Política

Carta abierta: Los presidenciables escriben por qué quieren llegar a La Moneda

Siete de los ocho candidatos que compiten este domingo -sólo Eduardo Artés no participó- escriben una columna dirigida a los electores. Sus motivaciones y principales ideas para el Chile de los próximos cuatro años fue lo que plasmaron a petición de La Tercera.

Foto: Aton

Este domingo, Chile decide su camino presidencial. Millones de votantes escogerán entre ocho cartas que buscan llegar a la máxima magistratura del país.

Franco Parisi (PDG), Jeannette Jara (PC), Marco Enríquez-Ominami (Independiente), Johannes Kaiser (PNL), José Antonio Kast (Partido Republicano), Eduardo Artés (Independiente), Evelyn Matthei (UDI), y Harold Mayne-Nicholls (Independiente) se miden en las urnas.

En la trascendental jornada electoral para Chile, siete de los aspirantes a la Presidencia extendieron, a través de La Tercera Domingo, cartas abiertas dirigidas a la ciudadanía que se volcará a los locales de votación durante este 16 de noviembre.

Franco Parisi: Chile no necesita más discursos vacíos

Hoy me dirijo a ustedes como un profesional, como un doctor en Economía que se sacó la mugre para llegar donde está, como un chileno que, al igual que ustedes, está cansado de ver abusos, de los privilegios enquistados y de la indiferencia de quienes han gobernado durante décadas sin escuchar la voz real de la gente, de la clase media, de todos ustedes.

Chile ha sido administrado como un negocio de pocos, donde los mismos de siempre se reparten cargos, sueldos millonarios y beneficios que jamás llegan a las familias trabajadoras. Mientras tanto, ustedes pagan IVA por los medicamentos, por los pañales de sus hijos y hasta por el ataúd de sus seres queridos. Esa es la crudeza de un sistema que se olvidó de quienes dice representar.

Sé que muchos de ustedes desconfían de la política. Y tienen razón. Cada nuevo gobierno instala operadores políticos, parejas y amigos en cargos públicos, inflando sueldos que superan los cinco millones de pesos mientras el chileno común da la pelea para llegar a fin de mes, da la pelea para seguir soñando. Yo propongo bajar los sueldos del aparato público, partiendo por altos funcionarios. Nadie en el Estado debe ganar más de cinco millones. El dinero de Chile debe volver a ustedes, no a los bolsillos de unos pocos.

También sé que la inseguridad golpea día a día. El narcotráfico, el terrorismo, la violencia y la migración descontrolada han generado miedo en nuestras calles. No podemos seguir así, Chile necesita reglas claras y necesita que quienes quieran entrar ilegalmente no la piensen dos veces, sino que no se atrevan a hacerlo. Se trata de proteger a nuestras familias, de recuperar la paz en los barrios y de recuperar la soberanía sobre nuestros proyectos de vida.

Mi campaña no se ha hecho desde los salones de Santiago, ni desde las cúpulas partidarias que se han repartido tus sueños durante años. Se ha hecho desde cada lugar que he pisado a lo largo de Chile, desde cada corazón que se abrió para contarme sus dolores, desde las redes sociales, desde todos ustedes. Porque creo en un Chile inteligente, moderno, conectado, donde la política no sea un espectáculo, sino una conversación real con la ciudadanía.

Muchos políticos les han hecho creer que corregir lo que está funcionando mal no es posible, que es de locos. Pero tú y yo sabemos que es posible, y se debe hacer. A eso, querido Chile, le llamamos sentido común. Porque cuando los mismos problemas han existido desde que tu abuela te los contaba cuando niño, es porque realmente necesitamos dar un paso y proponernos mejorar como país.

Por eso les digo con mucha fuerza y claridad:

Sí se puede eliminar el IVA a medicamentos y productos esenciales.

Sí se puede reducir los sueldos del aparato público.

Sí se puede aplicar una política firme contra el crimen organizado y el terrorismo.

Sí se puede tener energía a menor precio mediante inversión en placas solares y acuerdos internacionales.

