Por Gloria FaúndezDarío Quiroga: “Jeannette Jara era la candidata justa para este escenario, ninguna otra habría mejorado su performance”
El exjefe estratégico de la candidata oficialista analiza la derrota a manos de José Antonio Kast, sostiene que “las fuerzas progresistas” no tenían ninguna posibilidad de ganar tras el estallido social y el triunfo del Rechazo en 2022, y que en ese contexto el resultado del 14D fue “muy bueno”.

A días del balotaje debió renunciar al comando de Jeannette Jara (PC). Duros comentarios pasados en contra de Franco Parisi -la sorpresa de la elección- le terminaron pasando la cuenta. Hoy, el sociólogo sincera que continuó ligado a la campaña “conversando y aportando lo que podía”, y hace su balance de esa experiencia.
Aunque no estaba formalmente en el comando durante el balotaje, ¿le sorprendió del triunfo de José Antonio Kast?
No me sorprendió nada. Hacía dos años en que mes a mes la suma de posibles candidaturas de derecha, en todas sus expresiones, ganaban en segunda vuelta a Bachelet, Vodanovic, Tohá, a cualquiera. Todo era bastante previsible y creo que la candidata fue muy buena para maximizar las opciones en un contexto donde el tema número uno de los rankings era la seguridad en todas sus variables. La derecha tenía ventajas comparativas.
Dice que la candidata logró maximizar las opciones, pero fueron 17 puntos de diferencia…
Números más, números menos, me parece razonable. En primera vuelta, el 70% de los votos fueron a candidatos que se señalaban contra el gobierno. Siempre he dicho que las distancias de segunda vuelta son más anecdóticas, porque en realidad el juego de posiciones es lo que sacas en primera vuelta.
O sea, ganar por un voto o por el 17%, tiene el mismo efecto…
Uno gana y el otro pierde. La pregunta es: ¿En el caso de José Antonio Kast, le da más fuerza para iniciar el trabajo del 11 de marzo? Boric ganó con más del 55% de los votos, pero se demostró desde el primer día que su apoyo era el 25% de la primera vuelta. Matthei perdió por más que Jeannette Jara ahora y eso no la inhabilitó como candidata, aún más, si no hubieran cometido los brutales errores que cometieron debió haber sido la presidenta de la República.
¿Cómo se plantea una campaña en la que es inevitable una derrota? ¿Cuáles son los incentivos y las preocupaciones?
Voy a hablar por mí. Cuando veo que una opción la tiene muy difícil, mi incentivo es el doble. Siempre me parecen más interesantes los desafíos que son muy difíciles de ganar. No me parecía relevante para el accionar cotidiano cuánto te daban las casas de apuestas si ganabas o perdías. Había que hacer un trabajo que era defender posiciones: establecer la importancia del aparato del Estado, de lo público, y que la discusión sobre los temas de seguridad tienen que darse con fondo y no solo con promesas, digamos, para la galería, incumplibles probablemente. Hay formas y formas de perder y esta derrota electoral, en las condiciones complejas en que quedaron las fuerzas progresistas, después del estallido social y el triunfo del Rechazo, fue un muy buen resultado.
No es tan mala noticia, dice usted…
La derrota electoral presidencial era muy previsible. Pero como lo que se viene en Chile no es solo un gobierno de derecha más, sino eventualmente un gobierno que siga una dinámica más bien a lo Trump y lo Milei, eso está por verse, se exige un doble sentido de responsabilidad de la futura oposición. Y en ese sentido esta campaña y la extraordinaria performance de Jeannette Jara como candidata sirven a ese objetivo. Y eso no es menor.
Jara se impuso con holgura en las primarias, pero las expectativas de un triunfo en la presidencial se anunciaban desde un inicio prácticamente nulas. ¿Cuándo se da cuenta ella de que iba a perder?
