
La piel habla desde adentro: la alianza que une dermatología y nutrición
La dermatóloga española Cristina Eguren y la nutricionista chilena Belén Sánchez han formado un equipo interdisciplinario que propone un cambio de paradigma en el cuidado de la piel: entenderla como reflejo de lo que ocurre en el interior del cuerpo y tratar problemas como el acné y la rosácea desde una mirada integral que une dermatología, nutrición, hormonas y salud digestiva.

El cuerpo habla. A veces lo hace con señales casi invisibles, otras con marcas tan claras que es imposible ignorarlas. Y la piel, dice la dermatóloga española Cristina Eguren, es una de sus formas más elocuentes de expresión. Autora del libro El acné y la rosácea como nunca antes te lo habían explicado, Eguren propone mirar estas patologías desde otro ángulo: no como simples imperfecciones superficiales, sino como reflejo de lo que ocurre en el interior del cuerpo. De ahí nació su alianza con la dietista-nutricionista chilena Belén Sánchez, quien se sumó a su equipo con el objetivo de incorporar el conocimiento hormonal y digestivo al abordaje dermatológico.
Esta alianza no nació de la teoría, sino de la práctica: de escuchar con atención a las pacientes y buscar soluciones que fueran, al mismo tiempo, reales y duraderas. “Tradicionalmente, el tratamiento dermatológico se ha centrado en el síntoma, no en la raíz del problema. Muchas pacientes llegaban frustradas, después de haber probado múltiples terapias sin éxito. Al incorporar un enfoque integrativo, logramos personalizar aún más las estrategias y dar con esas piezas que faltaban: alteraciones hormonales, disbiosis intestinal, estrés crónico”, explica Cristina.
Belén comparte esa visión: “Cuando Cristina me invitó a formar parte de su equipo, no dudé en aceptar. Para mí, uno de los vacíos más grandes en salud es la falta de colaboración entre profesionales. El paciente necesita sentirse tranquilo, esperanzado y motivado con su recuperación. Y cuando el abordaje es interdisciplinario, los resultados suelen ser más efectivos y rápidos que cuando se trabaja de forma aislada”.
– Hablan del eje intestino-piel. ¿Cómo lo definirían en palabras simples?
Cristina Eguren: El eje intestino-piel es la conexión entre lo que ocurre en nuestro intestino y cómo se refleja en la piel. Si la microbiota intestinal está desequilibrada o la permeabilidad de las paredes está alterada, lo más probable es que aparezcan brotes, rojeces o sensibilidad. Es, en el fondo, una conversación constante entre dos órganos que parecen lejanos, pero que están profundamente conectados.
– ¿Qué más se sabe de esta conexión?
Cristina Eguren: Cada vez hay más estudios que muestran cómo una microbiota intestinal sana reduce la inflamación sistémica, mejora la respuesta inmunitaria y regula procesos clave de la piel. Sabemos, por ejemplo, que ciertos desequilibrios en los microorganismos del intestino son frecuentes en pacientes con acné, rosácea o dermatitis atópica. También existen investigaciones prometedoras sobre el uso de probióticos orales como coadyuvantes en dermatología. En nuestra clínica hemos participado en dos ensayos clínicos con preparados probióticos: uno en acné, ya publicado, y otro en rosácea que se dará a conocer próximamente.
– ¿Qué rol cumplen las hormonas en ese equilibrio?
Cristina Eguren: Las hormonas influyen enormemente en la piel. Desde la adolescencia hasta la menopausia, los desajustes hormonales pueden desencadenar brotes de acné o agravar una rosácea. Además, factores como el estrés o la falta de sueño —que también impactan en nuestras hormonas— alteran la microbiota e incrementan la inflamación. Por eso, cuando trabajamos con la piel, inevitablemente tenemos que abordar también el eje hormonal.
Patologías más frecuentes
– ¿Cuáles son los problemas de piel más comunes en los que ven un impacto directo del sistema digestivo u hormonal?
Cristina Eguren: Sin duda, el acné adulto femenino es el ejemplo más claro de cómo las alteraciones hormonales impactan en la piel. Pero no es el único. También vemos esta relación en la alopecia androgenética y, desde el lado digestivo, en cuadros como la rosácea, la dermatitis perioral, la psoriasis, la dermatitis atópica e incluso la alopecia areata. Cuando tratamos el intestino o equilibramos las hormonas, la piel responde de forma mucho más rápida y eficaz.
– ¿Podrían compartir un caso donde este enfoque conjunto haya marcado la diferencia?
Cristina Eguren: Hace poco tratamos a una paciente de 38 años con rosácea de larga evolución. Había probado múltiples tratamientos tópicos y antibióticos sin éxito. Al hacer un abordaje integral, detectamos un SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado) y desequilibrios hormonales sutiles. Al tratar esos aspectos junto con un plan dermatológico personalizado, su piel mejoró de forma espectacular en menos de tres meses. Hoy está en fase de mantenimiento, sin brotes y con una autoestima renovada.
– ¿Los pacientes suelen llegar primero al dermatólogo o al especialista digestivo? ¿Cómo se cruzan esos caminos?
