Carta abierta de Jeannette Jara

Mi vida siempre ha sido hacer realidad lo que parecía imposible
Tal como lo he señalado en los últimos días, jamás me imaginé ser candidata a la Presidencia de la República, y no porque creyera que no tenga las capacidades para abordar una tarea tan relevante, el máximo honor que puede cumplir un chileno o chilena, sino porque no es habitual que alguien que viene del Cortijo, en Conchalí, y que después vivió en El Abrazo, de Maipú, pueda abrir las puertas de La Moneda como Presidenta de la República
Este año he recorrido Chile, reuniéndome no solo con adherentes, sino con muchos líderes sociales, empresariales y comunitarios de las diversas regiones de nuestro país, y luego de esos diálogos me quedo con una gran certeza: Chile quiere seguridad y quiere vivir tranquilo. He recorrido ciudades, comunas y localidades, y no soy la misma que a comienzos de 2025. Escuché, ajusté prioridades y aterricé ideas. En cada conversación se repiten dos palabras que, en realidad, son una misma promesa: seguridad. Seguridad para caminar y volver a casa en paz, y seguridad para llegar a fin de mes y que nuestro trabajo nos permita vivir de buena manera.
Esa es nuestra prioridad: seguridad en la calle y seguridad en el hogar.
La economía no son solo indicadores. La economía eres tú y tu sueldo; tu salud, tu cuenta de la luz, tu arriendo. Vivir bien con los frutos de tu trabajo.
No bastan los discursos: se requieren decisiones concretas y sostenidas. Propongo presencia efectiva en los barrios —más Carabineros en el territorio, coordinación real con municipios y fiscalías especializadas para desbaratar bandas—; inteligencia y seguridad, juntas; fronteras que sí detengan, y una decisión de fondo: seguir la ruta del dinero. Con las garantías que la democracia exige, levantaremos el secreto bancario para golpear el corazón del crimen organizado. Seguridad también es prevención: luz en plazas, deporte y cultura en los barrios, oportunidades para que el primer uniforme de nuestros jóvenes sea el del trabajo. Y aquí quiero sumar algo esencial: todas y todos podemos ser líderes en nuestras comunidades. Informémonos, reunámonos y juntos enfrentemos el miedo para retomar nuestros espacios públicos. Las plazas son de las familias, son lugares para compartir con respeto.
Cuidar la calle sin cuidar el bolsillo es incompleto. La economía no es una planilla ni un índice: es tu sueldo, tu cuenta de la luz, el arriendo, el pasaje, la salud. Por eso impulsaré un Ingreso Vital de $ 750.000 para hogares trabajadores, con responsabilidad fiscal, productividad y apoyo a pymes. Avanzaremos en alivio a la cuenta eléctrica, corrigiendo cargos fijos y pérdidas reconocidas, con criterios regionales que no castiguen a quienes viven lejos de los centros. La idea es simple: que el esfuerzo del trabajo alcance para vivir con tranquilidad.
Hay ámbitos donde el Estado debe llegar a tiempo. En salud, mantendremos copago $ 0 en la red pública, sumaremos más especialistas donde faltan y crearemos centros de resolución rápida para diagnósticos y cirugías priorizadas. La salud no puede depender de la paciencia, sino del derecho. En cuidados, impulsaremos un Sistema Nacional de Cuidados que reconozca ese trabajo invisible con prestaciones, respiro y cotizaciones previsionales; demasiadas mujeres sostienen vidas enteras sin protección. En vivienda y barrios, construiremos y recuperaremos viviendas bien ubicadas, promoveremos arriendos a precio justo y mejoraremos iluminación, áreas verdes y transporte; una casa digna también es seguridad.
Yo creo en la política de los frutos. Por eso estoy segura de que soy la mejor alternativa para ser su próxima presidenta, porque mi vida siempre ha sido hacer realidad lo que parecía imposible. Y eso ustedes ya lo saben desde mi rol como ministra del Trabajo.
Hace muchos años, todos sabían que había que hacer una gran reforma de pensiones y que la situación sería insostenible antes del 2030. Pero nadie había podido avanzar, hasta que junto al ministro Marcel nos tocó liderar la reforma. Y funcionó.
Lo logramos con las 40 horas: transformamos una idea en realidad.
Lo logramos con la reforma de pensiones: transformamos una crisis en un acuerdo.
En política lo importante es lograrlo, no solo intentarlo. Por eso estoy profundamente orgullosa, porque sé que a millones de personas esto les mejora la vida.
Esta carta no está dirigida solo a quienes ya nos siguen de cerca o van a votar por mí este domingo 16, es, sobre todo, para quienes no se sienten parte de ninguna campaña o no han escuchado nuestro mensaje. A ellas y ellos quiero proponerles algo concreto y razonable: ordenar la casa y aliviar el fin de mes al mismo tiempo; Estado presente, controles democráticos y transparencia; crecimiento que llegue al sueldo y barrios donde se viva tranquilo.
No me mueven la estridencia de las redes ni la lógica del “todo o nada”. Me mueven la conversación cara a cara, el dato bien usado, la decencia en la forma y la firmeza en el fondo. He cambiado en este camino, y seguiré cambiando si es para servir mejor, porque Chile se cuida cuando nos escuchamos y cuando cumplimos. Entre encender la rabia y encender el futuro, elijo encender el futuro.
La seguridad de vivir tranquilos y la seguridad de llegar a fin de mes son la misma promesa. Ese es el horizonte que propongo para Chile: con altura de miras, con encuentro y con respeto. Para todas y todos. Para nuestro pueblo, al que siempre debemos cuidar y escuchar.
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