Las dos mujeres que están revolucionando la ciencia desde Chile
Dos mujeres, dos caminos y una misma convicción, que la ciencia hecha desde Chile abra fronteras. Este año el premio para Mujeres en la Ciencia 2025, entregado por L’Oréal Groupe y la UNESCO, reconoce a dos investigadoras que están empujando los límites de sus disciplinas y demostrando que el conocimiento también se construye desde la curiosidad, la diversidad y la mirada femenina. Aquí sus historias.

El 12 de noviembre, la Oficina Regional de la Unesco en Santiago y L’Oréal Groupe entregaron el premio para Mujeres en la Ciencia 2025, un reconocimiento que busca visibilizar el aporte de investigadoras y fomentar la presencia femenina en el mundo científico.
Este año, el galardón recayó en dos mujeres que desarrollan su trabajo desde Chile y que hoy cursan estudios de doctorado y postdoctorado. Fiorella Roco, oriunda de la Región del Maule, fue distinguida por un proyecto de ingeniería que desafía la composición tradicional de los materiales de construcción. Por otro lado, Lorena Hernández, española radicada en Valparaíso, destacó con una investigación astronómica sobre agujeros negros que, además de ampliar nuestro entendimiento del universo, podría abrir nuevas oportunidades de aplicación en ámbitos como la salud y la ingeniería.
Fiorella Roco y la ciencia hecha desde regiones

Fiorella Roco creció escuchando un mismo deseo: que las generaciones futuras de su familia pudieran llegar a la universidad. Era el anhelo de su abuelo, un sueño que ella adoptó casi como un mandato afectivo. Cumplirlo se convirtió en una forma de honrar al hombre que había sido el pilar de la familia. Así llegó a ingeniería civil industrial, una decisión que no siempre tuvo tan clara, pues su verdadera vocación siempre estuvo ligada a la docencia.
Oriunda de la región del Maule, Fiorella disfrutó su etapa escolar enseñándole a sus compañeros. Recuerda su etapa escolar como un espacio donde enseñar y aprender eran parte de un mismo gesto. Le gustaba explicarles a sus compañeros y buscaba equipos donde pudiera hacerlo. “Para mí aprender era enseñar”, cuenta.
Fue así como un día le confesó a una profesora que quería estudiar pedagogía en matemáticas. Su buen desempeño en el ramo y su pasión por enseñar la convencieron de que era la carrera ideal, pero se enfrentó a un rotundo no. La docente le advirtió que, para trabajar con niños y adolescentes, se necesita de mucha paciencia, característica que la misma Fiorella reconoce no poseer. Años después reconoce que aquel comentario marcó el rumbo de su vida.
Gracias a experiencias de conocidos, Fiorella se dio cuenta que la carrera de ingeniería civil le permitiría unir sus dos grandes intereses: las matemáticas y la enseñanza, ya fuera como ayudante o en el futuro en una sala de clases. Gracias al Programa de Acceso a la Educación Superior (PACE), que apoya a estudiantes de enseñanza media provenientes de establecimientos educacionales públicos, logró entrar a su carrera. Con mucha nostalgia, recuerda a una profesora que fue fundamental en el descubrimiento de su vocación. Se trata de Angélica Salazar: “Ella amaba las matemáticas y cuando daba sus clases eso se notaba. Ese amor y cariño por las matemáticas me lo transmitió a mí”, relata.
A diferencia de otras personas, Fiorella recorrió un largo camino hasta encontrarse con su verdadera pasión. Fue al realizar su tesis cuando se dio cuenta que la ciencia era su camino, pues conoció más a fondo el área de investigación y sintió un clic inmediato. “Wow, aquí yo me quedo”, pensó. Desde entonces, la ciencia se convirtió en su horizonte, y en ese camino, dice, siempre ha contado con el apoyo incondicional de su familia.
Hoy, ganar el premio para Las Mujeres en la Ciencia 2025, entregado por L’Oréal Groupe y la Oficina Regional de la UNESCO para América Latina y el Caribe representa para ella mucho más que un reconocimiento personal. Lo vive como un impulso para visibilizar el trabajo de mujeres en la ciencia, especialmente aquel que se está realizando en las distintas regiones del país. Esa es una de sus banderas de lucha, visibilizar a las regiones y demostrar que existe capacidad de hacer ciencia de calidad fuera de Santiago.
Estudiar y trabajar desde su región natal no estuvo exento de barreras, especialmente por la falta de equipamiento avanzado. Frente a ello, la colaboración con otras universidades ha sido clave. “De esta forma nosotros vamos tratando de hacer ciencia, porque si bien acá hay recursos, siempre son limitados”, explica
El proyecto que le valió el premio se centra en las Aleaciones de Alta Entropía, es decir, materiales de alta resistencia creados a partir de mezclas con distintas composiciones, capaces de resaltar propiedades específicas según su uso. Esto se realiza a través de simulaciones computacionales que permiten anticipar el comportamiento de estos materiales en condiciones extremas, un avance relevante para industrias estratégicas en Chile como la minería, la energía y la salud.
Convencida de la importancia de abrir caminos, Fiorella dirige un mensaje a las nuevas generaciones de niñas y adolescentes interesadas en las ciencias: “También pueden y tienen las capacidades independientemente de donde vengan”. Por lo mismo, insiste en la importancia de “visibilizar nuestro trabajo para que otras chicas puedan ver que sí se puede”.
El cielo es el límite de Lorena Hernández

