomía.
Esa urgencia se vuelve aún más evidente en un país que envejece. Se espera que para 2050, las personas de 60 años y más sean cerca de un tercio de la población, y el grupo de 80 años o más se triplique. Este cambio demográfico tensionará fuertemente el sistema de cuidados, multiplicando los casos donde personas mayores cuidan a otras personas mayores, o donde la llamada “generación sándwich” sostiene a padres e hijos —o incluso nietos— al mismo tiempo.
Si no actuamos ahora, la sobrecarga sobre las mujeres se agudizará, profundizando su exclusión de los espacios públicos y su precariedad económica.
Porque no se trata solo de valorar lo que sostiene a Chile, sino de asegurar el bienestar y el pleno desarrollo de las mujeres que, con su trabajo invisible, lo hacen posible cada día.
Por Cristina Vio, directora ejecutiva de ComunidadMujer
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