
Tomás Vodanovic (FA): “Boric logró continuar la tradición de los gobiernos de centroizquierda desde el retorno a la democracia”
El jefe comunal evalúa el primer gobierno frenteamplista y entrega sus razones de por qué el diputado Gonzalo Winter es quien debería ganar la primaria oficialista. Además, le pide a su sector pasar a la delantera e impulsar una reforma al empleo público que modifique el estatuto administrativo.
Luego de negarse a ser el candidato del Frente Amplio (FA) en la primaria, el alcalde de Maipú, Tomás Vodanovic, asumió como el encargado territorial de la Región Metropolitana de la campaña de Gonzalo Winter.
Por primera vez, el jefe comunal cuenta en extenso por qué -pese a las señales que dio previamente en favor de Carolina Tohá (PPD)- apoya a la carta de su partido. El sociólogo dice que es Winter quien ofrece “un ejercicio de gobernanza exitoso”, aunque descarta tomarse días libres para apoyar la campaña en su recta final.
Junto con valorar el aprendizaje que generó en su partido haber sido gobierno y administrar municipios, en medio del escándalo de las licencias médicas Vodanovic decide dar un paso al frente y pedirle a su sector que asuma con fuerza y protagonismo una reforma al empleo público.
¿Cómo ve el estado actual de la primaria de su sector?
Hay que darle un valor político muy importante al hecho de que como oficialismo hayamos confluido en una primaria. Haber logrado ese ejercicio de unidad durante el gobierno tiene un valor político interesante, porque nos permite proyectar a futuro una alianza amplia que una al progresismo. Esto lo digo porque soy un convencido de que, al menos desde el retorno a la democracia, el país nunca ha estado más estable y ha generado mejores condiciones que bajo los gobiernos de la centroizquierda. Eso se corrobora con el gobierno del Presidente Boric y también nos permite proyectar que somos la opción más deseable para el futuro del país.
¿Su decisión de no asumir una candidatura afectó la competitividad del FA?
Los liderazgos presidenciales tienen que forjarse en función a trayectorias, capacidades y voluntades políticas. En ese marco yo estaba muy convencido de que por razones de responsabilidad política, de compromisos con la ciudadanía y también por niveles de preparación, no era la carta ni mejor preparada ni más adecuada del FA para asumir este desafío.
¿Le pesa no haber estado disponible para el proyecto colectivo del FA?
La decisión de que yo no fuera candidato no fue una decisión personal, fue colectiva, atendiendo distintas razones y circunstancias. Y la decisión colectiva del FA fue que Gonzalo Winter fuera el candidato presidencial.
Winter solo tiene un par de años más que usted y es un diputado de dos periodos. ¿Él sí reúne los requisitos que usted no cumplía?
Él tiene una trayectoria política más consolidada que la mía, porque tiene más años, ha participado en más procesos, le ha tocado relacionarse con más dimensiones del Estado en su rol parlamentario y, sin duda, él sí cumple con esas condiciones que yo no cumplía.
¿Fue correcta la decisión del FA de llevar un candidato a la primaria?
Hoy día el FA es un proyecto mucho más maduro, consolidado y que tiene una propuesta que hacerle a Chile más concreta de la que teníamos hace cuatro años, por lo tanto sí era un deber del FA ofrecer una candidatura que representara este proyecto. Dicho eso, a mi juicio el Socialismo Democrático, el FA y el PC tienen mucho más de complementariedad que de contraposición.
¿Reconoce cierta inclinación en favor de Tohá? Usted mismo dijo que es “de las más preparadas de nuestro sector para asumir” el desafío presidencial.
Siento una profunda admiración y respeto por Gonzalo Winter, Jeannette Jara y Carolina Tohá. Me parece que son tres liderazgos importantísimos para nuestro sector. Ahora bien, yo milito en un partido político y creo en un proyecto político, que es el del FA, y en ese escenario mi carta es Gonzalo Winter. Él es la persona que puede tener un mejor desempeño durante la campaña, pero también generar un ejercicio de gobernanza exitoso.
¿Lo dice por convicción o por disciplina partidaria?
