Por Sebastián EdwardsHay que tomar a Franco Parisi y al PDG en serio

La derecha de José Antonio Kast tuvo un gran éxito en la presidencial. Evitó que Johannes Kaiser se “metiera por los palos” y logró un porcentaje de votos cercano al de Jeannette Jara. Todo indica que en tres semanas Kast será electo presidente de Chile por un margen importante.
Sin embargo, el buen resultado en las presidenciales tiene como contrapartida un fracaso autoinfligido en las parlamentarias. Las derechas –las estoy sumando, aunque hay una profunda y manifiesta “mala leche” entre ellas– arañaron la mayoría en la Cámara y el Senado. Pero, debido a errores estratégicos y de coordinación, no lograron el tan ansiado e inédito control.
Ahora, nada será como habían soñado.
En vez de “echarle para adelante” desde el primer día con los proyectos de seguridad, migración, educación, salud y economía, van a tener que negociar una serie de cuestiones administrativas, incluyendo las presidencias de la Cámara, el Senado y las distintas comisiones parlamentarias. Todo esto será una distracción y retrasará los avances legislativos. En la Cámara la contrapartida de esas negociaciones será el PDG y en el Senado será Karim Bianchi, el hombre de Magallanes.
La gente (de derecha) con la que he hablado me asegura que hay pocas posibilidades de que se lleven a cabo esas negociaciones de forma exitosa. La derecha, me dicen, jamás pactará con populistas, con arribistas, con cortoplacistas sin visión de país ni estrategia de largo plazo. Antes la muerte.
A lo más, me dicen, habrá acuerdos parciales sobre proyectos puntuales y de amplio clamor popular. Cuestiones urgentes en la frontera norte, asuntos específicos en la macrozona sur. Eso, me repiten, sería todo.
Una amiga muy bien informada agregó que JAK tiene una historia de no negociar y de rechazar desviaciones a la línea central del partido. Me informa que por desapegos menores se peleó con el propio Kaiser, con Rojo Edwards, con Gonzalo de la Carrera. A todos ellos, me asegura, los expulsó del Partido Republicano. Mi amiga me recuerda que el segundo proceso constituyente fue una muestra palmaria de la aversión de JAK por apartarse, vía negociaciones, de la línea doctrinaria que se ha trazado.
Después de escucharla concluí que la derecha no ha analizado todas las consecuencias de una estrategia de rigidez a rajatablas.
Hay un escenario en el que la falta de acuerdos pueda traducirse en inmovilismo y trabazón. Esto, a su vez, tendría un efecto negativo sobre la economía. Y si la política no funciona y se tranca, los inversionistas se retraen y esperan hasta que las incertidumbres se despejen. Es lo que ha sucedido durante este gobierno. Cuando los inversionistas se quedan “al aguaite” hay menos inversión, menos crecimiento y menos empleo. Todo eso lleva a mayor frustración.
Y si la frustración se asienta sería difícil que la derecha esté en el poder por 12 años como ha dicho y desea Pablo Longueira.
Creo que hoy no se puede descartar el siguiente escenario: debido a esta posible frustración la segunda vuelta en 2029 será una lucha encarnada y sin cuartel entre Franco Parisi y Gabriel Boric.
Desde luego que esto requiere que ambos jueguen bien sus cartas. Para Boric eso significa tomar una actitud de estadista sabio; opinar poco y con mesura. Para el presidente saliente esto será difícil. Como dicen: “por la boca muere el pez”.
Para que Parisi llegue a la segunda vuelta en 2029, tiene que mantener su fuerza parlamentaria intacta, cuidar a su grupo de 14 mosqueteros, y negociar con inteligencia. Evitar que, como ya le sucedió hace unos años, sus diputados se manden a cambiar en busca de pastizales más suculentos. Mantener a los 14 alineados no será fácil, pero creo que Pamela Jiles podría hacerlo. Si no lo logra Jiles, ¿quién?
Cuando hace unos días hablé sobre este posible escenario ante un grupo de amigos, de inmediato me preguntaron en qué basaba esa narrativa. Sin vacilar les expliqué que no era un vaticinio, mucho menos un deseo. Era tan solo un escenario al que le asignaba una probabilidad de, más o menos, 50 %.
Uno de mis amigos –el más agudo– me preguntó en qué metodología fundaba ese escenario tan desolador. Estuve tentado en contestar que en una metodología similar a la de las encuestas de Alberto Mayol para la primera vuelta, pero me contuve. Mis amigos ya no estaban para bromas.
Otro contertulio dijo que, efectivamente, en su opinión el escenario era de terror, pero que había que recordar que la bancada senatorial del Partido Republicano iba a contar con Rodolfo Carter, conocido por su pragmatismo, capacidad de dialogo y sentido común. Quizás Carter podía ser un puente entre el nuevo gobierno de Kast y el PDG.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
2.
3.



















