Por Rocío LatorreLa calma antes de la tormenta en RN: la batalla que se asoma por el control del partido tras el 16-N
A días de los comicios, en el partido que preside Rodrigo Galilea la tranquilidad es solo aparente. Si los resultados no acompañan a la colectividad ni a Evelyn Matthei, la directiva enfrentará una ofensiva interna que amenaza con redefinir el liderazgo de la tienda.

En Renovación Nacional (RN) es un secreto a voces: una vez que se cuenten los votos el próximo 16 de noviembre, la disputa interna por el control del partido será inevitable.
Lo que hoy parece una disputa soterrada se transformará, apenas terminen las elecciones parlamentarias y presidenciales, en una batalla abierta entre la directiva encabezada por el senador Rodrigo Galilea y la secretaria general Andrea Balladares, y la oposición que hoy lidera el alcalde de Santiago y extimonel RN, Mario Desbordes.
El último episodio que encendió las alarmas fue el respaldo público de Desbordes al diputado republicano Álvaro Carter en el distrito 12 -que compite por el Partido Republicano- en desmedro de la carta fuerte del partido, la diputada y vicepresidenta Ximena Ossandón.
El gesto descolocó a la mesa y Galilea lo calificó como “una falta de lealtad política” y los antecedentes fueron remitidos al Tribunal Supremo de la colectividad.
En la práctica, la escena reabrió una fractura que llevaba meses latente. Desde el lote conocido como la “Derecha Social” -donde confluyen, además, figuras como la senadora Paulina Núñez y el exministro Cristián Monckeberg- acusan a la actual conducción de haber tomado decisiones perjudiciales para el partido.
Para ellos, el conflicto también es reglamentario. En la disidencia insisten en que el mandato de la mesa encabezada por Galilea se encuentra vencido desde octubre. Mientras que desde la directiva argumentan que existe una prórroga legal y que las elecciones internas están fijadas para marzo de 2026.
La discusión, más allá de lo administrativo, refleja una lucha por quién tendrá la conducción de RN en el nuevo ciclo político que se abrirá después de las urnas.
En ese escenario, el resultado electoral será decisivo. En la directiva reconocen que alcanzar una bancada de 20 diputados -y en el mejor de los casos 25- sería un triunfo suficiente para consolidar la continuidad. Pero si la cifra queda por debajo de los 17 escaños actuales, las recriminaciones serán inevitables.
La evaluación también dependerá del desempeño presidencial: si Evelyn Matthei no logra pasar al balotaje, el golpe político recaerá sobre la cúpula del partido. No pocos en la disidencia recuerdan que, hace poco más de un año, advirtieron la conveniencia de realizar primarias internas y levantar un abanderado propio, propuesta que la directiva desechó.
En privado, voces opositoras a la conducción enumeran los factores que, a su juicio, harán inevitable el ajuste de cuentas: que RN retroceda en número de parlamentarios, que Matthei pierda la presidencial, que los republicanos se conviertan en la primera fuerza de la derecha y que la propia secretaria general, Andrea Balladares, no prospere en su intento por obtener un escaño en la Región del Maule.
“Por cualquiera de esos puntos -o por todos juntos- la directiva va a recibir pasadas de cuenta”, deslizan.
Aunque Desbordes ha dicho que no pretende competir por la presidencia del partido, sus movimientos recientes indican que su sector no renunciará a disputar el control.
En su entorno afirman que la “Derecha Social” articulará una lista apenas se abra el proceso, y que el propio alcalde podría tener un rol articulador. Incluso, se podría presionar para adelantar el proceso de deliberación interna.
La incógnita es si Paulina Núñez, que ya perdió una elección interna frente a Galilea, volverá a intentarlo. Su nombre, en todo caso, es el más seguro. En el oficialismo, en tanto, algunos miran hacia Balladares como posible sucesora del senador Galilea. Sin embargo, su nombre quedaría en cuestión si no logra el escaño en el Maule.
Una vía intermedia -auguran en otros sectores del partido- es negociar una mesa de consenso, que aúne a estas dos figuras. O bien, apostar por un rostro nuevo como Andrés Longton, quien debería obtener una votación en la elección senatorial que lo consolide como una figura de renovación dentro de las dirigencias del partido.
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