Nunca hubo mayores diálogos respecto a eso. Jeannette Jara desde el primer día que asumió el desafío estaba convencida, y lo repetía en público y en privado, de que se podía ganar. Eso es clave, porque tienes que tener esas ganas y esa fuerza, ya que es lo que te sostiene. Eso no implica negar la realidad. Tenía claro que si se quedaba con los informes previos no debería ni siquiera haber participado en las primarias. Así que en ese sentido ella sí se la creyó mucho y eso permitió un resultado muy importante, incluso pese al voto obligatorio. Obvio que no alcanzó para ganar, pero hay una performance de la candidata y de alguna manera también de ideas, que lo representó. Ella era la candidata justa para este escenario, ninguna otra candidatura habría podido mejorar su performance.

¿Por qué cree que eso no se conseguía con liderazgos como el de Carolina Tohá o Gonzalo Winter?
En el caso de Carolina Tohá mi temor era que su bandera fueran sólo los temas de seguridad, con buenos indicadores, sin duda, de su gestión. El electorado votó mucho por Jeannette Jara porque entendió que había que hablar de temas de seguridad, pero que no podía hacer que toda la campaña pasara por esos temas.
¿Cuánto se puede explicar la contundencia de la ventaja del triunfo de Kast por la militancia comunista de Jara?
Por supuesto que es un pasivo, obvio. Probablemente el Partido Comunista es de los partidos que menos se pasan en el electorado, pero me parece que terminó siendo medio irrelevante por el electorado que define esta elección. En el panorama general, más allá de la militancia de Jeannette, Chile decidió en segunda vuelta entre una militante comunista y un militante del Partido Republicano, es decir, dos partidos que están en los bordes del arco político tradicional. ¿Por qué será eso? Probablemente, porque en realidad los temas de discusión no tienen que ver con estar más en el centro, sino con la capacidad de entregar respuestas a problemas acuciantes. Y quizás la radicalidad con la que Kast planteaba temas, ya veremos si lo logra cumplir, para parar la delincuencia y la inseguridad, esa radicalidad al otro lado de la mesa, era Jeannette Jara diciendo, ¿saben qué?, hablemos de ingreso vital.
En eso de la eficacia para resolver problemas, entonces, pesó más en la derrota ser oficialista que comunista…
Claro, y no lo digo por culpar al presidente, de quien tengo un juicio crítico. Este es el sexto presidente consecutivo donde lo que gana es la oposición. Mi amigo Mirko Macari tiene un dicho que me encanta: la oposición es mayoría, no importa cuándo escuches esto. Y tiene mucho sentido. Ser candidato oficialista es muy difícil. Aquí no llevaban ni 24 horas hábiles y tuvieron lo de Temucuicui y de ahí para adelante es un gobierno que siempre estuvo muy en posiciones defensivas.
¿Cuánta coordinación hubo entre el gobierno y el comando durante la campaña?

Básicamente fueron cuerdas separadas, porque de alguna manera, como diría Juan Gabriel, lo que se ve no se pregunta. No se necesita ninguna coordinación para saber que no es una muy buena idea que el presidente ataque al candidato opositor, porque sólo lo fortalece y le da estatura. En esto hay mucha opinión, pero más o menos es obvio que había que mantener cierta distancia. Jeannette reconocía lo que había sido su gestión en el gobierno, pero también tenía que ser capaz de ofrecer una alternativa distinta, porque si no, electoralmente era absurdo, ibas a perder.
¿Le pareció excesivo el protagonismo del presidente durante la campaña?
No lo encontré tanto, quizás porque yo estaba todo el día concentrado en Jeannette Jara. En todo caso, mi trabajo en el comando desde el primer día, en primaria y ahora durante toda la elección, siempre fue de no amargarme por aquello que no controlo. No tuve una especial mirada crítica respecto del presidente, sí entiendo que hubo gente muy molesta.
¿Cuánto complicaron a la candidata sus disputas con el PC?
