
Cuidado del suelo pélvico, orgasmos y autoplacer: sí, también en la vejez
Muchas mujeres mayores crecieron sin espacios para hablar de su sexualidad. Durante años, fue un tema tabú. Pero ya es tiempo de que eso cambie. En una sociedad que envejece rápidamente, esta conversación se vuelve urgente, porque no se trata solo de tener relaciones sexuales: la sexualidad es parte integral del bienestar y de su salud.

Hace algunas semanas se conmemoró el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, una buena instancia para visibilizar un tema que sigue estando escondido: la salud sexual de las mujeres mayores. Y es que, aunque a estas alturas hablar de suelo pélvico, orgasmos y autoplacer no debería escandalizar a nadie, lo cierto es que sigue siendo tabú. Algo que, según la presidenta de la Fundación GeroActivismo, Agnieszka Bozanic L., es sumamente preocupante en una sociedad que envejece aceleradamente como la nuestra.
“Ese silencio no es inocente: es un dispositivo de poder. Es viejismo. Es machismo. Es patriarcado. Y sí, también es violencia”, agrega la también docente investigadora de la Escuela de Psicología de la UNAB, sede Viña del Mar.
La evidencia científica es clara: fortalecer el suelo pélvico —ya sea a través de ejercicios tipo Kegel o mediante orgasmos— mejora no solo la función urinaria, sino también la circulación, el estado de ánimo y la percepción corporal. En Chile, el 20 % de las mujeres mayores vive con incontinencia urinaria, una condición que afecta profundamente su movilidad, autonomía y autoestima. Sin embargo, persisten múltiples barreras que dificultan su tratamiento: la escasa formación de profesionales en salud pélvica, el desdén con que se abordan estas consultas en atención primaria y, sobre todo, una cultura que sigue asociando el envejecimiento femenino con la ausencia de deseo.
“En este contexto, la autoexploración no es un lujo, es una herramienta de autoconocimiento y resistencia. ¿Cómo vamos a hablar de placer si desde niñas nos enseñaron que las mujeres ‘decentes’ no se tocan y que las mayores no desean? Como psicogerontóloga, he escuchado demasiadas veces a mujeres mayores contar que sus médicos jamás les preguntaron por su sexualidad, que sus hijas se escandalizan si se interesan en juguetes sexuales o compran un lubricante, que sienten vergüenza de hablar de sus deseos. Esa vergüenza no es natural. Es aprendida. Y, afortunadamente, puede desaprenderse”, agrega la experta.
Así lo ha tenido que hacer Elena, una bibliotecaria feminista de 79 años entrevistada en uno de nuestros reportajes. “Existe la creencia de que las personas mayores no tenemos relaciones sexuales, no tenemos deseos sexuales, no nos gusta relacionarnos eróticamente”, dice. A ella, esa idea le molesta mucho: “Esta creencia está especialmente presente cuando se habla de la sexualidad de las mujeres viejas, a quienes se nos niega el derecho a expresarnos en este ámbito, aunque no así a los hombres, quienes siempre serán vistos como ‘héroes’ capaces de conquistar a cualquier edad”.
Según Bozanic, esto radica en que “hay mitos que van en relación con la asexualidad de las personas mayores, quienes no estarían interesadas en este tipo de actividad, lo cual —por supuesto— es completamente falso”.
Es cierto que para las mujeres, el climaterio implica cambios fisiológicos importantes, especialmente la atrofia vaginal, que debe ser atendida. Pero todos esos cambios fisiológicos tienen solución. Es necesario instalar la noción del control ginecológico posmenopausia como parte del cuidado integral de la salud.
“No basta con conmemorar la salud de las mujeres si seguimos marginando la dimensión sexual de las mayores, si seguimos tratando el autoplacer como una rareza o los orgasmos como un privilegio reservado a la juventud. No basta con campañas si ignoramos la salud pélvica, la sequedad vaginal, el dolor y la disfunción sexual en la vejez. Conmemorar sin incluir el derecho al placer es seguir excluyendo”, asegura Agnieszka.
Icha Mateluna Trincado, de 66 años, coincide. A su edad, se identifica a sí misma como una mujer “felizmente liberada y empoderada”. Soltera, afirma en el mismo reportaje que, con los años, su aprendizaje sexual va más orientado a la autoexploración. “El deseo está latente y se puede y debe disfrutar intensamente, sin prejuicios”.
Pero esa libertad con que Icha vive su sexualidad ha sido fruto de un trabajo personal; no es lo común. Y para que eso ocurra, según Bozanic, necesitamos políticas públicas que integren la salud pélvica y sexual en los centros de atención primaria, formación para profesionales de la salud con enfoque de derechos, sin estigmas etarios ni de género. Pero, sobre todo, necesitamos más espacios seguros donde las mujeres mayores puedan hablar de su placer sin miedo, sin culpa y sin vergüenza.
Y es que el placer también es salud, agrega la experta. “No hay edad para desear, explorar ni disfrutar del propio cuerpo. Tampoco hay revolución feminista completa si no incluye el derecho a gozar hasta el final”, dice. Y concluye: “El cuerpo no se vence con la edad. Lo que se vence es el prejuicio. Ojalá que en el próximo Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres no solo hablemos de diagnósticos y tratamientos, sino también de orgasmos, autoplacer y deseo. Porque el derecho al placer también envejece. Y merece ser reconocido con la misma seriedad que cualquier otra dimensión de la salud.”
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