El recuerdo más nítido de la infancia de Lorena Hernández en España es un pueblo a oscuras y un cielo infinito. Cada verano, a medianoche, Valdefinjas apagaba sus luces para dejar espacio al maravilloso espectáculo de miles de estrellas suspendidas sobre un silencio profundo. Confiesa que, a veces, se despertaba a medianoche solo para ver las lluvias de meteoros. “Uno siempre se pregunta de dónde venimos, qué hay más allá. Lo que más sentía era curiosidad”, dice.
Lorena creció en el País Vasco, al norte de España. Ella cuenta que “la cultura es muy matriarcal” en esa zona, por lo que creció viendo “mujeres muy power”. Eso la inspiró y empoderó para atreverse a dedicarse a las ciencias: “Desde pequeña eso me ha dado cierta fortaleza”. Pero la decisión de estudiar física y luego astronomía llegó mucho después que su otra pasión, la música.
Bajo el nombre artístico Sistah Lore, se sumergió en el reggae a los 16 años: “En realidad empecé antes con la música que con la astronomía”, cuenta. A pesar de que Lorena siempre ha tratado de mantener ambas áreas separadas, asegura que el último tiempo se ha dado cuenta de que entre ellas convergen y asegura: “De alguna forma la música me da cierto balance. Si yo me dedicara solamente a la astronomía, creo que sería demasiado cuadrada”. La música le enseñó distintas habilidades que a su vez le aportaron en su carrera científica, por ejemplo, a presentarse en público, a organizarse y a confiar en su intuición.
Después de estudiar en Roma y España, en 2017 llegó a Chile para hacer su posdoctorado en la Universidad de Valparaíso. No sabía entonces que este país, que hoy proyecta la mayor capacidad astronómica del mundo, se convertiría en su hogar.
Recibir el premio para Las Mujeres en la Ciencia 2025 llega para Lorena como un impulso justo cuando asume un nuevo desafío académico de incorporarse como docente en la Universidad Diego Portales. En ese sentido compartir la ciencia es una necesidad para ella. Le molesta la idea de una disciplina hermética, reservada para quienes dominan la jerga. “Hay que bajar un poco el nivel para contárselo a tu mamá, a tu abuela, si no solamente lo vamos a entender yo y los diez colegas con los que trabajo”, dice.
La investigación por la cual se llevó el galardón se centra en entender cómo cambian con el tiempo los núcleos activos de galaxias, lugares del universo donde viven agujeros negros supermasivos muy energéticos. Para eso trabaja con enormes cantidades de datos que vienen de distintas fuentes y en diferentes longitudes de onda.
Su proyecto busca crear el primer catálogo abierto que muestre cómo varían estos núcleos a lo largo del tiempo. Esto sirve para descubrir nuevos fenómenos en el espacio y, además, para desarrollar herramientas de análisis de datos que luego podrían usarse en otras áreas, como salud o ingeniería. Es ciencia que no solo mira el universo, sino que también puede tener impacto aquí en la Tierra.
Lorena destaca el rol de las mujeres en la astronomía, pues comparado con otras ciencias, el porcentaje de presencia femenina es considerable. “Tenemos de alguna forma una cierta ventaja para poder figurar y poder tomar un poquito más de liderazgo a la hora de hacer ciencia”, asegura. Pero por otro lado, reconoce como uno de los principales desafíos que “muchas veces nosotras mismas las que nos tiramos para abajo, las que nos ponemos freno”.
Cuando piensa en la niña que se acostaba sobre el pasto a mirar el cielo de Valdefinjas, la voz se le quiebra. ¿Qué le diría hoy? “Felicidades, lo lograste”, dice y tras una pausa confiesa: “Mi niña interior está muy feliz”.
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