Sí se puede transformar al Estado en uno inteligente, que busque la excelencia en cada acción que toma, con un único objetivo: potenciar el proyecto de vida país.

Sí se puede, y se debe hacer, porque es lo correcto, porque es lo que ustedes se merecen.

Chile no necesita más discursos vacíos. Necesita acción, necesita valentía para superar a los “fachos” y “comunachos” que han dividido a miles de familias chilenas, que los han defraudado una y mil veces, mientras siguen hipotecando tus sueños. Por eso te digo a ti, que no duermes por las noches pensando en cómo pagar esas deudas; a ti que estas pensando en congelar la U para trabajar y costeártela; a ti que postulaste a una pega con toda la fe pero que no quedaste porque ya estaba arreglado; a ti que rezas para que nunca le pase nada a tu hija porque es la luz de tus ojos.

A ti te digo, mirándote a los ojos, yo no vengo a ser parte de ese juego. Vengo a romperlo, y te necesito para que lo logremos.

Chile, desde el norte, el centro hacia el sur, este es un llamado a la esperanza. A creer que podemos construir un Chile distinto, donde la política no sea un negocio, sino un servicio. Donde el Estado deje de ser un botín y se convierta en un instrumento para mejorar la vida de todos ustedes, de tu familia, de tus nietos y todas las generaciones venideras.

Hoy me dirijo a ustedes como candidato presidencial, porque el futuro no está escrito en piedra, depende de nosotros. Depende de que nos atrevamos a decir basta y a elegir un camino nuevo. Yo estoy dispuesto a liderar ese cambio, pero el verdadero poder está en ustedes.

Con convicción y mente clara, por ti, por tu familia, por Chile.

Jeannette Jara: Mi vida siempre ha sido hacer realidad lo que parecía imposible

Tal como lo he señalado en los últimos días, jamás me imaginé ser candidata a la Presidencia de la República, y no porque creyera que no tenga las capacidades para abordar una tarea tan relevante, el máximo honor que puede cumplir un chileno o chilena, sino porque no es habitual que alguien que viene del Cortijo, en Conchalí, y que después vivió en El Abrazo, de Maipú, pueda abrir las puertas de La Moneda como Presidenta de la República

Este año he recorrido Chile, reuniéndome no solo con adherentes, sino con muchos líderes sociales, empresariales y comunitarios de las diversas regiones de nuestro país, y luego de esos diálogos me quedo con una gran certeza: Chile quiere seguridad y quiere vivir tranquilo. He recorrido ciudades, comunas y localidades, y no soy la misma que a comienzos de 2025. Escuché, ajusté prioridades y aterricé ideas. En cada conversación se repiten dos palabras que, en realidad, son una misma promesa: seguridad. Seguridad para caminar y volver a casa en paz, y seguridad para llegar a fin de mes y que nuestro trabajo nos permita vivir de buena manera.

Esa es nuestra prioridad: seguridad en la calle y seguridad en el hogar.

La economía no son solo indicadores. La economía eres tú y tu sueldo; tu salud, tu cuenta de la luz, tu arriendo. Vivir bien con los frutos de tu trabajo.

No bastan los discursos: se requieren decisiones concretas y sostenidas. Propongo presencia efectiva en los barrios —más Carabineros en el territorio, coordinación real con municipios y fiscalías especializadas para desbaratar bandas—; inteligencia y seguridad, juntas; fronteras que sí detengan, y una decisión de fondo: seguir la ruta del dinero. Con las garantías que la democracia exige, levantaremos el secreto bancario para golpear el corazón del crimen organizado. Seguridad también es prevención: luz en plazas, deporte y cultura en los barrios, oportunidades para que el primer uniforme de nuestros jóvenes sea el del trabajo. Y aquí quiero sumar algo esencial: todas y todos podemos ser líderes en nuestras comunidades. Informémonos, reunámonos y juntos enfrentemos el miedo para retomar nuestros espacios públicos. Las plazas son de las familias, son lugares para compartir con respeto.

