1. Baja participación: golpe al oficialismo

Lejos de los dos millones de votos que, como meta, planteaban desde La Moneda y los comandos de los cuatro candidatos, la participación llegó al 9,2% del padrón, con un total de 1.420.085 de sufragios (con el 99,7% de las mesas escrutadas), 300 mil menos que los obtenidos en la primaria de 2021 entre Gabriel Boric y Daniel Jadue.

Estos números instalan a esta primaria como la tercera en términos de participación. En 2013, en el proceso en que Michelle Bachelet se ganó su segunda candidatura a La Moneda, votaron 2.142.070 personas. En 2021, elecciones en las que se impuso Boric a Jadue, participaron 1.750.889 electores. En estos comicios en los que triunfó Jara, el número de votantes representa una cifra levemente superior a los 1.418.138 electores de las primarias de Chile Vamos de 2017, en las que Sebastián Piñera se impuso.

2. Nuevo mapa del poder en la izquierda

“Los únicos que sonríen hoy son los comunistas”, decía anoche un dirigente del Socialismo Democrático. El resultado de la primaria rebarajó las fuerzas al interior del oficialismo, dejando a su ala más a la izquierda -el Partido Comunista- como la tienda más relevante.

Por el contrario, el Socialismo Democrático -que tiene a su haber las carteras más gravitantes del gobierno y las bancadas más numerosas del oficialismo- quedó relegado al segundo lugar, mientras el Frente Amplio quedó en un tercer lugar. La votación de la exministra, además, duplicó a la de Tohá en todas las regiones del país.

La victoria de Jara es simbólica en muchos sentidos. Por primera vez en su historia un candidato del PC lidera la coalición de izquierda, y es ese partido el cabeza de serie de un conglomerado de ese sector, cuestión que ni siquiera ocurrió durante la UP. Por otra parte, la exministra del Trabajo se transformó en la candidata comunista más votada de la historia de su partido, superando a Daniel Jadue (692.862 votos en 2021) y a Gladys Marín (225.224 votos en 1999).

3. Socialismo Democrático: el revival que no fue

La candidatura de Carolina Tohá fue explícita en defender a la ex-Concertación como años de éxito en Chile, frente a las duras críticas que esbozó el candidato del Frente Amplio, Gonzalo Winter. Y no solo eso. La propia Tohá estuvo involucrada en intentar dibujar un nuevo proyecto socialdemócrata siendo ministra del Interior, con reuniones de dirigentes que incluso se realizaron en su casa y el debate de un manifiesto que, con ese propósito, realizaron intelectuales de ese sector. Con Tohá se creía que se podía revivir a este sector, que quedó mermado tras el triunfo de Boric en 2021. Incluso, en su retórica ella buscó a ese votante.

Con su derrota, la centroizquierda cuenta ya su tercera elección en que no lleva a un candidato propio en primera vuelta. Llevaron a Alejandro Guillier, como independiente, en 2017; luego a Yasna Provoste, una DC, en 2021, y ahora serán representados por una comunista. La última vez fue Michelle Bachelet (PS), en 2013.

4. Ser tercero es perder

“Voy a ganar”, dice la canción de Miguel Bosé que, entre sus versos, reza que “ser tercero es perder”. Algo así es lo que ocurrió con el Frente Amplio, partido cuyo candidato, el diputado Gonzalo Winter, alcanzó el 9% de los votos, muy por detrás de Jara (60%) y Tohá (28%). Con el 99,76% de las mesas escrutadas, el FA logró 123.729 votos.

¿Dónde se fueron los sufragios frenteamplistas? Es una incógnita que ronda fuerte en la tienda ubicada en calle Esmeralda, acostumbrada a grandes éxitos electorales en los últimos diez años. Un golpe fuerte para la principal fuerza política emergente del país, cuyo militante principal es el Presidente Boric.

5. Una mala elección para La Moneda

El casi millón y 400 mil votos que sumó la primaria implica un duro juicio al arrastre que tiene el gobierno, desde donde incluso en su momento apuntaron a una meta de dos millones de sufragios para esta elección. La participación llegó al 9,2% del padrón, mientras en la primaria Boric-Jadue de 2021 esta llegó al 11,9%.

Por otro lado, se trata de un resultado adverso para el propio Boric y el resto de La Moneda que se jugó por la candidatura de Tohá como continuidad del gobierno.

En esta campaña, en todo caso, el gobierno no fue un actor principal. Al revés, el propio Boric decidió ser prescindente, aunque pidió continuamente la unidad del oficialismo. Ahora, Palacio tendrá que administrar las tensiones que se desatarán entre sus coaliciones.

6. Desafíos de Jara

Aunque fue una clara victoria, la exministra -ahora candidata única del oficialismo- empieza con un piso bajo su carrera para la primera vuelta, que se realizará el próximo 16 de noviembre.

Los 825.217 sufragios que obtuvo (con el 99,71% de las mesas escrutadas) en una elección de voto voluntario la dejan con el desafío de crecer hacia una mayoría, pero para competir ahora en una elección de voto obligatorio.

Uno de sus desafíos será si podrá sacudirse la mochila de ser PC e instalarse en el corazón de una izquierda más amplia, ya tensionada por el debate en la campaña, donde incluso hubo voces del Socialismo Democrático que plantearon que no votarían por ella si ganaba la primaria. O si, por el contrario, estará tironeada por su partido, que también libra su propio duelo interno: su timonel, Lautaro Carmona, ha manifestado diferencias con Jara en temas como Cuba y el inicio de un nuevo proceso constituyente.

La candidata ya anunció que a partir de este lunes se inicia la verdadera conversación para un programa unitario.

7. El vacío en el centro

El alza del PC -el ala izquierda del oficialismo- deja en la orfandad al voto de centroizquierda. De ahí que hay un espacio para que se levanten otras cartas desde ese sector para competir en primera vuelta, para lo cual hay nombres como la senadora Ximena Rincón (Demócratas), Marco Enríquez-Ominami y Harold Mayne-Nicholls -que buscan las firmas para ello- y el economista Franco Parisi. También está pendiente una eventual definición de la Democracia Cristiana.