Opinión

El centro y sus circunstancias

Carolina Tohá tomó decisión sobre su futuro político de cara a las elecciones de noviembre.

El triunfo de Jeannette Jara en las recientes primarias oficialistas no significa una victoria extraordinaria para el PC (ganó disimulando esa condición) ni un fracaso dramático para el Frente Amplio (el propio Winter sabe que no era la mejor carta de un partido que, como eventual oposición, tendrá a las figuras de mayor proyección, como el propio Presidente Boric y Vodanovic). Sin embargo, en el caso del Socialismo Democrático, la derrota de su candidata tiene consecuencias indisimulables, quizás existenciales. Sucede que, desde Frei frente a Piñera en 2009, no había en la papeleta un candidato relevante que encarnara el espíritu de la Concertación. Bachelet II y todos quienes le siguieron, representaron la superación de esta formación, su izquierdización o carecieron de competitividad. Tohá, hasta un mes antes de la elección, pareció capaz revertir la tendencia y devolver el liderazgo de su sector hacia el centro. Por eso, su baja votación abre profundas interrogantes sobre la posibilidad de un proyecto fuerte de centroizquierda y respecto de la existencia o no de un ideario de la Concertación vigente en nuestra sociedad.

Lo primero que llama la atención es cómo una formación tan exitosa como la Concertación goza de tan poco afecto. Una explicación se encuentra en el factor generacional, en la lenta renovación de sus principales liderazgos, donde puede hallarse la semilla de la hostilidad que muchos nuevos dirigentes de esos partidos mostraron hacia ese periodo y sus protagonistas apenas tuvieron la oportunidad de hacerlo. Otra, la más importante, está en la variable contextual. Los límites de la transición determinaron que la acción política de la Concertación tuviera un fundamento mucho más estratégico que ideológico. La ausencia de realismo -ese lujo que hoy abunda- tenía un precio demasiado alto. Así, armonizó al mundo militar con el civil, una actividad económica privatizada con objetivos de progreso social, un marco institucional apenas parcialmente democrático con un proceso de democratización. De esto deriva que esta coalición legara resultados extraordinarios, gobernabilidad, pero no un ideario. Como en el Chile moderno, solo podemos entender el centro a través de la experiencia de la Concertación, llegamos a la conclusión de que lo que conocemos como centro no es una disposición natural ni en los políticos ni en la sociedad, es una respuesta a circunstancias extraordinarias, en que los límites de lo posible son nítidos e intimidantes. Superadas esas circunstancias, relajados esos límites, la prudencia propia del centrismo se confunde con tibieza, indeterminación. Su atractivo se desvanece.

La derrota de Tohá es la constatación de que no tendremos un proyecto de centro por deseo, sino por necesidad. Es, también, la evidencia de que la Concertación puede inspirar una forma de conducción política, pero su vínculo vital con las circunstancias en que se inscribió, la hace más un pedazo de historia que una experiencia replicable.

Por Rafael Sousa, socio en ICC Crisis, profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP.

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