Cuidar la calle sin cuidar el bolsillo es incompleto. La economía no es una planilla ni un índice: es tu sueldo, tu cuenta de la luz, el arriendo, el pasaje, la salud. Por eso impulsaré un Ingreso Vital de $ 750.000 para hogares trabajadores, con responsabilidad fiscal, productividad y apoyo a pymes. Avanzaremos en alivio a la cuenta eléctrica, corrigiendo cargos fijos y pérdidas reconocidas, con criterios regionales que no castiguen a quienes viven lejos de los centros. La idea es simple: que el esfuerzo del trabajo alcance para vivir con tranquilidad.

Hay ámbitos donde el Estado debe llegar a tiempo. En salud, mantendremos copago $ 0 en la red pública, sumaremos más especialistas donde faltan y crearemos centros de resolución rápida para diagnósticos y cirugías priorizadas. La salud no puede depender de la paciencia, sino del derecho. En cuidados, impulsaremos un Sistema Nacional de Cuidados que reconozca ese trabajo invisible con prestaciones, respiro y cotizaciones previsionales; demasiadas mujeres sostienen vidas enteras sin protección. En vivienda y barrios, construiremos y recuperaremos viviendas bien ubicadas, promoveremos arriendos a precio justo y mejoraremos iluminación, áreas verdes y transporte; una casa digna también es seguridad.

Yo creo en la política de los frutos. Por eso estoy segura de que soy la mejor alternativa para ser su próxima presidenta, porque mi vida siempre ha sido hacer realidad lo que parecía imposible. Y eso ustedes ya lo saben desde mi rol como ministra del Trabajo.

Hace muchos años, todos sabían que había que hacer una gran reforma de pensiones y que la situación sería insostenible antes del 2030. Pero nadie había podido avanzar, hasta que junto al ministro Marcel nos tocó liderar la reforma. Y funcionó.

Lo logramos con las 40 horas: transformamos una idea en realidad.

Lo logramos con la reforma de pensiones: transformamos una crisis en un acuerdo.

En política lo importante es lograrlo, no solo intentarlo. Por eso estoy profundamente orgullosa, porque sé que a millones de personas esto les mejora la vida.

Esta carta no está dirigida solo a quienes ya nos siguen de cerca o van a votar por mí este domingo 16, es, sobre todo, para quienes no se sienten parte de ninguna campaña o no han escuchado nuestro mensaje. A ellas y ellos quiero proponerles algo concreto y razonable: ordenar la casa y aliviar el fin de mes al mismo tiempo; Estado presente, controles democráticos y transparencia; crecimiento que llegue al sueldo y barrios donde se viva tranquilo.

No me mueven la estridencia de las redes ni la lógica del “todo o nada”. Me mueven la conversación cara a cara, el dato bien usado, la decencia en la forma y la firmeza en el fondo. He cambiado en este camino, y seguiré cambiando si es para servir mejor, porque Chile se cuida cuando nos escuchamos y cuando cumplimos. Entre encender la rabia y encender el futuro, elijo encender el futuro.

La seguridad de vivir tranquilos y la seguridad de llegar a fin de mes son la misma promesa. Ese es el horizonte que propongo para Chile: con altura de miras, con encuentro y con respeto. Para todas y todos. Para nuestro pueblo, al que siempre debemos cuidar y escuchar.

Marco Enríquez-Ominami: El momento de decidir

Hay momentos en la vida de un país en que la historia deja de esperar. La ventana democrática de esta elección comienza a cerrarse mientras nos distraen con encuestas falsas y debates vacíos. No es una elección más: es el momento de dar la espalda a los fantasmas del pasado y reconstruir un país más justo.

El 98% ya no responde encuestas. No porque no les interese, sino porque ya no creen. Han visto cómo las estadísticas reemplazan la verdad y el miedo reemplaza la esperanza. Desde 2021 hemos votado muchas veces y el engaño continúa: diagnósticos sin medidas, sin financiamiento y sin coraje político.

Se repiten las mismas alternativas: por un lado, promesas incumplidas; por el otro, una derecha que manipula el miedo sin reformar un modelo agotado, incapaz de generar crecimiento e igualdad. Debemos reducir desigualdades si queremos un país fuerte y protector. Porque un país justo también es un país fuerte.

