Opinión

La nueva vía chilena: tarea pendiente

La nueva vía chilena: tarea pendiente (AP Photo/Matias Delacroix) Matias Delacroix

Cuando el 11 de marzo de 2022, entrando a La Moneda el Presidente Boric se desvió hacia la estatua del Presidente Allende, tuve el presentimiento de que algo grande podía comenzar.

La vía chilena al socialismo había fracasado. En ausencia de mayoría social y política, la Unidad Popular no resistió los embates internos y externos de que fue objeto, incluso antes de asumir el gobierno. Cincuenta y dos años después se abría otra oportunidad: construir una nueva vía chilena hacia la superación en democracia de las graves tensiones sociales que habían conducido al estallido de octubre del 2019.

Para bien y para mal, Chile ha sido protagonista de procesos políticos que han marcado época. Por de pronto, la vía chilena al socialismo, que tanto interés despertó en muchas latitudes. Antes, Chile conoció la única experiencia latinoamericana de frentes populares, así como la “revolución en libertad” del Presidente Frei Montalva. Y, a su manera, el experimento neoliberal protagonizado por los economistas de Chicago tuvo también gran proyección internacional.

Se le reconoce a Chile lo que alguien llamó “liderazgo conceptual”. El proceso que se iniciaba con el triunfo de Gabriel Boric tenía las condiciones para inscribirse en esa trayectoria. Faltando poco para el fin de su mandato, cabe preguntarse por su balance y su legado. El gobierno tiene argumentos para afirmar que normalizó un país que venía de una fuerte convulsión social seguida de una devastadora pandemia. Efectivamente, se absorbió un enorme déficit fiscal, se redujo significativamente la inflación, se detuvo una migración descontrolada, se fortalecieron las policías y se dotó al país de una importante legislación para enfrentar el crimen organizado. Este gobierno puede exhibir también un aumento del salario mínimo, la disminución de la jornada laboral a 40 horas y la eliminación del copago para los afiliados a Fonasa de más bajos recursos. En todo caso, si se cuantificaran estas medidas no es claro que puedan superar en alcance a ninguno de los gobiernos de la Concertación o al de la Nueva Mayoría.

El leitmotiv de este gobierno era la transformación. Quedó al debe. En rigor, ninguno de los pilares de las desigualdades ha sufrido modificaciones al paso que la economía continúa estancada y el sistema político sigue profundizando su deterioro. Las Isapres y las AFP han salido fortalecidas.

Se argumenta que la resistencia de las fuerzas conservadoras impidió avances mayores. No es una buena excusa. Esa resistencia es un dato de la causa, un obstáculo a remover con talento político y movilización ciudadana. El proceso constituyente ofreció una oportunidad única para concretar la nueva vía chilena. Se desperdició lamentablemente por “wokismo” y renuncia a la conducción.

Sigue en consecuencia pendiente la tarea de profundizar la democracia y hacer de Chile un país más dinámico y menos desigual. Para ello es vital construir un gran bloque social capaz de enfrentar las amenazas de regresión social y abrir nuevos cauces de progreso social. Desafío que requiere a su vez de la construcción de una gran fuerza política. En esto, todos, socialistas y progresistas en general estamos también al debe.

Por Carlos Ominami, presidente de Fundación Chile21

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