
Desempleo e informalidad: la urgencia que nadie quiere mirar
Una economía que no genera suficientes empleos no solo está fallando en materia de eficiencia, está fallando en lo más esencial: dar sentido a la vida de millones de personas.
Chile vive una paradoja laboral. Tenemos una economía que ha mostrado leves señales de recuperación, pero que aún no logra traducir ese impulso en empleos dignos, formales y estables. La tasa de desocupación bordea el 9 % en el trimestre terminado en abril -llevamos más de dos años con un desempleo sobre el 8%- y, si incorporamos la fuerza de trabajo potencial, la subutilización de la fuerza laboral alcanza el 16,8 %. Eso significa que uno de cada seis chilenos que podrían trabajar, no lo está haciendo.
Peor aún, la informalidad sigue siendo el refugio obligado para millones de personas. Una de cada cuatro personas trabaja sin contrato o sin protección social. ¿Cómo hablamos de futuro si no garantizamos lo más básico? Y entre quienes más sufren esta precariedad están las mujeres. Su tasa de participación laboral sigue estancada en torno al 52,8 %, muy por debajo del promedio OCDE.
No estamos hablando solo de estadísticas. Detrás de cada número asociado al desempleo o la informalidad hay una historia, un talento desaprovechado, una mujer que no trabaja por tener bajo su cuidado a un hijo o un familiar, una joven que no accede a un primer empleo, un trabajador maduro que no logra reconvertirse. El país no puede resignarse a esta pérdida de capital humano, ni mucho menos hacer como que es un problema que no existe.
Y a esto se suma un desafío aún mayor: el futuro del trabajo. La revolución tecnológica -particularmente la irrupción de la inteligencia artificial- puede ser un gran incentivo para crear nuevas industrias, pero también puede ser una amenaza que profundice las desigualdades si no actuamos ahora. Casi un millón y medio de empleos podrían automatizarse en la próxima década. ¿Estamos preparando a nuestra fuerza laboral para ello? La verdad es que no con la suficiente urgencia.
Desde Sofofa hemos decidido no quedarnos en el diagnóstico. Creamos el “Consejo para la Empleabilidad y el Trabajo del Futuro”, una instancia que reúne al mundo empresarial, académico y social para diseñar propuestas concretas. Queremos impulsar pactos de adaptabilidad, formación en habilidades del siglo XXI, mejoras en la intermediación laboral y una educación técnico-profesional conectada con las necesidades reales de las industrias.
Creemos que es posible transformar este momento en una oportunidad. Pero necesitamos que el empleo sea prioridad nacional. Que no se diluya entre comisiones, ni se relegue al último lugar de las urgencias políticas. Creemos que el gobierno, los parlamentarios y muy especialmente las candidaturas presidenciales deben tomarse muy en serio el desafío del empleo. No hay justicia social sin empleo digno. No hay crecimiento sostenible sin capital humano desarrollado. No hay cohesión si una parte del país siente que está quedando atrás.
Chile tiene todo para volver a crecer con fuerza, pero ese crecimiento debe ser con trabajo de calidad. Que nadie se quede fuera del futuro.
*El autor de la columna es vicepresidente de la Sofofa
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