Chile merece más que desencanto y división. Entiendo el enojo y el cansancio. Pero debemos seguir, porque renunciar es dejar que otros decidan por nosotros. Votar no es obedecer: es creer.

Propongo un Estado estratega que funcione y un mercado que compita sin abusos. Seguridad con coordinación diaria, inteligencia moderna, control de armas y persecución real al crimen organizado. Fronteras protegidas con tecnología y cooperación regional. Barrios seguros, donde la ley sea respeto y no miedo.

Crearemos un millón 300 mil puestos de trabajo con un Plan Nacional de Empleo y Capacitación que pondrá ciencia, energía y tecnología al servicio del trabajo. Duplicaremos la inversión en conocimiento y orientaremos recursos hacia infraestructura útil, vivienda digna y obras que unan regiones. Innovar con soberanía es usar inteligencia artificial y datos públicos para mejorar salud, reconstruir educación y modernizar transporte. Enderezaremos la economía para que el esfuerzo de cada familia vuelva a valer.

Protegeremos a quienes más esfuerzo hacen: un Seguro Previsional Catastrófico que resguarde los ahorros ante crisis; listas de espera con gestión transparente; salud mental prioritaria; educación inicial universal y liceos técnicos conectados con la economía verde y digital.

Adelantaremos el cobro de la Pensión Garantizada Universal desde los 65 a los 60 años para las mujeres, reconociendo su aporte y carga de cuidados.

Permitiremos, mediante retiro voluntario, devolver los ahorros de AFP hasta 20 millones de pesos, para aliviar deudas o impulsar pequeños negocios. No ayudaremos más a las AFP: ayudaremos a los chilenos.

Chile puede más. Podemos crecer con estabilidad, bajar el costo de la vida y mejorar salarios, pero para lograrlo hay que decir la verdad y actuar con coraje. No se trata de volver a lo mismo ni de entregar el país al miedo. Se trata de recuperar la confianza, cumplir la palabra y reunir a Chile en un mismo proyecto.

Este domingo no elijan entre miedo y resignación. Elijan entre estancamiento y futuro. Voten con esperanza y convicción.

Hagamos de Chile un país fuerte, porque es justo, justo porque protege y protector porque confía en su gente. La única elección posible es la del coraje y la dignidad.

La verdad es el cambio.

Johannes Kaiser: El tiempo de defender la verdad es ahora

Compatriotas, Chile atraviesa momentos decisivos. La patria está amenazada, como pocas veces en nuestra historia. Esta otrora “fértil provincia señalada” reclama hoy, como nunca, una actitud decidida de sus hijos en la defensa de los valores de la democracia y la libertad que la hicieron “grande, noble y respetada” en el concierto de las naciones.

Si nuestros héroes de ayer nos legaron una nación libre y soberana, hoy nos corresponde a nosotros: hombres y mujeres, profesionales y obreros, civiles y militares, jóvenes y adultos, crear las condiciones para hacer de esta patria un rincón del mundo donde imperen la paz social y las esperanzas de vivir en armonía con los principios de una sociedad libre.

Nunca nada bueno ha sido fácil. Somos un pueblo forjado en el sacrificio y en el amor a nuestra tierra. Hoy la patria nos llama a dejar nuestras zonas de confort y asumir con decisión el compromiso con el futuro. Nuestros niños deben ser nuestra prioridad. Nuestros jóvenes tienen que construir su destino fuera de la violencia y las drogas. La familia debe ser la base de nuestra sociedad, y los adultos mayores, los favorecidos con nuestra gratitud.

Creo fervientemente en mi patria, creo en su gente, creo en su historia, creo en los valores que nos han hecho una nación libre y soberana. Por eso, he asumido el desafío de representar a quienes hoy sienten desazón, miedo y desesperanza.

