Opinión

La derecha histérica

En el año 2013 la derecha organizó sus primeras primarias presidenciales y en ellas dos ministros de Sebastián Piñera -Andrés Allamand por RN y Laurence Golborne por la UDI- disputarían el título de abanderado único del sector. Una ruda campaña hizo tambalear la hasta entonces cómoda ventaja de Golborne y, con ello, todo tipo de fantasmas comenzaron a aparecer en los pasillos de la sede UDI.

La historia es conocida, con un golpe blanco los históricos del gremialismo bajaron a Golborne y lo reemplazaron por Pablo Longueira y el carismático “coronel”, echando mano a los últimos estertores de la mística fundacional del partido, logró derrotar a Allamand en un sprint tan exigente que lo dejó triunfador, pero fuera de combate. La beligerancia fue tal que muchas de las fisuras que quedaron entre facciones y figuras no terminaron nunca de cerrar y explican hachas que se afilan hasta el día de hoy.

Tras el estropicio y con las posibilidades electorales tan deterioradas como la affectio societatis, quien se inmoló para plantar cara en la presidencial fue la hoy candidata de ambos partidos, Evelyn Matthei… Dicen que la historia no se repite, pero rima: los que recuerdan los detalles de esos días frenéticos de operaciones, llamados de última hora, filtraciones y trascendidos en prensa no dejarán de encontrar similitudes con el asedio que por estos días arrecia en el comando de Evelyn Matthei.

Y es que lo que se vocifera en estos días en los mentideros de la derecha son los llamados para que la candidata de golpes de timón, para que cambie sus estrategias y para que renueve sus equipos. Mientras tanto y a sotto voce, circulan trascendidos sobre desvaríos de la candidata; se proponen nombres de potenciales reemplazos y se suman las quejas al ostracismo, amateurismo e incluso ineptitud de sus escuderos.

Algo de ese clima de 2013 se siente en los pasillos de la derecha por estos días y, para seguir con las curiosidades, no son pocos los que señalan que, si se tira del hilo de las operaciones en curso, no tardan en aparecer las huellas de varios de los actores de esos años, incluidos los que entonces oficiaron de candidatos y enconados adversarios y de muchos de quienes, entonces, acudieron en procesión para pedirle a Matthei que tomara el testigo de una campaña que terminó empujando virtualmente sola.

Serán largos los días hasta agosto, fecha en la que se inscriben de manera definitiva las candidaturas. Hasta entonces, cada encuesta que se publique será un arma potencial en contra de Matthei; cada foto forzada con parlamentarios, dirigentes y candidatos de su lista esconderá puñales o, simplemente, los brazos caídos de quiénes deberían estar dejando los pies en la calle para levantar su candidatura y están, en cambio, dando cuñas en off sobre su inviabilidad.

Hoy no estamos frente a la disputa encarnizada entre los dos partidos eje de la derecha postdictadura, sino ante la amenaza a estos que ha plantado una nueva derecha surgida de sus costillas, pero las armas se parecen y las operaciones son calcadas. Ya no es una derecha histórica sino más bien una histérica la que está operando a contrarreloj para intentar salir ganadora -o al menos indemne- de lo que perciben como un naufragio y Evelyn deberá luchar mucho para no ser tratada como peso muerto o terminar, de nuevo, empujando sola una marcha hacia la derrota.

Por Camilo Feres, director de Asuntos Políticos y Sociales de Azerta.

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