Los momentos de tensión con el PC fueron en primaria, después quedaron un par de cosas. La verdad es que si Daniel Jadue no hubiera estado con situación judicial pendiente, él habría sido el candidato del PC a la primaria, y como eso no se materializó, se generó sobre todo en el comienzo una tensión. En campaña encuentro que el PC se portó súper bien.
Sin embargo, la candidata pensó en suspender su militancia...
Sí, muy genuinamente. Tenía claro que primero para gobernar necesita tener distancia, pero que también era importante dar una señal cuando el partido de ella es uno que está en uno de los bordes de la diversidad y que carga un cierto estigma, a mi juicio injusto. Estaba tomada la decisión, y si legalmente hubiera podido hacerlo durante la campaña lo habría hecho.
¿Cómo quedó la relación de la candidata con su partido tras la elección?
El día de la derrota vi afecto, cariño, preocupación, porque hay toda una vida de militancia. Hubo momentos tensos, pero vi una relación normal. Me imagino que ella tendrá que ver cómo decanta esto en el proceso en el futuro.
¿Cómo fue para un independiente dirigir la campaña?
Terminó siendo muy fácil. Quizás al comienzo de la campaña, bueno, y después también, pudiera haber sido una cierta incomodidad, pero de alguna manera ofrecía garantías a todos y se dieron cuenta de que conmigo se puede hablar permanentemente, y también había un sentido importante como de responsabilidad histórica. Todos sabían que era súper difícil ganar la presidencia. Y frente a eso pueden pasar dos cosas: desafección o cooperación. Yo vi lo último.
¿Operó un sentido de supervivencia?
El mérito fue de Jeannette Jara. Porque ella demostró con hechos que se tomaba los tiempos con todos. Incluso, ahora que ya pasó la elección, no creo que haya alguien que tuviera alguna mala palabra con Jeannette. Ella se daba los tiempos, al punto que quisimos varias veces que cambiara el número de su celular, porque la llamaban muchos candidatos, diputados, senadores, pero ella nunca lo hizo.
¿Cuánto golpeó en el balotaje que Tomás Vodanovic no pudiera asumir un rol protagónico, el no de Ricardo Solari a asumir la jefatura de campaña y que usted mismo haya tenido que renunciar al comando?
Sobre Ricardo, estuvo muy metido en primera vuelta, cada vez más. Tuvo un tema de salud que lo tuvo como un mes fuera, pero retomó muy full. O sea, a Ricardo Solari lo veía todos los días en primera vuelta. Y en conversaciones más íntimas se decidió que estaba súper bien el esquema, y que no era necesario asumir ningún rol preponderante, porque estaba de facto. El plan de segunda vuelta que se diseñó fue más o menos el que se ejecutó. Quizás cuando pensamos la segunda vuelta no pensamos tantas salidas a regiones y eso fue un impulso que entiendo que está dado por el comando 2.0
Al inicio se exacerbó la comparación con la expresidenta Bachelet y se terminó en una tecla más confrontacional. ¿El balance fue bueno?
El ejercicio de comparación que se hacía con Michelle Bachelet tiene una dimensión de halago y también puede ser un insulto velado cuando de alguna manera se planteaba que solamente tenía que ver con una cosa como de simpatía, pero en realidad era una versión como descafeinada, de segundo orden. El tránsito de la campaña demostró que eso quedó atrás y que hay un liderazgo distinto de Jeannette Jara. A algunos les podrá gustar, a otros cargar, pero no era Bachelet 2.0, es Jara 1. Siempre se pensó que en primera vuelta la candidata se iba a concentrar en su propuesta y, en segunda vuelta, pasara quien pasara, era necesario marcar la distancia. Y como Kast se negó a debates, había pocas oportunidades de confrontar. En los dos primeros debates ella fue adversarial, dura, lo hizo muy bien y le generó flancos al candidato y, en el tercero y último, efectivamente, no funcionó. O sea, fue un mal debate. Y como era un mal debate para los dos, le sirvió más a José Antonio Kast.
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