Con esta campaña hicimos historia, una que escribimos entre todos. Estuvimos 35 días de gira nacional, la Ruta 4K. Viajamos desde Arica a Punta Arenas. Recorrimos más de ocho mil kilómetros, reunimos más de 65 mil personas que apoyan nuestras ideas, y más de cinco millones de personas por redes sociales se conectaron en vivo. En el camino encendimos la esperanza y recobramos la fe.

No me arrepiento ni un momento de haberme subido a ese bus, porque palpé de primera fuente las dificultades que millones de chilenos esforzados enfrentan con el transporte y la conectividad, con el centralismo, la permisología y la burocracia. Las dificultades que tienen nuestros compatriotas de zonas extremas con falta de especialidades médicas, los precios de la energía y de los combustibles.

También vimos el abandono del Estado ahí donde sí debe estar: protegiendo las fronteras, entregando insumos para la salud pública, defendiéndonos de la delincuencia, garantizando una educación libre de ideologías para nuestros niños y proveyendo de la infraestructura que permita a nuestro país avanzar hacia su destino manifiesto: ser una potencia regional, el faro de Latinoamérica, un país que mira hacia el océano Pacífico y la Antártica.

En la gira nacional pude encontrarme directamente con ese Chile profundo, esa gran nación que no claudica frente a la adversidad. Y la historia se escribió con pasión y con un cariño especial en el corazón de Chile.

Al igual que ustedes siento el llamado de mi bandera, siento el compromiso con quienes hicieron grande a esta patria, y estoy seguro de que juntos podremos marcar un hito en la historia de Chile este 16 de noviembre. Escribiremos la historia política más épica, y ustedes son los protagonistas.

Desde la humildad de quien fundamenta en Dios sus convicciones, con la consecuencia que nace de la defensa permanente de nuestra libertad y democracia, transformaremos a Chile nuevamente en una nación grande, soberana y respetada, tal como la soñaron nuestros padres de la patria.

Sueño con el día en que la educación sea camino y garantía de éxito en la vida. Sueño con una salud que esté al alcance de todos. Sueño con que nuestros niños vuelvan a sonreír y que las calles y pasajes les vuelvan a pertenecer.

Sueño con un país que se hace grande de la mano del éxito de su gente, donde seamos tratados como iguales ante y por la ley. Un país en que podamos pensar, creer y expresarnos en libertad. Sueño con un Chile más grande que nosotros mismos, que sea hogar, refugio y sustento de todos nosotros.

Los invito a soñar este Chile conmigo. El único voto útil es el voto que expresa nuestra convicción personal. Porque el que actúa con convicción nunca se equivoca. Este domingo 16 de noviembre tenemos que actuar con convicción, para defender a Chile con firmeza frente a la amenaza comunista.

Mañana será tarde. Actuemos hoy, a conciencia. Defiende la verdad.

José Antonio Kast: Recuperemos Chile

Hoy no estamos frente a una elección más. Estamos frente a un momento que definirá quiénes seremos como país durante la próxima década. Y por eso quiero escribirles con el corazón abierto, no como candidato, sino como un compatriota que siente la misma preocupación, la misma esperanza y el mismo amor por Chile que millones de ustedes.

Hace casi 10 años, los republicanos emprendimos un camino que muchos consideraron una locura. No teníamos partidos grandes detrás, ni estructuras que nos protegieran, ni medios que nos cubrieran. Lo que teníamos era mucho más sencillo y, al mismo tiempo, mucho más fuerte: la convicción de que Chile merecía algo mejor que el miedo, la división y el abandono. Teníamos la certeza de que, pese a todo, valía la pena luchar por nuestro país.

Durante estos años he visto un Chile que duele. He abrazado a madres que perdieron a sus hijos en manos de delincuentes que nunca debieron estar libres. He estado con familias que viven con la angustia de no saber si volverán sanas y salvas a sus casas. He escuchado a emprendedores que lo intentan una y otra vez sin que el Estado les dé una mano. He rezado junto a carabineros que han sido olvidados justo cuando más los necesitamos. Pero, por sobre todo, he visto un Chile que resiste. Un Chile que, incluso en su tristeza, no pierde la dignidad. Un Chile que no se rinde.