Es una decisión política. A mí nadie me obliga a militar en el FA y lo hago porque creo en su proyecto político, que no se limita solamente a la candidatura de Gonzalo Winter. Creo mucho en los proyectos municipales que tiene el FA, los que a través de la gestión pública demostraron que se le puede mejorar la vida a la gente y que ya no es tan importante solamente interpelar o soñar un mundo distinto, sino que ser capaces de construirlo con hechos concretos. Y ese es el proyecto que hoy estamos ofreciendo en las elecciones primarias representados en el liderazgo de Gonzalo.
A inicios de año el FA se debatía entre Winter, una carta muy frenteamplista, y usted, una opción poco frenteamplista. ¿Comparte esa apreciación?
El FA es un proyecto diverso que lo componen distintas trayectorias, miradas y sensibilidades. No me atrevería a decir cuál hoy es la predominante. Es un proyecto que se nutre de distintas vertientes y evidentemente con Gonzalo nos ha tocado establecer trayectorias que son distintas, él mucho más abocado al mundo parlamentario y yo al municipal. Tenemos roles y finalidades distintas, ni una mejor que la otra, pero distintas. Todo proyecto requiere complementar una mirada país, un proyecto ideológico o político que ofrecer, pero también una capacidad de materializarlo. Si esto es solamente gestión por gestión y burocracia vacía sin un horizonte país, eso no se trata de un proyecto político. Pero si esto son solamente componentes ideológicos o abstractos y no somos capaces de materializar ese proyecto país en acciones y mejoras concretas en la vida de la gente, también quedamos cojos. Tratar de establecer que existe una contraposición entre ambos principios es artificial.
Dice que es artificial, pero el año pasado, cuando Winter clamaba por una batalla de ideas, usted decía que había que terminar con los símbolos y abocarse a la gestión.
No hay una contraposición entre dar una batalla de ideas, que es necesaria, y entender que la gestión pública es fundamental para mejorar la vida de la gente. Quienes creemos que el Estado tiene que jugar un rol preponderante en disminuir desigualdades debiéramos asumir como agenda prioritaria para el próximo gobierno progresista avanzar hacia una reforma al empleo público. Si el progresismo no pasa a la delantera con ese tema, se abre un espacio para discursos que, disfrazados de una pretensión de eficiencia, lo único que buscan es una disminución del tamaño y el impacto que puede tener el Estado en una sociedad tan desigual como esta.
¿Ve a Winter impulsando esa reforma? A veces pareciera que está más centrado en pensar en una sociedad sin clases.
Habla muy bien del proyecto del FA en cuanto a cómo la experiencia de gobernar y de administrar instituciones ha generado un cambio sustantivo en la manera de entender la política. Hemos aprendido que si no demostramos una gestión pública concreta, material, que permita que la experiencia de Estado, de la ciudadanía en general, pero también de las personas más pobres del país, sea mejor, ese proyecto queda bastante cojo. Esa es una reflexión que tienen Gonzalo y el FA de manera transversal y que requiere de medidas concretas que quizás antes no estaban en la conversación de la izquierda, pero que tenemos que salir a proponerlas con fuerza.
¿Qué tan entusiasmado está con la candidatura de Winter? Se le ha visto poco en campaña.
Como alcaldes tenemos agendas laborales que son bastante extensas. A mí me cuesta hablar de mi horario laboral, porque es de domingo a domingo y uno tiene que estar a disposición 24/7. Los alcaldes del FA hemos estado bien comprometidos con la campaña, pero con limitantes de tiempo.
¿Está en sus planes tomarse algunos días en la recta final para reforzar la campaña?
Los vecinos de Maipú me eligieron para ser alcalde de esta comuna. Mi deber es con mi municipio. No me parece correcto abandonar labores para sumarse a la gestión de campaña.
¿Ve con incomodidad esta especie de restauración de la Concertación en la candidatura de Tohá?
Creo firmemente en la complementariedad y no en la contraposición de los proyectos del FA y el Socialismo Democrático o Concertación. Ahora bien, yo creo que el actual Socialismo Democrático tiene matices con lo que fue la Concertación. Quizás está compuesta por partidos similares, pero la reflexión y las necesidades del Chile de hoy son muy distintas a las del Chile de 1990. Por tanto, no lo veo con preocupación. Ojalá que esta alianza de gobierno sea cada vez más amplia, que podamos convocar más gente por el centro, más gente por la izquierda, más gente que entienda la necesidad de avanzar hacia una socialdemocracia más establecida, que crea firmemente en los principios de la democracia liberal. Yo no me voy a dejar tentar por la contingencia de la primaria para exacerbar diferencias. El país lo que nos demanda es poner acento en las similitudes, en las complementariedades y en cómo somos capaces de construir mayorías necesarias para resguardar a este país de fenómenos políticos preocupantes que están ocurriendo en otras partes del mundo.
