Opinión

La batalla de tres bandos

El debate organizado por la industria salmonera se realizó en Frutillar, Región de Los Lagos (Foto: Aton)

¿De qué tratan, al fin, las próximas elecciones presidenciales? Si se juzga por los protodebates que tuvieron los tres candidatos de mejores números esta semana -uno ante el gremio salmonero, otro ante los dueños de camiones y automóviles, un tercero en la Cámara de Comercio-, el sujeto central es el Estado.

Es una discusión que resulta natural para Jeannette Jara, cuyo partido considera al Estado como el protagonista excluyente de la vida en sociedad, y bastante cómoda para José Antonio Kast, a quien se le brinda la oportunidad de denunciar a un Estado hipertrofiado, ineficiente y hostil con los ciudadanos. Las dos demandas principales que recogen las encuestas -el crecimiento económico y la seguridad- pueden ser también reducidas al papel que se espera que cumpla el Estado, sobre todo después de la laxitud del cuatrienio que termina.

De paso, Kast evita que la discusión adopte la polaridad pueblo versus élites, que le permitió a Boric derrotarlo en segunda vuelta en el 2021, una fecha que de todos modos estaba demasiado cerca de los sucesos de octubre del 2019. No es momento de apostar nada, pero es probable que esa polaridad haya perdido mucha de la tracción que tuvo entonces e incluso que haya cambiado de intérpretes, si se sigue la tesis de que el gobierno de Gabriel Boric no ha sido sino un proceso de sustitución de élites.

En el triángulo escaleno que forman los tres candidatos, Evelyn Matthei no ocupa una posición central; esa es una ilusión derivada de que la derecha no quiso resolver su candidatura en primarias. Pero en los tres debates quiso tomar distancia de sus dos competidores. En el primero, prácticamente los ignoró, dictó una charla sin referencia a ellos y actuó con visible intención de no enzarzarse con ninguno. Creó el extraño efecto de que parecía faltar alguien, un contradictor que se moviera en su campo, no en los otros. Esa figura era, obviamente, Carolina Tohá. Pero todavía puede salir alguna de entre los más de 600 inscritos como candidatos independientes, que se validarán el 18 de agosto. Habrá más de tres candidatos, eso es seguro.

Matthei radicalizó su mensaje en el segundo foro, al que simplemente no asistió, dejando la totalidad del escenario para Jara y Kast, que tienen un interés simétrico en ocupar todos los escenarios disponibles. Para ella, el debate sobre el Estado está sobresimplificado, aunque su posición siempre estaría más cerca de Kast que de Jara, como lo confirmó en el tercer encuentro, donde se concentró en impugnar la gestión de Jara en el Ministerio del Trabajo. La estrategia de elegir las batallas es arriesgadísima, pero es posible que la deteriorada situación de Matthei en las encuestas requiera gestos de este tipo, teatrales y atrevidos.

¿Y dónde se libra la batalla presidencial? Este es un asunto más complicado, porque se trata de elecciones que tienen varios niveles de significación y en las que se compite en distintos planos.

La batalla de Jara se libra en el interior del Partido Comunista. Ella goza de una posición protagónica después de su resonante triunfo en las primarias, pero no la tiene en la correlación de fuerzas internas comunistas. Las reiteradas pérdidas de compostura de la dirección del PC han sido mucho más resonantes que lo usual y comunican con intensidad el esfuerzo por recapturar la candidatura, rebajar la autonomía de sus decisiones y evitar que el programa de gobierno se descomunistice por completo. Y menos en manos de vertientes socialdemócratas que en toda la historia, a lo largo y ancho del mundo, fueron objeto de desprecio y repulsa por parte de los comunistas. Socialdemócrata fue siempre una acusación, no una aspiración.

¿Qué pueden hacer frente a esto el Socialismo Democrático y el Frente Amplio? Nada. No son parte de esa confrontación, no les pertenece y no incidirán en ella. El primer problema de Jeannette Jara es el partido, no la coalición. En la coalición, para su fortuna, abundan los que se sienten llamados a participar de la vida pública, aunque nadie los invite. Son los que, al decir de Óscar Landerretche, “hacen como que creen”. Están desgarradoramente excluidos del problema del PC. Jara no logra cerrar ese flanco y debe perder tiempo y fuerza en intentarlo. Es una situación cruel.

La batalla de Kast se libra en la UDI. De la forma en que lo ha comunicado, Kast parece buscar la restauración del proyecto original de la UDI, un partido doctrinario y disciplinado. De fusionarse, republicanos y la UDI formarían el partido más grande, pero la UDI que está en Chile Vamos no es la que busca Kast. La UDI de Jaime Guzmán se fue de allí, o se licuó con Joaquín Lavín y después con el resto de los coroneles. Asunto sensible: esa UDI es la “dueña” de Matthei, sólo que ella tampoco se siente tan a gusto con su militancia y podría estar en cualquiera de los partidos de Chile Vamos.

A diferencia de Jara, Kast no se enfrenta con la dirección de la UDI: sólo quiere llevarse a los militantes, sobre todo a los que comparten el espíritu de vanguardia capitalista y de fortaleza anticomunista que atribuyen a Guzmán. Kast invita a una vuelta a los orígenes, después de que la aventura de congeniar con el mundo derivase hacia la connivencia con la izquierda. Y quizás apuesta, además, a que, en una elección polarizada, muchos de ellos también tengan que “hacer como que creen”.

En la política siempre conviven un elemento práctico y otro abstracto. En ciertos períodos prevalece uno, como ocurre cuando los sistemas políticos están desbalanceados y favorecen la proliferación de intereses particulares. La DC es un ejemplo estridente. Aunque parezca increíble, ese partido está otra vez al borde de la división, enfrentados los que quieren apoyar a Jara para asegurar asientos en el Congreso con los que creen que ese paso está en contra de su doctrina y su historia. Es el caso de un partido descascarado por el debate entre dos éticas.

Kast quiere sacar a la UDI de ese dilema. La pregunta es si la UDI quiere tal cambio o, si por el contrario, considera que su tránsito de 35 años ha sido más bien exitoso.

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