Hace cuatro años, una mayoría de chilenos creyeron que nuestro país podía soportar un nuevo ciclo de improvisación e ideología. Y ese error abrió la puerta a un gobierno que debilitó al Estado, que permitió que el crimen organizado se expandiera y que dejó avanzar una violencia que antes no conocíamos. Ese error nos costó demasiado.

Hoy Chile está en una encrucijada real. Si no actuamos con decisión, el avance del narcotráfico, de las mafias y del crimen organizado puede hacerse irreversible. No es una advertencia exagerada: es la realidad que vemos en nuestros barrios, en nuestras fronteras, en nuestras noticias de cada día. El tiempo para frenar esta amenaza es ahora. Chile no resiste otro gobierno que no tenga el coraje y la valentía para recuperar la libertad que hemos perdido frente al crimen organizado.

Por eso esta elección es tan importante. Los chilenos se enfrentan a dos caminos radicalmente distintos. Uno es el camino que ya conocemos: el de la inseguridad que avanza, el del Estado que retrocede, el de una clase política desconectada, el de un país que se acostumbra a vivir peor que antes. Ese es el camino de la resignación y que encabeza quien representa la continuidad de este gobierno. El otro camino es más difícil, pero infinitamente más esperanzador. Es el camino de quienes creemos que Chile puede levantarse, que puede recuperar el orden, que puede volver a ser un país seguro, justo, trabajador y lleno de oportunidades.

Y cuando pienso en ese camino, pienso en algo más grande que una elección: pienso en cómo queremos que sea Chile en 2030. Sueño con un país donde nuestros hijos puedan caminar tranquilos, donde las familias vuelvan a ver al Estado como un aliado y no como un obstáculo, donde Carabineros sea respetado, donde los emprendedores vuelvan a crecer, donde la educación premie el mérito, donde los adultos mayores vivan con dignidad y donde la inmigración sea ordenada, legal y humana. Sueño con un país donde el esfuerzo vuelva a valer la pena, donde las familias recuperen la esperanza y donde podamos mirar hacia adelante sin temor.

Ese Chile no es una ilusión; es una meta perfectamente posible si tomamos hoy la decisión correcta.

Si mañana comenzamos el camino del cambio, lo haremos con humildad, pero también con una fuerza basada en una verdad simple: Chile es más grande que sus problemas. Gobernaremos con responsabilidad, con sentido de unidad, con la firmeza necesaria para derrotar al crimen organizado y con la empatía que necesitan quienes han sido abandonados durante demasiados años. Gobernaremos para sanar, para unir, para reconstruir.

Por eso, el llamado de hoy es a votar con esperanza. A votar pensando en sus hijos, en sus nietos, en el país que quieren dejarles. A votar recordando lo que hemos sufrido, pero también imaginando lo que podemos volver a ser. A votar sabiendo que cuando un país vuelve a creer en sí mismo, nada es imposible. Hoy Chile puede comenzar a renacer y recuperar su alma. Hoy es el día en que Chile puede volver a levantarse.

Evelyn Matthei: Es tiempo del sentido común y los acuerdos amplios

Queridos compatriotas:

Chile vive una hora decisiva. En la próxima elección no solo elegimos un gobierno, sino el rumbo que tomará nuestra patria. Elegimos entre seguir divididos o volver a unirnos como un solo equipo; entre la improvisación y la seriedad, entre el desgobierno y el orden, entre el miedo y la esperanza.

He recorrido el país de norte a sur y en cada mirada he visto lo mismo: cansancio, pero también amor por Chile. Las madres que ya no se atreven a dejar salir a sus hijos, los adultos mayores que esperan meses por una atención médica, los jóvenes que trabajan sin poder independizarse. Todos comparten un mismo anhelo: volver a creer en Chile.

No podemos seguir atrapados en los gritos que dividen ni en las consignas vacías que no resuelven nada. Chile no se construye desde la rabia, sino desde la grandeza. No se avanza destruyendo, sino dialogando. Es tiempo del sentido común, de los acuerdos amplios, de volver a levantar juntos el país que amamos. Por eso, nuestro proyecto acoge a un grupo amplio y mayoritario de chilenos, incluso a quienes alguna vez estuvieron en veredas opuestas.

