Por Cristóbal FuentesJaime Sáez, jefe de bancada FA: “Tenemos la obligación moral de ser una oposición diferente, dialogante, por el bien de Chile”
El diputado frenteamplista reconoce su disposición -aunque con límites- a sentarse a conversar con un gobierno de Kast o Kaiser, en caso de que alguno llegue a La Moneda. Acepta que como sector fueron muy duros con Piñera y llama a la izquierda a hacer las cosas distintas si vuelven a ser oposición.

En la antesala de la elección del 16 de noviembre, en el oficialismo impera el pesimismo. Es el diagnóstico del jefe de bancada de los diputados del Frente Amplio (FA), Jaime Sáez. Eso, cree, no se condice con el recibimiento que tiene en terreno la candidata presidencial del sector, Jeannette Jara. Pero sí con sondeos internos de su colectividad, que muestran que la derecha podría conseguir mayoría en el Congreso.
En ese entendido, el diputado, quien va a la reelección por el distrito 26 (Puerto Montt, Castro, Futaleufú), se pone en el caso de que la derecha gane la presidencial.
Él asegura que su partido ha sacado lecciones, tanto de la experiencia de ser gobierno como de haber sido oposición a la administración de Sebastián Piñera. Hoy concluye que “nuestro país no resiste que fuerzas políticas agudicen tanto conflicto, sin la capacidad de alcanzar acuerdos básicos”.

Antes de la veda, todas las encuestas arrojaban que Jara pasa a segunda vuelta, pero que pierde en cualquier escenario. ¿Cómo lo analiza?
Son proyecciones que se deben considerar, pero no condicionan el trabajo que realizamos. La segunda vuelta es distinta, el pool de opciones se reduce a dos. Tal como ocurrió con el paso de Gabriel Boric, en un contexto de bastante estancamiento, lo que se genera en las horas posteriores a la elección es un nivel de movilización muy grande. Ese fenómeno podría replicarse en el caso de Jara.
¿Hay una sensación pesimista en el oficialismo?
Sí. Identifico una sensación de pesimismo que no se condice con el trabajo que realiza la candidata. Me parece que hay que centrar las energías más en hacer campaña y ganar, y los estados anímicos omitirlos un poco.
En caso de que la derecha gane la presidencial, ¿qué rol tomaría el FA?
El FA ya tiene la experiencia de haber sido oposición. Fue valiosa: nos permitió encaminarnos a ser gobierno. Hoy nuestro país no resiste que fuerzas políticas agudicen tanto conflicto sin la capacidad de alcanzar acuerdos básicos, que es lo que hemos vivido como contracara siendo gobierno. En caso de que ocurriera, tenemos que equilibrar de mejor manera el rol crítico de una oposición con una fuerza que ha sido gobierno y que aspira a volver a serlo. Actuar con una madurez distinta y con una perspectiva diferente a la que se tuvo hace seis años.
Usted no era diputado en ese entonces, pero el FA se caracterizó por ser duro con Sebastián Piñera. ¿Están preparados para ser una oposición distinta?
Tenemos la obligación moral de ser una oposición diferente, dialogante, que es capaz de construir acuerdos. Por el bien de Chile, no por el bien de un gobierno de turno.

Eso implicaría tener que llegar a acuerdos con un gobierno, digamos, de Kast o Kaiser. ¿Estaría dispuesto?
Cuando uno es parte del Poder Legislativo, uno tiene la obligación de sentarse a conversar con el gobierno. Es una condición básica de la democracia.
El FA no quiso con Piñera...
Hay que actuar con un nivel de madurez distinto en este momento. Pero también leer bien el contexto en el cual esto se va desenvolviendo. O sea, si se tiene un gobierno que está, qué sé yo, reprimiendo estudiantes -estoy poniendo un ejemplo-, evidentemente las condiciones sobre las cuales uno conversa son diferentes a si se trata, no sé, de tramitar una reforma.
¿Fue un error haber intentado acusar constitucionalmente a Piñera en dos ocasiones?
La segunda tiene poca justificación. La del estallido tenía motivos fundados. Pero me parece que, analizando cómo hemos padecido las acusaciones en este gobierno, es una herramienta sobre la cual se está abusando hace muchos años. Si yo estuviera en la oposición, promovería una manera distinta de hacer las cosas.
¿Qué espera de un gobierno de Jara en términos de transformaciones? En el Socialismo Democrático hablan de empujar la candidatura a la moderación.
Hay que ir a buscar una mayoría que permita pasar a segunda vuelta, buscar a sectores que no piensen como nosotros. Si la moderación significa darle certezas a la ciudadanía, gradualidad en cómo se materializan políticas públicas, okay. Si la moderación tiene que ver con no quebrar huevos y mantener los privilegios de los dueños de las isapres o las clínicas, a mí no me parece que ese sea el camino.
¿Y qué se puede esperar del FA en un gobierno de Jara? ¿Un rol protagónico?
El FA es el partido más grande en cuanto a representación parlamentaria y a población gobernada, por alcaldías. Eso implica una responsabilidad enorme. Aspiramos a tener una representación parlamentaria muy importante en el próximo periodo. La importancia que tengamos en un gobierno de Jara depende de esa fuerza. Y, en segundo lugar, también del nivel de compromiso que podamos establecer con reformas importantes para nuestro país. Si ratificamos eso, vamos a hacer un partido con una presencia importante y con un protagonismo relevante.

En la parlamentaria el desafío es mayor para el FA, pues son la bancada más grande. ¿Confía en que les irá bien?
Sabíamos que al ponernos a disposición del esfuerzo de una lista unitaria eso implicaría que no vamos a crecer a los ritmos de las elecciones anteriores, o no necesariamente mantener la fuerza que hoy tenemos. Nuestro objetivo es seguir siendo una fuerza política muy relevante, ojalá la más relevante, numéricamente hablando.
¿Está en riesgo la hegemonía de la izquierda en la parlamentaria?
Hay un peligro importante de que la derecha tenga mayoría en ambas cámaras. Eso sería muy miope desconocerlo. No solo según las encuestas comerciales, sino también por las proyecciones que se hacen dentro de los partidos, nosotros las hemos hecho. Por eso era tan fundamental tener una lista única parlamentaria. De todas formas, la lucha por las hegemonías es constante.
Si pierden escaños, entonces, ¿no sería un fracaso?
No. Perder muchos escaños implicaría, obviamente, una lectura diferente. Pero perder uno, dos, tres, cuatro, me parece que está dentro de márgenes razonables.
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