Al inicio de la entrevista dijo que el país nunca ha estado más estable y con mejores condiciones que bajo los gobierno de centroizquierda. ¿Incluye ahí al de Boric?
Sí. Desde el retorno a la democracia uno podría ver una suerte de continuidad entre los gobiernos de centroizquierda. Los gobiernos de la expresidenta Bachelet y el del Presidente Boric tienen muchas más similitudes que diferencias. Quienes presagiaban que este gobierno iba a traer inestabilidad, crisis sociales, ingobernabilidad, claramente no acertaron. El Presidente Boric logró continuar la tradición de los gobiernos de centroizquierda desde el retorno a la democracia, que son gobiernos que han traído estabilidad al país. Con el Presidente Boric Chile gana un estadista de largo aliento.
Es simbólico que usted sitúe a Boric dentro del grupo de gobiernos de la Concertación, siendo del FA, un partido que impugnó esos 30 años.
Estoy lejos de tener una mirada negativa de lo que fueron los 30 años. Creo que fue un proyecto político exitoso dentro de la historia de Chile. Por cierto, hubo avances que no se pudieron materializar, cosas que se podrían haber hecho distintas. Pero ni de este gobierno tengo una evaluación perfecta. Hoy día lo que queda del mundo de la Concertación es sumamente necesario para los desafíos actuales. Yendo a la pregunta, no hay que ocultar que las reflexiones políticas del FA son distintas de lo que eran hasta hace ocho años. Y en buena hora. Solamente una persona muy terca podría mantener las mismas reflexiones.
¿Hay garantías de que esa reflexión esté bien asentada? Antes de ser gobierno fueron una oposición muy dura. No temblaron ni para destituir al Presidente de la República.
Tengo mucha convicción de que el ejercicio de gobernar trajo reflexiones genuinas y verdaderas que van a materializarse en la forma de ser oposición en el futuro.
Estamos llegando al final del gobierno, ¿cuál es el legado de Boric?
Este fue un gobierno que recuperó la capacidad del país de procesar sus diferencias de forma institucional y democrática. Fue un gobierno que logró recuperar un país después de un ciclo bien dificultoso. Permitió generar avances sociales y acuerdos importantes, como la reforma de pensiones. Y creo que es un gobierno que sostiene la tradición republicana de Chile del retorno a la democracia.
Concluyo que le gusta más la segunda parte del gobierno que la primera.
Es que había que ser muy terco para mantener la misma hoja de ruta. Eso habla de un proceso de pragmatismo, de madurez política, de ser capaz de ajustar tu hoja de ruta en función de las necesidades que tu propio pueblo te va demandando. El ejercicio de cambio de prioridades del gobierno no responde, como algunos quieren instalar, a una voltereta o a una traición ideológica, sino que a una madurez política, a entender qué es lo que el país demandaba en este contexto político determinado.
Retomando su idea de que el progresismo debe impulsar una reforma al empleo público, ¿de qué forma se debería avanzar?
Es algo urgente y el progresismo debe ser el protagonista de ese tema. Lo de las licencias médicas es un escándalo y, por lo mismo, nos tenemos que meter en serio a trabajar. Eso para mí requiere una mirada profunda, porque ¿cómo le voy a pedir a las personas de mi comuna que confíen en un Estado que no es capaz, en un año, de sancionar a una persona que cometió una falta tan evidente?
El estatuto administrativo data de 1989. ¿Llegó el momento de modificarlo?
Debe ser reformado. Hemos caído en una suerte de inamovilidad de los funcionarios públicos que atenta contra su correcto desempeño y contra la flexibilidad que requieren las instituciones. Para un próximo gobierno progresista la reforma al empleo público debe ser una agenda prioritaria. Si no lo hacemos, la experiencia de Estado de las personas más pobres es muy deficiente, la idea de Estado queda cuestionada y solo ganan terreno los discursos de las motosierras.
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