Algunos me ven como una mujer fuerte, y lo soy. Pero esa fuerza no nace de la soberbia, sino de la experiencia y del amor por mi país. Soy una mujer que ha debido abrirse camino en un mundo de hombres, que ha enfrentado tiempos duros y que sabe lo que es caer y volver a levantarse. Y precisamente por eso estoy lista para conducir Chile con firmeza, para poner orden, y con sensibilidad, para cuidar a los que más lo necesitan.

Vamos a enfrentar al crimen organizado con toda la fuerza del Estado. Recuperaremos nuestras calles, plazas y fronteras. Los delincuentes y los narcos se van a encontrar con un gobierno que no les teme, que no transa y que hará cumplir la ley. La mano dura no es crueldad: es justicia para los millones de chilenos honrados que merecen vivir en paz.

Pero Chile no solo necesita orden: necesita gestión. Y yo sé hacer que las cosas funcionen. Vamos a crear un millón de empleos, reactivando la inversión, apoyando a las pymes y devolviendo confianza a quienes arriesgan, producen y emprenden. Porque ningún plan social es más justo que un trabajo digno y bien pagado. Chile volverá a ser un país donde invertir, trabajar y soñar valga la pena.

En salud, terminaremos con las listas de espera poniendo la tecnología y la eficiencia al servicio de las personas, no de la burocracia. Y ayudaremos a los jóvenes a acceder a su primera vivienda, porque todo chileno merece la oportunidad de formar su propio hogar. Queremos que cada familia vuelva a tener certezas: la de un barrio seguro, un trabajo estable, un sistema de salud que responda y un Estado que funcione.

Quiero decirlo con total claridad: una vez que lleguemos al gobierno, no perderemos ni un minuto. No habrá diagnósticos eternos ni excusas. Desde el primer día, cada ministerio y cada peso público estarán enfocados en resolver los problemas reales de la gente.

Nada de esto será fácil. Pero los chilenos nunca hemos tenido miedo a los desafíos grandes. Somos un pueblo que se levanta, que no se rinde, que vuelve a empezar cada vez que la historia nos pone a prueba. Cuando Chile se une, no hay obstáculo que no podamos vencer.

Hoy no les hablo solo como candidata, sino como mujer, madre y chilena que ama profundamente esta tierra. Lo hago por las mujeres que crían, trabajan y cuidan; por los jóvenes que sueñan con su independencia; por los adultos mayores que merecen seguridad y respeto. Lo hago por mis hijos y por los hijos de todos, porque Chile tiene que volver a ser un país donde valga la pena vivir, trabajar y tener esperanza.

La historia no está escrita: está en nuestras manos. Depende de cada uno de nosotros. Y les prometo que si me dan su confianza, no descansaré ni un solo día hasta que cada chileno pueda volver a caminar tranquilo por su barrio, trabajar con dignidad y mirar el futuro con esperanza.

Porque Chile puede más.

Porque Chile merece más.

Y porque Chile volverá a levantarse, como siempre lo ha hecho: como un solo equipo.

Harold Mayne-Nicholls: ¡Devolvámosle el alma a Chile!

Soy un convencido de que no hay mejor país en el mundo que el nuestro. Puede que nos falten cosas, pero en la raya para la suma ¡este es el mejor lugar para vivir! Y lo digo con la convicción de alguien que ha tenido la experiencia y ha realizado labores profesionales en unos 80 países.

¿Qué pasa, por qué no nos sentimos bien en Chile?

A lo largo de esta campaña, incluyendo la etapa de recolección de patrocinios, viajé región por región. Visité capitales regionales y zonas rurales. Compartí con dirigentes sociales, vecinos, jóvenes, trabajadores, dueñas de casa, personas mayores, mujeres, hombres, jóvenes. Traté de escuchar a todas y todos. Aprendí muchísimo y logré percibir lo que hace que nuestro querido Chile se sienta triste, angustiado y frustrado. La sensación de lucha constante sin lograr avanzar, de estar todo el tiempo saltando obstáculos y de sentirnos solos.

Frente a eso, ¿cuál es mi aspiración? Que cada chileno y chilena pueda levantarse en la mañana, tome desayuno con los suyos, vea que sus hijos e hijas van a su establecimiento educacional, llegar al trabajo y sentirse valorado, con un salario justo que permita abrigar esperanzas de un futuro mejor y que el regreso al hogar sea seguro para él, ella y los suyos. Y muy especialmente que, al reunirse con su familia, ¡sienta en su corazón que fue un buen día, y que mañana será aún mejor!

Quizás a alguno esto pueda parecerle sencillo, pero si mira más detenidamente se dará cuenta de que todas las áreas críticas del país están involucradas: salud, seguridad, educación, economía y empleo. Para alcanzar este sueño necesitamos mejorar la gestión en todos los ámbitos de la administración del país. Y yo sé hacer que esos cambios sucedan.

Hoy, mi propuesta de gobierno propone tres ejes. Primero, urgencias ciudadanas: encargarnos de verdad de la seguridad y convivencia ciudadana, desatar la economía para que genere trabajo y desarrollo, lograr una salud humanizada, vivienda digna y solución para los campamentos, y equidad en educación. Segundo, alcanzar un desarrollo integral para las personas, un sueño más a largo plazo, pero que debemos iniciar ahora, con más desarrollo tecnológico, políticas sociales integradoras, desarrollo sustentable y desarrollo del deporte y la actividad física. Tercero, devolverle el alma a Chile, recuperando el respeto mutuo, promoviendo la empatía con los demás y revalorizando la ética. En síntesis, dejar de ser el país de los vivos para darnos cuenta de que vivimos en el mejor país del mundo.

Durante esta campaña aprendí que es muy difícil abordar los temas simples que nos complican la vida. Pero hay que perseverar en hablar de ellos. Aprendí que la política tiene muchos lados, que es fácil dejarse llevar por las declaraciones altisonantes, pero que así no se solucionan las cosas. Por eso opté por reforzar un trabajo cercano, cara a cara, y conversé con todas las personas que pude. Seguí usando el Metro y caminé muchísimo, porque así cualquiera podía plantearme sus inquietudes. ¡Agradezco infinitamente haber conectado con tantas personas! Hoy puedo decir con toda propiedad que conozco mejor a mi país y a su gente, y me siento aún más orgulloso de ser chileno.

Hoy estoy aún más convencido de que somos un tremendo país. Tenemos una cantidad de talento joven impresionante y una determinación inquebrantable. No obstante, necesitamos que se nos facilite la vida, con ayudas y apoyos coherentes, que vayan al corazón de las soluciones a los problemas, y más allá de los cuatro años de un gobierno.

Chile, nosotros los chilenas y chilenos, nos merecemos un gobierno que nos respete, acompañe, apoye, proteja y nos impulse a crecer y a avanzar. Merecemos un liderazgo político abocado en facilitarnos la vida, dispuesto a multiplicar los esfuerzos, trabajando por todas y todos. Merecemos un sector empresarial que nos trate con dignidad, empatía y respeto. Y, sobre todo, merecemos volver a ser una sociedad de vecinos y vecinas que se apoyan, comparten y respetan. Se dice que los países tienen los gobiernos que se merecen: pues bien, yo pienso que Chile merece un Presidente que lo guíe hacia ese sueño.

¡Por eso, las y los invito a votar este domingo, ciertos de que nos merecemos un mejor Chile! Los adultos tenemos la responsabilidad de elegir el liderazgo que nos dé certezas durante los próximos años. Los jóvenes tienen la responsabilidad de elegir un gobierno que les permita soñar con un mejor futuro. Las minorías tienen la responsabilidad de elegir quién las escuchará, respetará y considerará. Confío en que Chile tendrá el gobierno que merece. ¡Juntos, todas y todos, le devolvemos el alma a Chile!

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