Cristina Eguren: En nuestro caso, suelen llegar primero a la consulta dermatológica. Lo importante es detectar rápido cuándo un tratamiento no será suficiente si no miramos más allá. En esos casos derivamos a Belén y trabajamos juntas. Al final, no importa a quién vean primero, sino que el paciente reciba una atención global y coordinada.
Prevención y estilo de vida
Más allá de los tratamientos médicos, Cristina Eguren y Belén Sánchez insisten en que la piel también se cuida con buenos hábitos. La alimentación, el sueño, la hidratación y la gestión del estrés son piezas fundamentales. Una dieta antiinflamatoria rica en fibra, antioxidantes y alimentos reales, junto con la reducción del azúcar, los ultraprocesados y ciertos lácteos, puede marcar una gran diferencia. Nutrientes como la vitamina A, la vitamina C, los ácidos grasos omega-3, el zinc y las proteínas son esenciales para mantener la piel sana, flexible y luminosa. Y, como recuerda Belén Sánchez, “la carencia de alguno de ellos puede reflejarse en sequedad, pérdida de elasticidad, acné o envejecimiento prematuro”.
– ¿Qué mitos o ideas erróneas sobre “alimentos buenos o malos para la piel” les gustaría derribar?
Cristina Eguren: Uno muy extendido es que el chocolate causa acné. No es el chocolate puro el problema, sino los productos ultraprocesados con azúcar y grasas malas. También el mito de que “todo lo natural es mejor”: muchas veces vemos pacientes con brotes por usar productos o suplementos “naturales” sin control. Lo importante es el enfoque personalizado, no las reglas generales.
Belén Sánchez: Otro mito frecuente es que los alimentos grasos generan acné o piel grasa. Si bien las grasas trans y saturadas pueden tener un impacto negativo, no todas son perjudiciales. Las grasas saludables, como los ácidos grasos omega-3 presentes en pescados azules, nueces o semillas de lino, son fundamentales para mantener la piel flexible, hidratada y con menor tendencia a la inflamación.
– ¿Cómo influyen el estrés y el sueño en esta relación intestino–piel?
Cristina Eguren: De forma enorme. El estrés altera tanto las hormonas como la microbiota, y muchas veces es el disparador de brotes en pacientes crónicos. Dormir mal también afecta la regeneración cutánea. Por eso siempre decimos que cuidar la piel no es solo ponerse una crema: es un estilo de vida.
Belén Sánchez: Lo que ocurre es que el estrés eleva los niveles de cortisol, una hormona que estimula las glándulas sebáceas. Eso puede provocar brotes de acné o agravar cuadros existentes. Además, el cortisol interfiere en los procesos de reparación celular, dificultando la regeneración y favoreciendo el envejecimiento prematuro. A nivel digestivo, puede generar hiperpermeabilidad intestinal, lo que permite el paso de toxinas y bacterias al torrente sanguíneo y desencadena inflamación sistémica. Por eso, en pacientes con alteraciones digestivas, es clave fortalecer la barrera intestinal con alimentación adecuada y, en algunos casos, con suplementación específica.
Hacia un nuevo paradigma en dermatología
– ¿Creen que esta “alianza” entre dermatología y digestivo/hormonal marcará un nuevo estándar en el cuidado de la piel?
Cristina Eguren: Absolutamente. Es el presente y el futuro de la dermatología. Las pacientes ya no buscan soluciones superficiales, sino respuestas completas. Y como profesionales tenemos la responsabilidad de evolucionar y ofrecer un abordaje integrativo, riguroso y basado en evidencia. Esta alianza entre especialidades no es una moda, es una necesidad.
Belén Sánchez: Si se busca una solución duradera, y no basada exclusivamente en el uso de fármacos, es fundamental reconocer al nutricionista como parte esencial del abordaje integral. La intervención nutricional no solo mejora los síntomas, también actúa sobre las causas subyacentes y promueve una recuperación sostenida.
– ¿Qué falta para que este enfoque se expanda en Chile y Latinoamérica?
Belén Sánchez: Una prioridad urgente es reconocer a los nutricionistas como parte esencial del abordaje clínico. Deben tener un rol protagónico en el tratamiento de patologías, no solo como complemento, sino como agentes activos en la recuperación y la prevención. También es clave que las universidades profundicen la formación en microbiota y salud digestiva, áreas que impactan en todos los sistemas del cuerpo, desde el inmunológico hasta el neurológico. En Latinoamérica hay profesionales altamente capacitados, pero falta que los sistemas de salud y las políticas públicas reconozcan su valor estratégico e integren su trabajo en programas de prevención y tratamiento.
– ¿Qué mensaje les gustaría dejar a quienes sufren problemas de piel y que han recorrido un largo camino sin encontrar respuestas?
Belén Sánchez: Que muchas veces una alteración en la piel no se resuelve “tocando una sola tecla”. Es necesario un enfoque integral que identifique la raíz del problema y no se limite al síntoma, que en muchos casos es solo una manifestación externa de desequilibrios internos.
Cristina Eguren: Que no están solas. Entendemos el dolor emocional que muchas veces acompaña a las enfermedades de la piel. Pero también sabemos que existen soluciones reales, si se aborda el problema con una mirada profunda, integrativa y empática. En nuestro equipo lo resumimos en un lema: escuchamos, acompañamos y ayudamos a transformar no solo la piel, sino también la vida de nuestras pacientes.
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