Opinión

Elegir es posible, ¿gobernar?

15.12.2013 - URNA - VOTO - MANO - VOTANDO - SUFRAGANDO - MESA DE SUFRAGIO - VOTACION - VOTACIONES - ELECCIONES PRESIDENCIALES 2013 - SEGUNDA VUELTA - POLITICA / LA TERCERA - PAGINA 17 - CREDITO HANS SCOTT - SANTIAGO - CHILE / PUBLICADA - - - 15 de Diciembre de 2013/SANTIAGO Una hombre deposita su voto en la urna, en el colegio Rosa Ester Alessandri, durante esta segunda vuelta de elecciones presidenciales. FOTO: HANS SCOTT/AGENCIAUNO - Santiago - Region Metropolitana - Chile - Hans Scott - Hans Scott

La vorágine de la vida contemporánea no se detiene. Cada día una nueva sorpresa despierta nuestros sentidos. Los conflictos en Gaza y Ucrania suman a Irán y no se sale de un episodio cuando ya estamos en otro, con nuevas inquietudes. En un tiempo en que los hechos tienen significancia universal y sus efectos repercuten de inmediato en todo el orbe, cuesta mantener el foco en las tareas y deberes que nos son propios. Quizás tenemos temor a estar en Narnia por ocuparnos de nuestras modestas inquietudes. Sin embargo, no solo es lo único, es lo mejor que podemos hacer.

Además, la tentación de levantar con premura la voz para juzgar acciones y exigir que se restaure el orden mundial es tal vez inoportuna. Cuando se procura el interés de la sociedad la autoridad llamada a servirla debe actuar con parsimonia, pues así hará acopio de opiniones y apreciación responsable de los acontecimientos, para luego decidir con prudencia el bien que debe realizar. Actuando con moderación y templanza (que algunos no valoran), alcanzará el objetivo que su comunidad espera de ella y no la necedad radical que entusiasma a fanáticos pero que puede perjudicar el interés patrio.

Tampoco parece conveniente distraerse de los asuntos en que somos directamente responsables. Más todavía cuando vivimos en Chile momentos de mucha incertidumbre por la crisis de seguridad pública y el estancamiento de la economía, que nos hacen ser cada día más escépticos de nuestro bienestar.

En un año electoral, enfrentar estas definiciones resulta crucial, pues –como es obvio- no da lo mismo quién gobierne. De ahí la relevancia de hacerse cargo y participar en este proceso. No obstante, más allá de la decisión coyuntural, el ciudadano receloso pregunta si alguna vez le van a solucionar sus problemas: ¿Logrará quien llegue a La Moneda cumplir con sus compromisos?

La historia reciente da cuenta que gobiernos de distinto signo no consiguen sacar adelante su programa. Habrá mayor o menor impericia, pero existe un denominador común: el régimen político lo dificulta seriamente.

Desde que se modificó el sistema electoral, de binominal a proporcional, aparecieron numerosos partidos disputando el poder. La facilidad para constituir partidos, la existencia de fuentes públicas para su financiamiento y el de sus campañas, fomentaron la fragmentación política. En breve aumentaron los independientes (hay 43 diputados sin afiliación partidista de 155), se fortaleció el feudalismo parlamentario y se intensificó la polarización. En menos de una década, estallido de por medio, se consagró la ingobernabilidad.

Hay más consideraciones, pero con las mencionadas basta para afirmar que, en el estado actual, el esfuerzo democrático por lograr que gane la mejor opción será inútil de no existir cambios sustanciales en nuestro régimen político. Existen iniciativas mínimas en trámite legislativo cuya aprobación mejoraría el panorama sin afectar el desenlace central. El gobierno y el Congreso evitarán la frustración de la gente solo si superan el egoísmo personal y partidista.

Por Hernán Larraín F., abogado y profesor universitario

Más sobre:EleccionesgobiernoReforma política

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

¡Oferta especial vacaciones de invierno! ❄️

Plan digital $990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE